España es un país en riesgo de desertificación. El Ministerio de Medio Ambiente (MMA) acaba de terminar el mapa con las zonas de mayor riesgo de sufrir desertización, y la conclusión es que casi tres cuartas partes del territorio presentan algún grado de amenaza por el avance de la aridez. El cambio de un paisaje verde a otro seco podría ocurrir en el 74,05% de la superficie española.
"El mapa indica dónde coinciden los factores más favorables para la desertización", explica Leopoldo Rojo, doctor ingeniero de Montes del MMA y coordinador del Plan de Acción Nacional contra la Desertificación. La zona más afectada es la vertiente mediterránea. En concreto, se encuentran en situación de "alto riesgo" las cuencas del Segura, Júcar y Guadalquivir, además de algunas zonas de los archipiélagos canario y balear.
Los factores analizados que permiten el progreso de las zonas áridas incluyen la erosión del suelo, la frecuencia de incendios forestales, la extracción de agua subterránea y la tipología del suelo y el clima. "Cuando coinciden los cuatro factores, el riesgo es muy alto; cuando son tres es un riesgo alto y así sucede, en adelante, con el medio y bajo riesgo", apunta Rojo.
En la erosión de los suelos se ha tenido en cuenta el tipo de cubierta vegetal, la inclinación del terreno, la incidencia de las lluvias en el desplazamiento de sedimentos y el tipo de protección que tiene. En el mapa se han incorporado datos de series históricas de clima de los últimos 30 años, y la ocurrencia de incendios forestales en los últimos 10. Y otra de las acciones fundamentales en la configuración de los suelos es el uso del agua, y especialmente la subterránea. Rojo señala que en algunos casos se ha constatado que las extracciones de los acuíferos son superiores a las recargas, y en casos como la cuenca del Segura y el Júcar hay sobreexplotaciones.
Estos factores, que han dado lugar a la cartografía, han sido seleccionados porque son los más relevantes en el Mediterráneo para la formación de los desiertos, según la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación. Éstos y no otros son los que modelan el paisaje árido. "Son una llamada de atención sobre lo que está ocurriendo", indica Rojo.
Sin embargo, un elemento importante, y no incluido en el mapa, es el urbanismo. La razón de que no se haya incorporado es que no es comparable en las distintas regiones, ya que en cada provincia se desarrolla de una forma. Lo mismo ocurre con el abandono del medio rural, un fenómeno que en ocasiones beneficia el avance de los desiertos, pero que es difícil de cuantificar. La escala del mapa es demasiado amplia para ir al detalle de las construcciones urbanas y los cultivos aunque, a partir de éste, se deberá analizar lo que ocurre en cada territorio y tomar medidas, explica Rojo.
DESIERTO NATURAL
El fenómeno de la degradación de la tierra fértil y conversión en árida puede ser un problema presente por la extracción excesiva de agua o un incendio, por ejemplo, o bien heredado, por la acumulación de procesos erosivos a lo largo de muchos años. En el primer caso es necesario intervenir para evitar el deterioro del suelo, pero en el segundo, el desierto pasa a ser un ecosistema para proteger. Las zonas áridas per se tienen unos valores naturales y una rica biodiversidad que hay que preservar, como es el caso el desierto de Almería o Los Monegros (Zaragoza).
En España se producen sequías estacionales como la que se registra desde los últimos tres años, lluvias súbitas de gran intensidad, pérdida de cubierta vegetal por repetidos incendios, abandono de tierras por la agricultura tradicional, explotación insostenible de recursos hídricos y concentración de la actividad económica en las zonas costeras. Esto es resultado del crecimiento urbano, la industria, el turismo y la agricultura de regadío, causas de la desertificación de la zona mediterránea, según la ONU.
La cartografía refleja dónde es preciso intervenir de manera inmediata para evitar la pérdida de ecosistemas fértiles y de un suelo rico que sufre día a día impactos evitables. El avance del desierto es lento pero perceptible, y podría verse favorecido por el calentamiento. El suelo debe cuidarse para seguir teniendo agua, bosques y biodiversidad en un futuro.
María García de la Fuente
Vía: Publico/Madri+d 21/02/08
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