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"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

viernes, mayo 30, 2014

La biomasa y el reto del desarrollo sostenible

La biomasa cubre cerca de la mitad del consumo total de energías renovables en nuestra sociedad, y se prevé que también sea el medio con el que satisfacer la mitad del objetivo de energías renovables fijado en Europa 2020. A medida que 'se calienta' el debate político en torno a la seguridad energética, la biomasa se considera cada vez más como una fuente primaria de combustible con la que sustituir el gas natural y proporcionar calefacción urbana. 

Pero ¿en qué medida es un recurso sostenible? Recientemente se celebró en Bruselas el congreso de la Asociación Europea de la Biomasa (AEBIOM), al que asistieron especialistas científicos, autoridades políticas y representantes de ONG y grandes empresas de esta industria. La diferencia entre la biomasa y los combustibles fósiles estriba en la escala temporal. Según el Biomass Energy Centre, si se gestiona de forma sostenible, la biomasa se cosecha como parte de un cultivo que se repone constantemente. De esta manera se mantiene un ciclo de carbono cerrado, sin incrementos netos de CO2 en la atmósfera.

Pero quizás no llegue nunca a materializarse ese proyecto de ciclo de carbono cerrado. Además, la cuestión de la sostenibilidad no se circunscribe al aspecto de las emisiones de CO2, sino que abarca consideraciones como la biodiversidad y la seguridad alimentaria. En el congreso de AEBIOM, diversos representantes de la Comisión Europea reiteraron la conclusión al respecto de este organismo, según la cual no es necesario introducir criterios vinculantes relativos a la sostenibilidad, en lo que concierne a la biomasa sólida y gaseosa, para alcanzar los objetivos marcados para 2020.

Giulio Volpi, de la Dirección General de Energía, declaró: "Los riesgos de que se produzcan consecuencias medioambientales no deseadas [por la biomasa] se pueden solventar y reducir al mínimo mediante medidas nuevas o ya existentes de la UE en otros sectores que no son el energético. [...] La biomasa presenta un gran potencial que hay que aprovechar, y debemos asegurarnos de que el marco político sea propicio para la biomasa".

No obstante, la sostenibilidad sigue siendo un reto singular para este sector. Peter Wilson, de la iniciativa industrial Sustainable Biomass Partnership (SBP, o 'Asociación por una biomasa sostenible'), destacó el grado insuficiente de aprovechamiento de estructuras ya existentes dedicadas a la sostenibilidad (FSC y PEFC) en áreas clave que afectan a las fuentes de recursos silvícolas. Se refirió al Biomass Assurance Framework ('Marco para el aseguramiento de la biomasa') de la SBP como una 'solución puente' que ofrece un conjunto de normas y procesos que permitirán que las empresas del sector demuestren su cumplimiento de los requisitos legales, normativos y de sostenibilidad empleando mecanismos ya existentes.

Uwe Fritsche, del Instituto internacional de análisis y estrategia de sostenibilidad (IINAS), ofreció una perspectiva científica e hizo una relación de las adversidades que conllevará la transformación hacia una bioeconomía en la que la biomasa represente un componente importante. Entre ellas: las emisiones de gases de efecto invernadero por el cambio en el uso del suelo y en las existencias de carbono; los problemas de biodiversidad por la conversión de herbazales, humedales y turberas; la seguridad alimentaria, cuestiones relativas a la posesión de la tierra, y la acidificación.

El Sr. Fritsche destacó también el "problema del combustible", y en concreto: "Cuanto más comerciemos con bioenergía, y cuanto más valoricemos los productos silvícolas, mayor será el riesgo de emplear inadecuadamente parte del combustible necesario para la subsistencia de buena parte de la población terrestre".

IINAS trabaja actualmente con el Centro Común de Investigación (JRC), la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) y otras entidades para valorar los avances científicos más recientes y pertinentes para estas cuestiones. El Sr. Fritsche indicó que hay en marcha conversaciones sobre la posibilidad de crear una matriz que esclarezca los riesgos, en cuanto a gases de efecto invernadero, que conlleva el uso de productos silvícolas.

IINAS participa también en uno de los numerosos proyectos financiados con fondos europeos que estudian el potencial y la sostenibilidad de la biomasa. S2BIOM pretende mejorar el perfil de sostenibilidad de la cadena de suministro de biomasa. Desde septiembre de 2013, el equipo responsable de esta iniciativa trabaja para diseñar y evaluar tales cadenas de suministro y estrategias óptimas al respecto para sustentar una aportación sostenible de materias primas de biomasa a escala local, regional y paneuropea. 

Vía: Cordis, 16/05/2014
F:http://cordis.europa.eu/news/rcn/36567_es.html

miércoles, mayo 21, 2014

La Tierra, cambios profundos en 2050

La geotransformación ha comenzado. El planeta Tierra está inmerso en un cambio insólito, por lo acelerado que, de una manera o de otra, con efectos diferentes aquí o allá, llega a todos los lugares.  

"A mediados de siglo las evidencias del cambio climático, en aspectos que ahora pueden no ser aún muy visibles, serán incontestables", dice el experto Manuel de Castro. Muchos países no tendrán capacidad económica para poner en marcha medidas de adaptación que eviten los impactos más adversos. Los desarrollados seguramente sí, pero con un coste alto. En España, por ejemplo, solo la subida del nivel del mar hacia 2050, en algunas provincias, puede suponer un coste equivalente a entre el 0,5% y el 3% de su PIB, que llegaría al 10% a finales de siglo, según un reciente estudio liderado por Íñigo Losada, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria.

Las temperaturas seguirán aumentando y, hacia 2050, la media global será entre uno y dos grados más alta que ahora, dependiendo de cuántos gases de efecto invernadero se emitan. "Y eso es mucho: hay que tener en cuenta que se ha fijado, el límite de dos grados de aumento, aproximadamente, desde la época preindustrial, como máximo a no superar para evitar las peores consecuencias, y a mediados de siglo estaremos muy cerca o ya en esos dos grados", continúa De Castro, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha. Hay que tener en cuenta, recuerda, que desde la época preindustrial, hacia 1780, la temperatura media del planeta ha subido ya 0,8 grados y -no se cansan de repetir los científicos- no es que la Tierra no haya sufrido cambios climáticos en el pasado; al contrario, han sido abundantes, pero no hay registro de ninguno tan rápido como el actual. La gran novedad, además, es que en esta ocasión se debe a la actividad humana. "Es Física: se refuerza el efecto invernadero por las emisiones, sobre todo de los combustibles fósiles, y el planeta se calienta", afirma taxativamente De Castro.

La convulsión del clima tiene múltiples manifestaciones, efectos y retroalimentaciones. "A mediados de siglo, el Ártico será un océano libre de hielo en verano, con importantes rutas de navegación y transporte marino, así como grandes puertos e infraestructuras asociadas", describe Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB). Y más sobre el Ártico dentro de 50 años: "Muchas especies asociadas al hábitat del hielo, como el oso polar, focas, morsas y algas, se encontrarán en un estado crítico de conservación o se habrán extinguido, mientas que muchas otras, como el bacalao, gambas, bosques de algas y praderas submarinas se habrán extendido creando nuevos ecosistemas con nuevas funciones y servicios a la sociedad", añade este oceanógrafo experto en los confines septentrionales de la Tierra.

Otra extensa parte de planeta que habrá cambiado dentro de unas décadas es la Amazonia, que puede sufrir una deforestación acelerada por el efecto combinado de las sequías prolongadas y los incendios, como muestra un trabajo publicado en Proceedings, (Academia Nacional de Ciencias, EE.UU.) por Paulo Monteiro Brando, del Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazonia y sus colegas. "Las interacciones entre el clima y los cambios del uso de la Tierra pueden desencadenar la extensa degradación de las selvas amazónicas; los incendios de alta intensidad asociados a los fenómenos meteorológicos extremos pueden acelerar esta degradación incrementando abruptamente la mortalidad de los árboles", explicaban recientemente.

Los estudiosos del clima puntualizan que las proyecciones climáticas no consisten en predecir el tiempo meteorológico que hará dentro de 50 años, en una semana concreta en una localidad determinada. No se trata de una predicción del tiempo a larguísimo plazo, sino de identificar los rasgos y de calcular los cambios del clima de la Tierra y sus posibles manifestaciones en la medida en que se vayan acumulando más o menos gases de efecto invernadero en la atmósfera. "La precipitación media global dentro de 50 años aumentaría entre un 5%, en el escenario más favorable de menor concentración de gases de efecto invernadero, y un 15% de incremento en el escenario más desfavorable", resume De Castro. "Pero su distribución será muy desigual entre regiones. Como regla general, las zonas húmedas recibirán más precipitaciones y las áridas, tendrán menos lluvias, con pocas excepciones".

Tampoco el cambio en las temperaturas será uniforme, de manera que habrá entre un 20% y 70% menos días de frío extremo respecto a los actuales, especialmente en latitudes altas, mientras que el número de días de calor realmente alto aumentará entre un 30% y un 250%, sobre todo en latitudes medias. Y la duración e intensidad de las sequías es probable que aumenten en regiones como la cuenca del Mediterráneo, Europa Central, Centroamérica, noroeste de Brasil y Suráfrica, apunta el catedrático de Castilla la Mancha. En la península Ibérica "los inviernos será un poco más suaves y, aunque seguirá habiendo días muy fríos, serán menos frecuentes; los veranos serán mucho más tórridos y las precipitaciones serán menos abundantes entre abril y octubre".

Millones de personas notarán el cambio climático directamente en las regiones costeras que el mar, al subir, se habrá comido literalmente o erosionado mucho. Algunas islas, como varias del Pacífico, o las Maldivas, tendrán problemas serios de pérdida de habitabilidad por áreas sumergidas o por la salinización de acuíferos. Los deltas de los ríos se verán afectados, además de playas y costas en todo el mundo, con impacto enorme, por ejemplo, en el turismo.

"En España, el aumento del nivel del mar afectará a toda la costa. Será notable en el delta del Ebro o zonas bajas como la desembocadura del Guadalquivir o Huelva; el impacto será destacable también en puertos e infraestructuras costeras, incluso con pérdida de operatividad en muchos casos, y se perderá gran parte de las playas encajadas en las costas del Cantábrico y de la Costa Brava", explica Losada. Advierte de que las grandes y dañinas tormentas que ha sufrido este invierno la costa norte española pueden ser más habituales dentro de pocas décadas.

"La subida del nivel medio del mar desde 1900 ha sido de unos 20 centímetros, y los valores proyectados para 2050 están entre 24 y 29 centímetros más", resume Losada. ¿Y ese crecimiento del agua, de dónde saldrá? La mayor parte, responde este experto, se debe a la expansión térmica del agua, la dilatación de un material que se calienta, pero también de la fusión de los glaciares y las masas de hielo en Groenlandia, Ártico y Antártida. "Por ejemplo, si se fundiera la masa de hielo que cubre Groenlandia, lo que sería posible excediendo temperaturas globales por encima de dos o cuatro grados respecto a la preindustrial, se estima una subida del nivel medio del mar global de hasta siete metros", explica Losada. Pero eso sería, en todo caso, mucho más allá de finales del siglo XXI. De momento, las tres evidencias claras de cambio climático en el océano son: subida del nivel, calentamiento del agua y acidificación de la misma, con gran impacto en prácticamente todas las especies marinas y muy especialmente en los corales.

Los trópicos se están ampliando hacia latitudes cada vez más altas, y el proceso seguirá. No solo la frontera con las latitudes medias, determinada por la circulación atmosférica específica de la banda ecuatorial, se desplaza hacia el Norte y el Sur arrastrando sus condiciones de vientos secos y desiertos. Desde 1979, el cinturón atmosférico tropical se ha ensanchado entre 225 y 530 kilómetros, sumando el efecto en ambos hemisferios. Además, según han anunciado dos equipos científicos hace poco, la fase más intensa de los ciclones tropicales, como huracanes y tifones, se desplaza igualmente con el ensanchamiento del trópico. Las migraciones de millones de personas huyendo de las zonas más acosadas por la sequía serán seguramente una realidad dentro de 500 años.

Para finales de siglo, muchos de estos efectos del calentamiento global se habrán agudizado y otros habrán empezado a mostrarse con toda claridad. "Lo seguro es que dentro de 50 años ya no habrá climaescépticos", concluye De Castro, "puesto que hará tiempo que las evidencias del calentamiento global antropogénico habrán llegado a ser absolutamente incontestables".

PRONÓSTICOS PARA TODO EL PLANETA
Los expertos de la NASA resumen las proyecciones climáticas para las grandes zonas del planeta.

Europa. Aumenta notablemente el riesgo de inundaciones catastróficas en el interior. En las costas también habrá inundaciones más frecuentes y la erosión de agudizará por las tormentas y la subida del nivel del mar, se reducirán los glaciares en las áreas montañosas así como la cubierta de nieve en las latitudes altas. La pérdida de especies animales y vegetales será importante y se reducirá la productividad de las cosechas en el sur del continente.

América Latina. En general se registrará un reemplazo gradual de la selva tropical por la sabana en la Amazonia oriental, con un alto riesgo de pérdida de biodiversidad y extinciones de especies en muchas áreas tropicales, y cambios significativos en la disponibilidad de agua dulce para el consumo humano, la agricultura y la generación de energía.

América del Norte. Habrá una disminución de las nieves en las regiones montañosas occidentales, un incremento de entre el 5% y el 20% de las precipitaciones en algunas regiones agrícolas (lo que será favorable) y un incremento en la intensidad y frecuencia de las olas de calor en lugares que ya las sufren. África. Ya a finales de esta década habrá entre 75 y 220 millones de personas expuestas al incremento de la escasez de agua dulce, pueden reducirse las cosechas que dependen de las precipitaciones hasta un 50% en algunas regiones y el acceso a la alimentación pude estar gravemente comprometido.

Asia. Especialmente en el sur, el centro, el este y el sureste, se reducirá la disponibilidad de agua dulce hacia 2050; extensas áreas costeras están en riego por el incremento de las inundaciones y en algunas regiones se esperan más y más intensas sequías.

Alicia Rivera 

Vía: El País, 21/05/2014
F:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/05/20/actualidad/1400604766_206368.html

lunes, mayo 12, 2014

Hallada una nueva especie de hongo fundamental para la conservación de los bosques en Tailandia

La reserva de la vida salvaje de Phu Khieo (Phu Khieo Wildlife Sanctuary) es una de las zonas de Tailandia con mayor diversidad biológica y es además hogar de un gran número de aves incluidas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, como el Asarcornis scutulata (pato de la jungla o pato de alas blancas), en peligro de extinción. 

Un grupo internacional de investigadores, en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha puesto de manifiesto que esta reserva no es solo un 'punto caliente' de biodiversidad de fauna y flora, sino también de otros organismos menos carismáticos pero fundamentales para el funcionamiento de los ecosistemas: los hongos. Phu Khieo, en el nordeste de Tailandia, comprende una zona de bosques caducifolios mixtos (dipterocarpáceas), con pequeñas áreas de bosque semi-perenne, intercalados con algunas praderas y lagos. Se trata de la única extensión importante de bosque cerrado que queda en la región capaz de sostener poblaciones viables de las especies salvajes que requieren grandes áreas de acción, como tigres y elefantes. En este enclave se ha hallado una nueva especie de hongo del género Astraeus, que forma micorrizas con árboles de la familia dipterocarpáceas, muy apreciados por su madera y por ser el refugio de gran parte de la vida salvaje de la reserva. Este estudio se ha publicado recientemente en la revista científica PLOS ONE.
Hongo Asarcornis scutulata
"Se han analizado y comparado los caracteres morfológicos y las secuencias de cinco regiones del ADN con los de otras especies del mismo género, lo que ha permitido confirmar que se trata de una nueva especie. El género Astraeus podría tener su origen en el sudeste asiático", explica María Paz Martín, investigadora del Real Jardín Botánico, del CSIC.

Este nuevo hongo se llamará Astraeus sirindhorniae en honor de la princesa Maha Chakri Sirindhorn, de la corona de Tailandia, quien ha aceptado dar su nombre a esta nueva especie fúngica. Esta decisión se ha tomado en agradecimiento al apoyo que la Casa Real tailandesa presta a las investigaciones de patrimonio natural en este país.

El proyecto en el que participa la investigadora del Real Jardín Botánico de Madrid está liderado por científicos de la Pibulsongkram Rajabhat University y cuenta con la colaboración de la Srinakharinwirot University, la Chulalongjorn University de Bangkok y el Caledonian Mycological Enterprises de Escocia (UK). Martín ha valorado "positivamente" este tipo de proyectos por las oportunidades que ofrecen de "establecer cooperaciones internacionales" con resultados como el que ahora se presenta.



C. Phosri, R. Watling, N. Suwannasai, A. Wilson y M.P. Martín. A new representative of star-shaped fungi: Astraeus sirindhorniae sp. nov., from Thailand. PLOS ONE. DOI: 10.1371/journal.pone.0071160.

Vía: Madri+d, 12/05/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=60342&origen=notiweb_suplemento&dia_suplemento=lunes&seccion=noticiaslunes

jueves, mayo 01, 2014

Un vertedero en el fondo del mar

 
Un recipiente de plástico flota bajo el agua frente a la costa de Marsella. / Sami Sarkis / age fotostock

Naciones Unidas estima que cada año 6,4 millones de toneladas de basura acaban en los océanos de todo el mundo. Aves marinas, tortugas y mamíferos mueren al ingerir o enredarse en objetos de plástico, redes de pesca y otros residuos peligrosos. La degradación de algunos de ellos genera microplásticos que pueden contaminar toda la cadena alimenticia. El impacto más visual de esta suciedad marina son las gigantescas islas de plástico que flotan en varios océanos, como el llamado séptimo continente, un impresionante vertedero marino en el Pacífico al que se supone una superficie de entre tres y siete veces España. Pero, ¿qué ocurre en el lecho marino, allí donde nadie ha buscado esa basura?
Un estudio publicado ayer en PLOS One da respuesta a la pregunta. Varios equipos de investigadores de toda Europa han estado más de una década tomando muestras en 32 puntos repartidos por el Atlántico, el Ártico y el Mediterráneo. Y han encontrado que la basura generada por el hombre está en todas partes: desde las playas hasta los fondos marinos más profundos y más remotos. Lugares tan recónditos que ni siquiera se habían explorado hasta entonces. “En muchos casos, estas han sido nuestras primeras visitas. Ha sido sorprendente comprobar que nuestra basura ha llegado allí antes que nosotros”, resume Kerry Howell, de la Universidad de Plymouth (Reino Unido).
Imágenes de restos encontrados durante los muestreos.
Bolsas de plástico, botellas, redes de pesca, madera, vidrio y todo tipo de metales aparecieron en profundidades que van de los escasos 35 metros del Golfo de León hasta los 4.500 del cañón submarino de Cascais. Se encontró basura cerca de la costa, en la plataforma continental, pero también a 2.000 kilómetros del litoral, en la dorsal mesoatlántica, la cordillera submarina que divide el océano de norte a sur. Los autores del trabajo, procedentes de 15 instituciones científicas europeas, destacan que el alto coste y las dificultades técnicas de tomar muestras en las profundidades marinas habían impedido hasta ahora obtener un mapa de los lugares y los tipos de basura de los océanos. Y, por extensión, de conocer el alcance del problema.
A Joan B. Company, investigador del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), no le parece que sea una exageración llamar vertederos a los océanos. “Tenemos el fondo del mar lleno de basura. Es como un sumidero”, asegura. El trabajo ha encontrado que un 41% de los residuos son plásticos; un 34%, redes de pesca; otro 7% corresponde a metales; un 4%, vidrio; un 1% clinker (residuo de la calcinación de metales) y un 13%, otros tipos de basura. La densidad se ha medido en número de objetos encontrados por hectárea. “Imagínese que en la superficie de un campo de fútbol, una hectárea, a 2.000 metros de profundidad, donde no tendría que haber absolutamente nada, encontramos 30 objetos, desde una botella de vidrio a un bidón de metal o una red de pesca. Yo creo que es grave”, añade.
El equipo de Company investigó desde el cañón submarino de Blanes, delante de la costa de Barcelona, hasta Creta. Desde dos buques oceanográficos del CSIC lanzaron al fondo redes de arrastre de pesca, con las que se atrapa desde pescado hasta la basura más inimaginable. “Hemos visto de todo. Desde una taza de váter hasta la caja de un bote salvavidas de un avión F-15, pasando por una cartera con documentos que la Policía de Creta creyó que pertenecía a un hombre desaparecido un año atrás”, explica, y añade que en algunos puntos extrajeron más basura que biomasa. Mientras el equipo del CSIC contó a mano lo que salió de las redes de arrastre, el resto de investigadores emplearon principalmente vídeos con imágenes submarinas tomadas por vehículos operados a control remoto.
“Desde que hace 20 o 25 años empezamos a estudiar la ecología de los grandes fondos marinos vimos que había basura. Sabíamos que estaba allí, y que en algunas zonas era realmente grave. Había que cuantificarla, y hacerlo a nivel europeo”, dice Company. “No se puede limpiar a 1.000 metros, así que no hay otra solución que prevenir. La basura no tiene que llegar allí”, añade. Lo saben bien en la Unión Europea, que incluyó el problema de la basura marina en la directiva marco de estrategia marina de 2008, y la ONU, que lo califica como “desafío global”. Los líderes mundiales firmaron en la Conferencia Rio+20 sobre desarrollo sostenible un compromiso “para reducir significativamente en 2025 la cantidad de desechos marinos y así prevenir daños al medio ambiente costero y marino”.

Coto a las bolsas

La Unión Europea se ha propuesto eliminar antes de 2019 el 80% de las bolsas de plástico que se consumen actualmente. El Parlamento Europeo ha exigido a los Estados miembros que tomen medidas para evitar que cada ciudadano de la unión emplee, de media, 200 al año. La Eurocámara plantea, por ejemplo, que se impida la distribución gratuita en supermercados y otras superficies, o que se establezcan tasas o impuestos. Mientras algunos países han conseguido reducir el número de bolsas, en otros se siguen entregando gratis y su consumo es muy elevado.
Cada año 8.000 millones de bolsas de plástico acaban en la basura, y eso significa que en parte también acaban en el mar. Solo el 6,6% se reciclan, según datos de la Comisión Europea. El daño medioambiental es enorme. Las tortugas marinas pueden perfectamente confundir una bolsa con una medusa, una de sus comidas favoritas. El plástico también se pega a los corales. Una bolsa de plástico tarda siglos en degradarse, y se va fragmentando en trozos minúsculos. Estudios recientes muestran que el zooplancton ingiere estos minúsculos trozos de plástico, que así entran en la cadena trófica. “Es prácticamente imposible encontrar un animal marino que no tenga restos de plástico en su organismo”, asegura Ricardo Aguilar, director de Investigación de Oceana. “En más del 90% de las inmersiones que hacemos encontramos basura o aparejos de pesca. Plásticos, latas, baterías de coche, pilas, incluso lavadoras. Y una de las principales basuras son las bolsas de plástico”, añade.
Fuente: Plos One.

Vía: El País, 01/05/2014
F:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/04/30/actualidad/1398885896_802747.html