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"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

martes, enero 19, 2016

Un estudio publicado en Nature explica cómo compiten los árboles en el bosque para sobrevivir

Tres criterios funcionales -la densidad de la madera del tronco de los árboles, la altura máxima que consiguen y la relación entre el peso y el grosor de las hojas-, sirven para medir la capacidad competitiva de unos árboles frente a otros.

El estudio sobre la competencia en bosques publicado en Nature es el más extenso hasta la fecha en todo el mundo y establece reglas generales sobre la competencia existente entre los más de tres billones de árboles de más de 60.000 especies que existen en el planeta, distribuidos en más de 140.000 parcelas forestales de todo el mundo. Esta gran cantidad de datos ha permitido a los investigadores hacer generalizaciones utilizando tres criterios funcionales: la densidad de la madera del tronco de los árboles, la altura máxima que consiguen y la relación entre el peso y el grosor de las hojas. De este modo, el estudio de las características de los árboles puede ayudar a comprender cómo se relacionan las diferentes especies.

Árboles
Se trata de un estudio internacional, liderado por el investigador George Kunstler, del IRSTEA de Grenoble, en Francia, y la Macquarie University de Sydney, en Australia, en el que han participado más de 40 investigadores en todo el mundo, entre ellos los investigadores de la Universidad de Alcalá Miguel Ángel de Zavala y Paloma Ruiz Benito.

Zavala señala que el análisis de competencia entre árboles en bosques puede ser muy útil para establecer modelos para predecir cómo van a reaccionar los ecosistemas frente al cambio climático y también tendrá aplicaciones útiles en ámbitos como la gestión y explotación forestal o la conservación de la biodiversidad.

El estudio da respuesta a preguntas como por qué en el bosque mediterráneo conviven en perfecta paz los pinos y las encinas: gracias a que no entran en competencia y se complementan. La encina crece menos y tolera la sombra; el pino crece más rápido, consigue más altura y es menos tolerante a la sombra.

Zavala agrega que "se trata de una muestra más de la necesidad de estudios coordinados y cooperativos entre países de todo el mundo si queremos identificar algunos de los principios generales que regulan el mantenimiento de la diversidad biológica y el funcionamiento de los ecosistemas, algo particularmente necesario en este momento en el que el cambio global amenaza con la degradación de muchos ecosistemas".


Referencia bibliográfica:Georges Kunstler, Daniel Falster, David A. Coomes, Francis Hui, Robert M. Kooyman, Daniel C. Laughlin, Lourens Poorter, Mark Vanderwel, Ghislain Vieilledent, S. Joseph Wright, Masahiro Aiba, Christopher Baraloto, John Caspersen, J. Hans C. Cornelissen, Sylvie Gourlet-Fleury, Marc Hanewinkel, Bruno Herault, Jens Kattge, Hiroko Kurokawa, Yusuke Onoda, Josep Peñuelas, Hendrik Poorter, Maria Uriarte, Sarah Richardson, Paloma Ruiz-Benito et al. Nature (2015) doi:10.1038/nature16476.
 Vía: Madri+d, 19/01/2016
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=65506

La Biblioteca del MNCN presenta sus fondos en el portal SIMURG

La Biblioteca del MNCN presenta una parte importante de sus fondos digitalizados en el portal SIMURG. Se trata de un proyecto ambicioso y plural que abarca más de trescientos volúmenes de nuestra colección.

Fundamentalmente son monografías impresas, aunque también obras manuscritas y revistas, folletos, recopilación de escritos de diversos autores. Entre los manuscritos se encuentra una obra inédita la “Ictiología cubana” de Felipe Poey, 10 volúmenes de láminas en las que se perfila a lápiz y tamaño natural cada especie de las que Poey quiso reseñar en su prolija obra y que describe sucintamente pero uno por uno, en los dos libros de texto que les acompañan.

El Museo de Zoología de la Universidad de La Habana lleva por nombre el de este ilustre naturalista. El anhelo de Poey fue que se conservara el original y se guardara en este Museo de Ciencias de Madrid. Todo un reto capturar esas más de 800 láminas plegadas casi todas y de una extensión superior al metro cuadrado muchas de ellas.

Entre los opúsculos una recopilación de más de ochenta referencias del autor Francisco de las Barras y Aragón, cuyos documentos son numerosos en nuestra colección, son muy solicitados y deseamos facilitar su consulta con esta disponibilidad en Simurg.

Entre las obras impresas verdaderas joyas como cinco títulos de la Historia Natural de Konrad Gesner de finales del S.XVI y principios del S. XVII. Son un referente imprescindible en la literatura europea sobre zoología.

Otras obras cuya integridad deseamos preservar y que son parte de la historia del propio Museo, reglamentos, sobre la gestión y formación de sus colecciones, etc.

En definitiva un conjunto diverso, no exclusivo de temas sobre ciencias naturales, de ejemplares que tenemos la suerte de conservar y sabemos de difícil localización e interés para usuarios muy diversos que agradecerán enormemente poder consultarlos a texto completo para su estudio.
Confiamos en que la selección que en su momento escogimos para este portal sea de provecho e interés de muchos.


Vía: CSIC, 19/01/2016
 F:http://bibliotecas.csic.es/inicio?p_p_id=contentviewerservice_WAR_alfresco_packportlet&p_p_lifecycle=1&p_p_state=maximized&p_p_mode=view&p_p_col_id=column-1-1&p_p_col_count=1&_contentviewerservice_WAR_alfresco_packportlet_struts_action=%2Fcontentviewer%2Fview&_contentviewerservice_WAR_alfresco_packportlet_nodeRef=workspace%3A%2F%2FSpacesStore%2Fd93c61a6-d9a7-4adf-864a-8e9de94229c3

La agricultura detuvo un enfriamiento global hace 7.000 años, según un estudio




La agricultura antigua, incluyendo la agricultura temprana de arroz, pudo haber jugado un papel en el retraso de una próxima Edad de Hielo, según una nueva investigación.

La expansión agrícola hace 7.000 años probablemente desaceleró un proceso de enfriamiento natural del clima global, jugando un papel en el clima relativamente más benigno que experimentamos hoy.
Es la conclusión de un estudio publicado en la revista 'Reviews of Geophysics', basado en un nuevo análisis de datos climáticos núcleos de hielo, evidencias arqueológicas y muestras de polen antiguas.

"La agricultura temprana ayudó a mantener el planeta caliente", opina William Ruddiman, un científico climático de la Universidad de Virginia y autor principal del estudio, que se especializa en la investigación de los registros de sedimentos del océano y núcleos de hielo para obtener evidencias de las fluctuaciones climáticas.
Hace una docena de años, Ruddiman planteó la hipótesis de que los primeros humanos alteraron el clima por la quema de áreas enormes de bosques para despejar el camino para los cultivos y el pastoreo de ganado. El dióxido de carbono resultante y el metano liberado a la atmósfera tienen un efecto de calentamiento que "bloqueó la mayoría o la totalidad de un enfriamiento natural que debería haber ocurrido", dijo.

Esa idea, que llegó a ser conocida como la "hipótesis antropogénica temprana" fue objeto de acalorados debates durante años por científicos del clima, y todavía se considera discutible por algunos de estos científicos. Pero en el nuevo estudio, Ruddiman y sus 11 coautores de instituciones en los Estados Unidos y Europa, dicen que la evidencia acumulada en los últimos años, sobre todo a partir de registros de núcleos de hielo que datan de hace 800.000 años, muestran que un período de enfriamiento fue detenido después de la llegada de la agricultura a gran escala.
De lo contrario, dicen, la Tierra habría entrado en las primeras etapas de una Edad de Hielo natural, o período de glaciación.

La Tierra se ve sometida a ciclos entre períodos glaciales fríos y períodos interglaciales más cálidos, debido a las variaciones en su órbita alrededor del sol. Actualmente nos encontramos en un período interglacial que comenzó hace cerca de 12.000 años.

En 2003, Ruddiman desarrolló su hipótesis antropogénica temprana después de examinar datos climáticos de 350.000 años de los núcleos de hielo y otras fuentes. Él encontró que durante los períodos interglaciares, los niveles de dióxido de carbono y de metano disminuyeron, enfriando el clima y dando paso a un período glacial subsiguiente. Pero, sólo durante la época del Holoceno, estos niveles de gas aumentaron, coincidiendo, dijo, con el inicio de la agricultura a gran escala.

Atribuyó el aumento de las emisiones de dióxido de carbono a la tala y quema, técnicas ampliamente utilizadas por los primeros agricultores para que grandes extensiones de tierra quedasen disponibles para los cultivos. Ruddiman encontró que los niveles de dióxido de carbono aumentaron hace 7.000 años, y que el metano comenzó a subir hace 5.000 años. Dijo que esto explica por qué una tendencia al enfriamiento que habría dado lugar a un nuevo período glacial, no siguió adelante.


Un año de vida del dióxido de carbono (CO2) en la Tierra. (Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA)

En el nuevo estudio, Ruddiman y sus colegas han profundizado en el registro climático, utilizando datos de testigos de hielo de la Antártida, que datan de hace 800.000 años.
En el desarrollo de su hipótesis, Ruddiman y sus colegas han recurrido a numerosos estudios en todas las disciplinas científicas: climatología, antropología, arqueología, paleoecología y dinámica de la población, todo para comprender mejor cómo los seres humanos pueden haber afectado al clima más allá de la relativamente reciente revolución industrial y la quema generalizada de combustibles fósiles.

Citan un estudio reciente que también resume los estudios arqueológicos para encontrar que el riego de arroz, que libera gas metano a la atmósfera, explica la mayor parte del anormalmente alto aumento de metano atmosférico que comenzó hace unos 5.000 años. La proliferación de la ganadería durante ese período de tiempo también puede explicar parte del aumento de metano.

Vía: Terraantiqvae, 19/01/2016
F:http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/la-agricultura-detuvo-un-enfriamiento-global-hace-7-000-anos-segu#.Vp5t_Fknl4k