"Novedad. Cosa nueva y no acostumbrada. Suele ser peligrosa por traer consigo mudança de uso antiguo" (SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS) 1539-1613

"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

viernes, julio 08, 2011

El Golfo de Cádiz ha sufrido unos cinco tsunamis en los últimos 7.000 años

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y de cinco universidades españolas han elaborado un catálogo de paleotsunamis en el Holoceno (hace unos 11.000 años), que será publicado próximamente en la revista Quaternary International. El catálogo estará avalado por evidencias geológicas y geomorfológicas, registros arqueosísmicos y paleosísmicos, y por datos históricos de los acontecimientos más recientes. 

En los últimos años los tsunamis han acaparado las portadas de los medios por motivos tristemente conocidos. Aunque el riesgo de tsunami en España no es muy alto, la costa suroccidental de la Península Ibérica es una de las zonas más expuestas a la acción de tsunamis en Europa, debido a los sistemas de fallas que marcan el límite entre las placas europea y africana.



De los diversos tsunamis que se han registrado en la costa peninsular, el más conocido es el que tuvo lugar en 1755, asociado al terremoto de Lisboa, y que dio lugar a inundaciones en las costas de España, Portugal y Marruecos.

“Antes del tsunami ligado al terremoto de Lisboa se han registrado otros cinco tsunamis en el Golfo de Cádiz en los últimos 7.000 años” comenta Caridad Zazo, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC). “El intervalo de recurrencia de estos eventos catastróficos oscila entre 1.200 y 1.500 años”, añade. Sin embargo, la fuente o fuentes sísmicas que originaron los tsunamis "no están claras", ni siquiera para el del terremoto de Lisboa.

Entre los múltiples enclaves del Golfo de Cádiz en los que se han detectado depósitos sedimentarios atribuidos a la acción de tsunamis, se encuentran Punta Umbría y las marismas de Doñana (Huelva), y la flecha litoral de Valdelagrana (Cádiz).

El análisis de los cambios sedimentarios, paleontológicos y geomorfológicos en estuarios, marismas, barras litorales y otros ambientes costeros, permite detectar la sismicidad ocurrida en el fondo oceánico. Otro indicador de la paleosismicidad marina es el registro de las turbiditas, que son los sedimentos depositados por corrientes de turbidez en zonas profundas del océano.

LA FUERZA DE LOS TSUNAMIS

Los tsunamis son olas marinas de gran tamaño que se generan en la mayoría de los casos como consecuencia de movimientos sísmicos con epicentro en el océano que desplazan parte del fondo marino; o por deslizamientos submarinos debidos a la actividad volcánica. Su longitud de onda, o distancia que separa dos crestas sucesivas, puede alcanzar los 400 kilómetros frente a longitudes de onda que van de medio metro a 300 metros en las olas normales. En mares profundos estas olas pasan inadvertidas pues apenas se elevan un metro pero al llegar a la costa pueden alcanzar grandes alturas, excepcionalmente hasta 20 metros.

La energía de los tsunamis puede llegar a ser formidable, su turbulencia arrastra rocas y arena dando lugar a importantes cambios geomorfológicos que alteran sensiblemente el paisaje costero; estos cambios pueden conservarse en el registro geológico durante millones de años.


Referencia bibliográfica: Lario, J., Zazo, C., Goy, J. L., Silva, P. G., Bardaji, T., Cabero, A., Dabrio, C. J. 2011. Holocene palaeotsunami catalogue of SW Iberia. Quaternary International. doi:10.1016j.quaint.2011.01.036 

 Vía: Cordis, 08/07/11
F:  http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=49150&origen=notiweb

viernes, julio 01, 2011

Un nuevo «diccionario de plantas» gracias a una colaboración científica mundial

Quien necesite consultar algún dato sobre las propiedades funcionales de una planta podrá acudir en primer lugar a la nueva base de datos de plantas desarrollada por un equipo internacional de biólogos.

La base de datos TRY es producto de la colaboración entre 106 instituciones científicas de todo el planeta para crear un auténtico «diccionario de plantas» que reúne 3 millones de rasgos de 69 000 de las 300 000 especies de plantas existentes en la Tierra. La finalidad de esta nueva herramienta, cuya primera versión se ha anunciado en la revista Global Change Biology, es la de proporcionar una fuente de datos indispensable para la investigación de la biodiversidad y las ciencias de la tierra.

«Este importantísimo adelanto en la disponibilidad de información posibilitará predicciones más fiables sobre los cambios que se producirán en los límites de vegetación y en las propiedades de los ecosistemas en caso de cambios en el clima y el uso del suelo», comentó el Dr. Ian Wright de la Universidad Macquarie (Australia), una de las instituciones coordinadoras del proyecto. «La base de datos global TRY también puede revolucionar la investigación sobre la biodiversidad y contribuir a alcanzar nuevas cotas en el conocimiento sobre cómo la cantidad de especies (biodiversidad) y la variación entre especies y sus rasgos (diversidad funcional) afectan a los servicios y funciones del ecosistema.»

Los rasgos de los vegetales, es decir, las propiedades fisiológicas y morfológicas de las plantas, determinan la forma en la que compiten por recursos como la luz, el agua y los nutrientes del suelo, y también a qué velocidad crecen. Estos rasgos también condicionan la influencia que ejercen las plantas en las propiedades de un ecosistema, como la velocidad del ciclo de nutrientes, el uso del agua o la absorción de dióxido de carbono.

La reunión de información sobre rasgos vegetales en un lugar también repercutirá positivamente en la investigación acerca de los efectos del cambio climático sobre los ecosistemas y en todo el planeta, que hasta ahora estaba lastrada por la falta de acceso a datos sobre una cantidad de especies suficiente. La base de datos TRY, el fruto de cuatro años de trabajo, viene a remediar esta laguna científica.

«Los modelos de la vegetación mundial suelen clasificar las especies de plantas en unos pocos tipos funcionales, como pastos o árboles de hoja perenne, pero este planteamiento no refleja la mayor parte de la variación observada en los rasgos vegetales», explicó Christian Wirth, profesor de Ecología Vegetal de la Universidad de Leipzig (Alemania), otra de las instituciones coordinadoras del proyecto.

La base de datos TRY muestra por primera vez a una escala tan grande que la mayor parte de la variación observada en los rasgos vegetales es atribuible a diferencias entre las especies de plantas. Por otro lado, los tipos funcionales de plantas al estilo de los utilizados en los modelos de la vegetación mundial son mucho menos eficaces para reflejar las variaciones entre los rasgos, en el caso de algunos rasgos apenas un 25 %.

Mediante el empleo de modelos de vegetación basados en rasgos se logra una representación más realista y basada en datos empíricos de la biodiversidad en los modelos dedicados a los sistemas terrestres.

La profesora Sandra Díaz del instituto de investigación IMBIV-CONICET (Argentina) comentó sobre la innovadora naturaleza de esta base de datos: «La envergadura de los cambios a los que nos enfrentamos precisa nuevas formas de hacer ciencia, tanto en lo referente al tamaño de las redes y las bases de datos como al elevado grado de colaboración necesario.»

La base de datos TRY está alojada en el Instituto Max Planck de Biogeoquímica en Jena (Alemania).

Vía: Cordis, 28/06/2011
F:http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&DOC=1&CAT=NEWS&QUERY=0130e4cf0bfa:dc4e:594c0d99&RCN=33562

La reaparición de una microalga podría causar estragos en la vida oceánica

Neodenticula seminae es una planta microscópica que desapareció del Atlántico Norte hace 800 000 años. Sin embargo, un estudio recién publicado informa de su reaparición en esta zona, lo que constituiría la primera migración trasatlántica de los tiempos modernos en lo referente al plancton. Este descubrimiento es fruto del proyecto CLAMER («Resultados de una investigación sobre el cambio climático y los ecosistemas marinos»), financiado a través del tema de Medio ambiente del Séptimo Programa Marco (7PM) de la Unión Europea con más de 990 000 euros.

Los autores postulan que la desaparición de hielo polar habría facilitado el paso de esta planta microscópica desde el Pacífico a través del Océano Ártico, al haber dejado paso franco a esta diminuta alga por el Polo Norte.

Pese a servir como fuente de alimento, los ecologistas no son optimistas ante su retorno. Temen que cualquier cambio en la base de la cadena trófica marina acabe por perjudicar a la flora y la fauna del Atlántico.

Científicos de la Fundación de Oceanografía Sir Alister Hardy (SAHFOS, Reino Unido) advierten que «este desplazamiento geográfico podría alterar la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas marinos del Ártico y del Atlántico Norte».

También destacan que la migración de N. seminae coincide con la llegada en 2010 de una ballena gris del Pacífico avistada cerca de las costas de Israel y también de España. Se trata de una ballena extinta en el Atlántico desde hace 300 años, probablemente por efecto de una caza excesiva. Los entendidos opinan que la menor cantidad de hielo en el Ártico habría permitido a la ballena cruzar del Pacífico al Atlántico Norte y desde allí llegar hasta el Mediterráneo.

Esta información se desprende de una serie de informes acerca de las alteraciones que se están produciendo en la flora y fauna marinas del Atlántico Norte a raíz del cambio climático; CLAMER se dedica a recopilar y catalogar los hallazgos correspondientes.

En concreto, el equipo del proyecto se dedica a compilar los resultados de casi trescientos proyectos de investigación financiados por la UE sobre cambio climático realizados a lo largo de un periodo de trece años en las aguas litorales y oceánicas de Europa así como en el Mar Mediterráneo, Mar Báltico y Mar Negro.

«Estas migraciones constituyen un ejemplo de cómo el cambio de las condiciones climáticas obliga a distintas especies a desplazarse o a modificar su comportamiento, lo cual provoca las alteraciones ecosistémicas que están saliendo a la luz actualmente», explicó Carlo Heip, director general del Real Instituto de Investigación Marina de los Países Bajos (NIOZ) y coordinador del proyecto CLAMER.

Actualmente SAHFOS, asociada a CLAMER, documenta los cambios en el plancton por medio del programa Registrador Continuo de Plancton (CPR), la exploración biológica marina más extensa del planeta desde el punto de vista geográfico.

Sus datos ponen de relieve los cambios sufridos por otros animales diminutos, como los llamados copépodos, los cuales hacen peligrar el suministro de alimentos para especies ictiológicas como las de bacalao, arenque y caballa. El equipo científico considera que los cambios en la flora planctónica «guardan relación con el declive de algunas poblaciones de peces» y de algunas aves del Mar del Norte que se alimentan de éstas.

Diversos estudios demuestran que probablemente las alteraciones en la composición de la vida marina sean de signo desigual. Algunas especies podrían resultar perjudicadas, mientras que otras podrían salir beneficiadas y registrar un incremento de su biodiversidad y productividad.

«Pero la mayoría de los impactos son tan claramente negativos, y la magnitud de los cambios puede llegar a ser tan inmensa que, en conjunto, envían señales de alerta incuestionables», apuntó el Dr. Heip.

Los socios de CLAMER proceden de Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Noruega, España y Reino Unido.

Vía: Cordis, 28/06/2011
F:http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=33561

Los ojos complejos se remontan a más de 500 millones de años

La historia de los modernos ojos complejos, como los actuales de las libélulas, ha dado un gran salto hacia atrás con el descubrimiento de ojos de artrópodos exquisitamente conservados en depósitos del Cámbrico inferior en Australia. Estos órganos pertenecen a artrópodos de una comunidad que habitó un yacimiento, similar al famoso de Burgess Shale, en Emu Bay (sur de Australia), donde se han conservado las partes blandas de los animales. Datan de hace unos 515 millones de años y son los más antiguos de este tipo hallados hasta ahora. Sobrepasan en 85 millones de años a los anteriores conocidos e indican que la visión era muy compleja ya desde el origen de la vida animal.

La disposición y el tamaño de las lentes indican que estos ojos pertenecieron a un predador activo que era capaz de ver con poca luz, pero que los investigadores no han podido identificar. Los ojos son más complejos que los de los trilobites contemporáneos de estos artrópodos y tan avanzados como los de animales actuales. "Esta mayor complejidad tiene tres vertientes", explica Diego García-Bellido, del CSIC, miembro del equipo internacional que publica el estudio en Nature. "En primer lugar, mientras los ojos de trilobites de esta época no llegan a tener 100 lentes, equivalentes a píxeles de una foto, el fósil que ahora presentamos tiene más de 3.000, lo que le confería una mayor agudeza visual; en segundo lugar, las lentes alcanzan un diámetro mucho mayor -150 micras- frente a los pequeñas lentes descritas en estos trilobites de entre 20 y 30 micras-". Por último, destaca García-Bellido, "los ojos fósiles australianos presentan un gradiente de tamaño de las lentes, con una zona central de mayor sensibilidad lumínica, lo que se ve actualmente en algunos artrópodos actuales, especialmente en aquellos que necesitan una buena visión por ser de hábitos depredadores, como las moscas cazadoras y las libélulas".
Para los investigadores, liderados por Michael S.Y. Lee, del South Australian Museum, este hallazgo refuerza las pruebas de que la explosión del Cámbrico, de donde surgieron todos los grupos de animales actuales, dio lugar a una rápida innovación en la anatomía a pequeña escala además de en las formas generales de los organismos vivos. Indican, según los autores, que el desarrollo de una visión avanzada ayudó a impulsar este gran acontecimiento evolutivo.

Las excavaciones en la zona concreta de Buck Quarry comenzaron en 2007. Algunos fósiles de tipo Burgess Shale ya se habían encontrado en Emu Bay Shale en la década de los setenta, pero solo se conocían de los afloramientos de la costa (ahora protegidos por ley). A unos 400 metros tierra adentro está la nueva localidad, que ya ha producido más de 5.000 ejemplares y unas 50 especies distintas, la mayoría nuevas para la ciencia.

 Vía: El País, 29/06/2011
F:http://www.elpais.com/articulo/sociedad/ojos/complejos/remontan/500/millones/anos/elpepusoc/20110629elpepusoc_7/Tes