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"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

jueves, septiembre 20, 2012

Cinco "linces de la botánica" en peligro "critico"

La ciencia botánica está de enhorabuena, ya que investigadores españoles trabajan para evitar la extinción de cinco plantas con flores endémicas de la península y Baleares, los denominados coloquialmente "linces botánicos", linajes únicos dentro del árbol filogenético de la vida.

Los géneros a los que pertenecen estas plantas están catalogados "en peligro crítico", categoría que antecede a "planta extinta", y además constan de una sola especie y presentan muy pocas poblaciones e individuos.

Su pérdida no genera "alarma social" pero a nivel científico tendría la misma relevancia que si desapareciera un lince ibérico, explica la botánica e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, (CSIC) Inés Álvarez.

A pesar de su importancia, el mundo vegetal no tiene el mismo impacto en la apreciación de la biodiversidad por parte de la sociedad que el mundo animal y, además, estas plantas carecen de utilidad económica y social, destaca la investigadora. "Su desaparición implicaría la pérdida de riqueza genética a nivel global del planeta".
Álvarez participa en el "Proyecto Cero" de la Fundación General del CSIC que se desarrolla en el Real Jardín Botánico de Madrid para estudiar estas cinco plantas emblemáticas de la conservación vegetal en España.

La investigadora matiza que estas plantas no tienen asignado nombre vulgar sino que se las conoce por su nombre en latín: Avellara fistulosa, Castrilanthemum debeauxii, Gyrocaryum oppositifolium, Naufraga balearica y Pseudomisopates rivas-martinezii.

Algunos riesgos que influyen en el declive de estas especies pueden ser de naturaleza intrínseca como problemas en su reproducción o en la germinación, destaca la científica, pero también hay que tener en cuenta los nuevos escenarios asociados al cambio climático en los que sobreviven.

"Hace 100 o 150 años las condiciones climáticas de los lugares donde habitaban estas especies eran diferentes, lo que en algunos casos podría acelerar la vulnerabilidad de las mismas". Otro problema añadido son los lugares donde habitan ya que son espacios únicos, escasos, de un área muy pequeña y a veces poco protegidos, en los que cualquier perturbación podría extinguirlas, destaca Álvarez.

Es el caso de la Avellara, planta que crece en marismas y humedales del Parque de Doñana (Sevilla), donde es necesario la existencia de aguas limpias y condiciones medioambientales especiales para su desarrollo ya que la destrucción de su hábitat natural podría jugar un papel importante en la reducción del número de poblaciones.

Castrilanthemum se ha encontrado en las sierras contiguas de Castril (Jaén), Guillimona (Granada) y Cabrilla (Jaén), pero sólo la población nacida en la zona granadina se ha mantenido varios años seguidos durante esta década.

En esta especie de carácter anual se ha observado un alto porcentaje de depredación de semillas -entorno al 55 %- por larvas de díptero, que reduce considerablemente la germinación.

La Gyrocaryum es una planta "esquiva y de aparición caprichosa" -detalla la experta en botánica- y aunque una de sus amenazas es la desprotección de los lugares donde habita, podría tener un problema intrínseco añadido: las flores son poco atractivas a los insectos que las polinizan y estos prefieren otras más llamativas.

En el caso de la Naufraga, los estudios sobre ella están muy avanzados y de momento se encuentra dentro de un programa de reintroducción llevado a cabo en las Islas Baleares, el problema es que sólo crece en taludes umbríos del norte de Mallorca.

Por último, la Pseudomisopates es una planta poco llamativa de la sierra de Gredos (Ávila), que crece en lugares de pastoreo al abrigo del matorral de montaña. Una de las limitaciones, manifiesta la botánica, es su baja tasa de germinación debido a la necesidad de cenizas (fuego) que necesita para su propagación.
 Vía: Público, 20/09/2012
F:http://www.publico.es/ciencias/442669/cinco-linces-de-la-botanica-en-peligro-critico

Realidades alternativas



Autor: Ramón
Vía: El País, 20/09/2012
F: http://elpais.com/elpais/2012/09/20/vinetas/1348092890_020349.html

sábado, septiembre 15, 2012

Una planta tropical sobrevive durante millones de años en el Pirineo aragonés gracias a las hormigas

Un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que las hormigas son la clave del éxito en la persistencia de la planta Borderea chouardii, una especie originaria de la Era Terciaria y cuya única población conocida en el mundo se encuentra en el Pirineo aragonés. El trabajo ha sido publicado en el último número de la revista PLoS ONE

Borderea chouardii solo crece en paredes verticales de roca dentro de un área escarpada que ocupa menos de un kilómetro cuadrado. "Su inaccesibilidad en este inhóspito hábitat sin duda ha contribuido a su persistencia al mantenerla lejos de la competencia de otras especies, de los grandes herbívoros y de la dinámica asociada a los cambios de clima y de uso del territorio. Pero también constituye un hándicap para mantener la estabilidad poblacional, puesto que la caída de semillas provocada por la gravedad llevaría con el tiempo a su extinción", explica la investigadora del CSIC María Begoña García, del Instituto Pirenaico de Ecología.

DOBLE MUTUALISMO
Este estudio demuestra que B. chouardii vence ese hándicap gracias a la acción de varias especies de hormigas: Lasius grandis y Lasius cinereus se encargan principalmente de llevar el polen desde las plantas macho hasta las hembras, y Pheidole pallidula dispersa las semillas en otras grietas distantes de la planta madre. "Es un doble mutualismo en el que la planta se sirve de los mismos animales, tanto para la polinización como para la dispersión de las semillas. Este tipo de mutualismo es muy escaso en la naturaleza por su fuerte dependencia de un solo tipo de interactuante; sin embargo B. chouardii puede permitirse ese riesgo dado que su reproducción sexual no es la parte más importante de su ciclo de vida, que puede superar los 300 años. La descendencia es necesaria para sobrevivir, pero no urgente en este caso", añade la investigadora.

Según este estudio, la polinización mediante hormigas es muy efectiva: alrededor del 80% de las flores logra cuajar frutos, y en la misma proporción los óvulos se transforman en semillas viables. Para dispersar las semillas, aparte de la acción de las hormigas, responsables de un tercio de las plántulas reclutadas en la población, esta planta emplea también la autosiembra de frutos en grietas próximas a las hembras, pero este sistema fracasa en el 90% de las ocasiones. El secreto de que las semillas de B. chouardii resulten muy atractivas para las hormigas reside en el contenido lipídico de la capa de células que recubre las semillas.

Esta especie, reliquia de los tiempos en los que en el Pirineo existían lugares con clima subtropical, fue descubierta en la década de 1950 y es una de las plantas más amenazadas del continente, según la Directiva de Hábitats de la Unión Europea. El estudio, en el que también han participado investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto de Biociencias de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), se ha basado en el seguimiento durante 17 años de la única población conocida de B. chouardii

Vía: CSIC, 14/09/2012
F: http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=54166&origen=notiweb&dia_suplemento=viernes

lunes, septiembre 10, 2012

Cambios de perspectivas en la conservación de la naturaleza

Modelos numéricos sencillos pueden evaluar los efectos de los espacios naturales protegidos en el paisaje y en la socioeconomía local, según un estudio de investigadores en ecología del territorio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). 

Desde que en 1872 se creara el Parque Nacional de Yellowstone –un inmenso territorio rectangular entre Montana, Idaho y Wyoming– los ‘espacios naturales protegidos’ se consideran el mayor logro mundial de la conservación de la naturaleza. Su declaración compromete a las administraciones a conservar los valiosos componentes naturales y paisajes de estos espacios. El valor reconocido a tales áreas se basa en su singularidad, fragilidad e interés educativo, como circunstancias dignas de transmitir a las generaciones futuras. Justifican la protección atributos tales como la belleza del lugar, su atmósfera emocional, las populares biodiversidad y geodiversidad, el carácter ‘autóctono’ de algunas especies y los fenómenos físicos y procesos biológicos relevantes.

Cambios de perspectivas en la conservación de la naturaleza
Figura 1. Transformación (a-c) del paisaje rural tradicional relacionada con el cambio de una economía rural a otra industrial y de servicios (Fotografías del equipo de conectividad del paisaje, UCM).
La popularidad de que goza la conservación de la naturaleza debe mucho al entusiasmo que pusieron en esta idea algunos naturalistas y científicos prestigiosos. Hoy existe una gran conciencia sobre esto, aunque también modas a veces poco serias y objetivas. La conservación de la naturaleza es hoy un importante reto entre los fines de la gestión ambiental y un problema cargado de dudas sobre la aplicación de la ciencia.

Junto a los citados fenómenos y procesos, las actividades rurales tradicionales son muy importantes para conservar la naturaleza. La administración de los espacios protegidos centra su atención en la naturaleza silvestre, pero los usos rurales que contribuyeron al mantenimiento de ésta y la dinámica socioeconómica deberían ocupar un plano más relevante en la gestión. Muchos bosques ‘prístinos’ admirados en todo el mundo son en realidad testimonios de antiguos ‘jardines agro-silvo-pastorales’ gestionados por remotas civilizaciones. La riqueza biológica de ciertos enclaves no sólo depende del ambiente físico, sino que con frecuencia está relacionada con asentamientos humanos locales y vecinos. Numerosas marismas deben su sorprendente dinámica y biodiversidad a actividades agrarias desarrolladas aguas arriba y a la ganadería practicada en ellas mismas. Uno de los valores más altos de diversidad vegetal del mundo se encuentra en los pastizales mediterráneos, cuya propia existencia se debe a la ganadería extensiva con razas y variedades selectas. La ‘dehesa’ española (el ‘montado’ portugués) es un paradigma de la conservación que responde a un paisaje enteramente cultural.

Hoy los rápidos cambios socioeconómicos de la civilización del bienestar afectan al mundo rural con transformaciones que oscilan entre la agricultura industrial y el abandono de actividades tradicionales. La primera es considerada un enemigo acérrimo de la naturaleza silvestre y algunos conservacionistas entienden que el segundo es un aliado de ésta.

Investigadores de un equipo de ecología del paisaje de la Universidad Complutense de Madrid estudian la conectividad del territorio en términos ecológicos (fenómenos físicos y biológicos) y socioeconómicos (procesos culturales). A efectos de espacios protegidos el símil sería conservar el paisaje como un tejido y no cuidar sólo de los ‘lunares’ que este tejido contenga.

En relación con la socioeconomía, este equipo contempla un conjunto de regiones europeas y americanas y se basa en procedimientos ensayados en comarcas pilotos. Unas ecuaciones sencillas muestran los cambios de la estructura del paisaje y los parámetros de la dinámica socioeconómica que mejor relación guardan con aquellos cambios, señalando su importancia y signo. Esta interrelación puede medirse dentro y fuera de los límites de los espacios protegidos, usándose esos parámetros como indicadores de gestión en comarcas con distintas circunstancias geográficas y culturales.

La revista Biological Conservation acaba de publicar (Schmitz y otros, 2012) resultados de este procedimiento aplicado en la amplia comarca que contiene el Parque Regional de la Cuenca Alta del río Manzanares, cerca de Madrid. Aunque el parque es una figura de protección creada para mantener los componentes naturales y culturales del paisaje y preservar el paradigmático Monte de El Pardo, las dinámicas paisajística y socioeconómica antes y veinte años después de la declaración señalan una gestión bastante ajena al mantenimiento de actividades rurales tradicionales. Asociada a esta desatención ha tenido lugar una intensa matorralización.

“Los estudios iniciados por nuestro equipo en distintas regiones del mundo plantean qué es lo ‘sensato’ para conservar la naturaleza con ayuda de los espacios protegidos y qué puede aprenderse de las diferentes dinámicas observadas a la hora de gestionar los recursos en cada región y circunstancia”, explica Francisco Díaz-Pineda, catedrático de ecología y coautor del estudio publicado en esta revista.

Las diferentes categorías de protección son más o menos estrictas, desde la práctica prohibición de toda presencia humana (las reservas integrales) a la protección de comarcas donde la socioeconomía de las poblaciones locales mantiene una antigua relación con componentes silvestres destacados, o bien incluyendo entre sus objetivos tanto actividades rurales agrarias como núcleos de población. La Administración neoyorquina considera la posibilidad de que el propio territorio de Nueva York y una amplia comarca circundante sean declarados por la UNESCO como reserva de la biosfera. La idea esencial de la conservación de la naturaleza parece abocada a cambiar y necesita incorporar perspectivas dinámicas porque quizá nunca se entendió bien del todo. 

María Fe Schmitz y Francisco Díaz-Pineda

Referencia: M.F. Schmitz, D.G.G. Matos, I. De Aranzabal, D. Ruiz-Labourdette, F.D. Pineda. Effects of a protected area on land-use dynamics and socioeconomic development of local populations. Biological Conservation 149: 122-135 (2012). Para más información:
Página web (lista de publicaciones) del Departamento de Ecología de la Universidad Complutense de Madrid: http://www.ucm.es/info/ecologia/  


Vía: Madri+d, 10/09/2012
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=54076&origen=notiweb_suplemento&dia_suplemento=lunes&seccion=noticias%28lunes%29

Las 'autopistas fúngicas', aliadas en la lucha contra las toxinas

Los hongos desempeñan una función importante en el ecosistema, pero la comunidad científica sigue aún desentrañando hasta qué punto son determinantes en la naturaleza. Algunos hongos son fáciles de reconocer, como las setas, la mayoría de las cuales surgen del suelo. 

Sin embargo, hay otros hongos que viven por debajo de la superficie terrestre, en el subsuelo, donde se extienden creando una suerte de filamentos. Estos filamentos cumplen un papel similar al de las redes de carreteras, permitiendo que las bacterias se desplacen por ellos. Científicos del Centro Helmholtz de Investigación sobre el Medio Ambiente (UFZ, Alemania) acaban de descubrir a otros importantes viajeros de estas 'autopistas fúngicas': sustancias contaminantes que, de no existir estas vías, quedarían estancadas en la superficie. Estas redes contribuyen, pues, a la remediación de zonas contaminadas.

El estudio ha sido publicado en la revista Environmental Science & Technology y fue financiado en parte por el proyecto Biogrid (Red de información y conocimientos sobre biotecnología), dotado con una financiación de casi 835.000 euros en virtud del área temática Tecnologías de la sociedad de la información (TSI) del Quinto Programa Marco (5PM) de la Unión Europea.

La mayoría de los hongos existe en el entorno manteniendo relaciones simbióticas, unas veces beneficiosas, otras veces antagonistas y otras simplemente sin causar ni daños ni beneficios. Según los autores, los mencionados filamentos fúngicos pueden relacionarse con bacterias consumidoras de contaminantes e incluso favorecerlas. Determinadas bacterias se alimentan de sustancias químicas tóxicas y son capaces de convertirlas en sustancias inocuas, constituyendo así un medio natural de restaurar suelos dañados. Pero estas bacterias no siempre se encuentran en las proximidades para alimentarse de dichas sustancias. "El inconveniente es que en muchos casos los contaminantes no llegan siquiera hasta ellas", explicó el investigador del UFZ Lukas Y. Wick, coordinador del estudio.

A estas bacterias se les resisten aquellas sustancias que son insolubles en agua, como por ejemplo los hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAH) hallados en el carbón y el petróleo crudo y emitidos prácticamente en todos los procesos de combustión. Las bacterias y los PAH rara vez entran en contacto en el complejo laberinto de poros llenos de agua o bien de aire que se encuentran repartidos por el subsuelo. La razón es que los microorganismos se concentran mayoritariamente en agua y finas películas líquidas.

"Los PAH son prácticamente insolubles en agua, por lo que se suelen adherir a partículas de tierra en los diminutos poros llenos de aire" a los que las bacterias no pueden acceder, según explicó el Dr. Wick. Por consiguiente, existen barreras de aire entre las bacterias y sus fuentes de alimento.

En un estudio anterior, el Dr. Wick y sus colaboradores descubrieron que las bacterias eran capaces de aprovechar la infraestructura proporcionada por estas redes fúngicas. El entramado fúngico sirve a modo de «autopista» por la que los microorganismos pueden desplazarse y propagarse. Se mueven por la superficie de las hifas y logran superar sin dificultad las barreras de aire existentes entre cada par de poros llenos de agua. En su última investigación, en la que han colaborado con científicos de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), el equipo del UFZ indagó en la posibilidad de que los contaminantes también pudieran propagarse empleando el mismo entramado fúngico.

Para ello analizaron un pseudohongo llamado Pythium ultimum muy común en el subsuelo. Éste se colocó en una placa central donde había nutrientes, a partir de la cual pudo extender sus hifas a derecha e izquierda para alcanzar otras dos fuentes de nutrientes. Los tres puntos de alimento estaban comunicados por rectángulos de material en los que no había nutrientes. Entre las placas de nutrientes y los rectángulos había varios huecos que tan sólo contenían aire. De este modo se simularon los poros llenos de aire existentes en el subsuelo.

En el borde de un rectángulo, los investigadores del UFZ aplicaron un PAH llamado fenantreno. Seguidamente, comprobaron a intervalos regulares si esta sustancia podía detectarse en otros puntos de la trayectoria estudiada. "Los resultados fueron asombrosos", aseguró el Dr. Wick. En cuestión de horas, el PAH se había desplazado de un extremo del espacio del experimento hasta el otro a una velocidad entre diez y cien veces superior a la que podría haber alcanzado mediante difusión simple. Además fue capaz de sortear los huecos de aire sin trabas, lo cual habría sido imposible siguiendo la misma trayectoria sin valerse de las redes de hifas.

"Así pues, las redes de hifas no sólo sirven como 'autopistas' para las bacterias, sino también como conductos para contaminantes", aseguró Wick. "Una sola hifa es capaz de transportar por hora hasta seiscientas veces el peso de una bacteria individual".

El equipo británico analizó este transporte en profundidad. El contaminante migra atravesando la pared celular y penetrando en el interior de las hifas. Una vez allí, queda rodeado de burbujas diminutas que a continuación Pythium ultimum bombea a lo largo de su extenso entramado. De esta manera, el conducto fúngico no sólo extiende el fenantreno, sino también otras sustancias prácticamente insolubles en agua e inmóviles hasta entonces.

Los investigadores repitieron el experimento con varios PAH distintos y con todos se observó un transporte eficiente. No obstante, cabe matizar que el transporte de moléculas pequeñas fue mejor que el de moléculas grandes en recorridos largos. "Suponemos que las hifas no pueden absorber tan bien las grandes", apuntó Wick.

Los autores confían en que este mecanismo se pueda aprovechar en un futuro para la remediación de suelos contaminados. El empleo dirigido de redes fúngicas podría acelerar la degradación de PAH y quizás también de otras sustancias prácticamente insolubles en agua. "El mecanismo podría funcionar solamente si se combinan determinados hongos con determinadas bacterias", puntualizó Wick, puesto que algunos tipos de estos organismos son incompatibles o se inhiben mutuamente. En la actualidad los investigadores del UFZ buscan los 'socios' más adecuados para su "equipo microbiano de eliminación de contaminantes" 

Vía: Madri+D, 10/09/2012
F: http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=54058&origen=notiweb&dia_suplemento=lunes

jueves, septiembre 06, 2012

El bosque petrificado de La Palma

En un tramo de la colada del cráter Duraznero se pueden contemplar las huellas petrificadas de un antiguo bosque de pinos.

La Palma, entre su apretada exuberancia verde, esconde sobrecogedores paisajes lunares donde la vida brota entre el inhóspito basalto. Son sitios recónditos y poco conocidos. Gracias a ello conservan todos los trazos dibujados por la fuerza telúrica de la naturaleza. Uno de estos enclaves se localiza en un tramo de la colada del cráter Duraznero. En este paraje se pueden contemplar las huellas petrificadas de un antiguo bosque de pinos.

El lecho vegetal está cubierto por un manto de lava solidificada. La existencia de huellas de árboles abrasados por el magma que, en 1949, surgió por el cráter Duraznero del volcán de San Juan, constata que la colada, al no volcar los pinos, debió ser de poco grosor, según Ángel Palomares, ingeniero de Montes y director conservador del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente.

Palomares subraya que “este tipo de estructuras son frágiles y no es conveniente que reciban visitas masivas”. Señala que, en el incendio registrado en 2009 en los montes de los municipios de Mazo y Fuencaliente, “había visto alguno de estos moldes de los troncos en lava de la parte basal”. Ahora, durante el fuego desatado este año por la zona, dice, “observé algunos más cuando bajaba del volcán Nambroque, pero no me pude detener mucho tiempo porque estaba anocheciendo y, en ese terreno, donde todo está suelto, es bueno ver bien donde pisas”.

En algunos huecos, comenta, “quedan los restos de tea”. La mayor parte, detalla, se encuentran “en zonas de borde”. Los más expuestos a los vientos, abunda, “ya están cubiertos de líquenes”. Precisa que “estos huecos son la vía de comunicación entre el exterior mineral, con una vida muy incipiente (líquenes), y el suelo formado con anterioridad a la erupción, que permitía una vegetación arbórea de baja densidad”.

La colonización, continúa Ángel Palomares, “no es total, pero en algunos huecos ya se han instalado helechos, poleos, escrofularias, etcétera”. Contempló, añade, distintas oquedades “en posición horizontal de reducido tamaño y solo una estructura larga donde en un pequeño tramo se encontraba el hueco completo, pero en la mayor parte solo se conservaba intacta la mitad inferior”. La superior, apostilla, “se había derrumbado en casi todos los sitios”. Igualmente pudo ver “varias estructuras colapsadas” donde, estima, “en su momento debió de haber un tronco”.

Los moldes de los árboles formados por el magma, precisa, “a veces tienen todos los bordes a la misma altura, por lo que la lava debió fluir rápidamente”. En otros casos, remarca, “la mitad orientada a la cumbre es bastante más elevada, lo que indica que al enfriarse y hacerse más viscosa, al chocar con un obstáculo, se acumulaba material detrás, terminando de solidificarse rápidamente al tener más superficie de contacto con el aire”. En fin, resalta, “un paisaje lunar con suelo por debajo. ¡A ver cuánto dura!”, concluye.
 MARTIN MACHO

Imágenes de Angel Palomares del bosque aquí.

 Vía: Canarias Ahora, 04/09/2012
F:http://www.canariasahora.com/noticia/232334/