"Novedad. Cosa nueva y no acostumbrada. Suele ser peligrosa por traer consigo mudança de uso antiguo" (SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS) 1539-1613

"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

jueves, noviembre 24, 2011

El pino de La Lajilla tenía 484 años y el de Pilancones, 542

La historia de dos de los pinos más singulares de Gran Canaria, caídos ambos tras el incendio forestal del verano de 2007, ha sido reconstruida por Mar Génova, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid, analizando diversas secciones de los troncos. Así, ha estimado la edad mínima que tenían al desplomarse  en 542 años en el caso del pino de Pilancones y en 484 en el de La Lajilla. Así, haciendo cuentas, el primero dataría de mediados del siglo XV y el segundo de principios del XVI.

El estudio sobre la longevidad de estos pinos monumentales ha medido y analizado distintas secuencias de crecimiento de trozas de ambos ejemplares, correlacionando luego y sincronizando entre sí las cronologías promedio de cada uno. Así se ha reconstruido la vida de ambos, las coincidencias y divergencias en su desarrollo a lo largo de los últimos siglos y hasta las heridas que sufrieron.

El trabajo presentado ayer en el marco de las XVIII Jornadas Forestales de Gran Canaria señala que en su etapa juvenil el pino de Pilancones fue un árbol dominante con escasa competencias. En los siguientes 400 anillos se distinguen dos etapas. Entre 1570 y 1730 tuvo crecimientos similares a los del pino de La Lajilla. De ahí hasta 1910 sus anillos pasan de anchos a estrechos y de nuevo a valores medios, lo que se interpreta como que sufrió tres incendios, a mediados del XVIII y en las décadas de los 30 y los 70 del XIX. A inicios del siglo XX comenzó su edad senil, en la que  pudo sufrir dos fuegos más.

La dendrohistoria del pino de La Lajilla dice que de pequeño sufrió fuertes vientos o deslizamientos del terreno que lo inclinaron. En sus primeros 50 años fue un tanto enclenque, los 160 siguientes se desarrolló como un pino más y los 170 posteriores como un gigante. Y todo parece indicar que cuando murió gozaba de buena salud.
 Jesús Quesada

 Vía: Canarias 7, 24/11/2011
F:http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=239770

lunes, noviembre 21, 2011

XX Jornadas Micológicas de Gran Canaria


Programa de las XX Jornadas Micológicas de Gran Canaria

sábado 3 de diciembre
- De 10  a 13 horas. Presentación del sello de las Jornadas y Matasellado en la oficina temporal instalada por Correos en la Casa de Osorio. Su autoría, así como el cartel de estas jornadas, es obra del genial humorista gráfico Suso Morgan, ampliamente conocido por sus dibujos en el periódico Canarias 7.

Pueden ver el sello a color aquí

- 12.30 horas. Apertura de la exposición de hongos.

NOTA: debido al estado de la Casa de Osorio este año es imposible impartir el Curso básico de iniciación a las setas.

domingo, noviembre 20, 2011

Los árboles compensan la escasez de luz absorbiendo más carbono

Al contrario de lo que muchos pueden creer, una baja luminosidad no impide a los árboles realizar la fotosíntesis. Según se indica en un nuevo estudio realizado en la República Checa, los árboles poseen la capacidad de adaptarse a las condiciones de luminosidad existentes y, en caso de ser éstas insuficientes, absorber más carbono para seguir realizando la fotosíntesis. El estudio, centrado en la influencia de la nubosidad sobre la fotosíntesis, se ha publicado en la revista Functional Ecology.

Por mucho que se empeñen, las nubes no pueden apagar el verde vivo de los bosques europeos, a diferencia de lo que sucede en las junglas asiáticas, habitualmente cubiertas por una densa capa nubosa. Por medio de la fotosíntesis, los vegetales absorben carbono y aprovechan la energía solar para generar oxígeno. Es un proceso que evidentemente precisa de luz solar. La energía del sol incide sobre la superficie del planeta filtrada por la atmósfera, pero dicho filtro puede variar en función de múltiples factores como por ejemplo la cantidad de nubes presente.

«La nubosidad ejerce un impacto directo en los ecosistemas, puesto que influye en la temperatura y en la cantidad de luz disponible, así que las condiciones atmosféricas son tan importantes para la realización de la fotosíntesis como la propia luz solar», explicó el Dr. Otmar Urban, del Centro de Investigación sobre Cambio Global de Brno (República Checa), autor principal del estudio. «En estudios anteriores se mostró que un incremento de la nubosidad y la difusión resultante de la luz pueden en realidad potenciar la fotosíntesis de las cubiertas arbóreas, pero el mecanismo que lo posibilita escapaba a la ciencia.»

Por extraño que pueda parecer que el incremento de la nubosidad aumente la absorción de carbono en un ecosistema por medio de la fotosíntesis, el equipo científico checo asegura que el proceso viene motivado por la distribución equilibrada de la luz entre las hojas que se encuentran a distintas alturas de la cubierta forestal.

En el trabajo referido, los investigadores evaluaron la absorción neta de un bosque de pícea situado en las Montañas de Beskydy de su país en condiciones de nubosidad nula y elevada. Analizaron la cantidad de clorofila de las hojas en varias secciones de la cubierta arbórea para medir el correspondiente nivel de fotosíntesis.

Los datos recabados indican que se produce un incremento de la absorción de carbono en todo el ecosistema cuando es mayor la difusión de la luz solar, en días nublados. Según los autores, llegaron a esta conclusión tras comparar dicha luminosidad con la equivalente en días sin nubes.

Concretamente, los autores observaron que las ramas de los árboles situadas en lo más profundo de la cubierta arbórea influían en el balance total de carbono del bosque cuando el cielo estaba gris. En cambio, en días muy soleados, la aportación de las partes medias y en sombra de la cubierta arbórea era marginal o incluso negativa. En un día soleado, las ramas de la zona superior de la cubierta arbórea absorbían más de las tres cuartas partes del carbono absorbido, por sólo un 43 % en un día nublado, cuando la luz se distribuía de forma más homogénea.

«Esta investigación demuestra que la luz difusa resultante de una nubosidad densa repercute de manera determinante en la productividad de la vegetación», aseguró el Dr. Urban. «La capacidad de los bosques de no sólo adaptarse a la cantidad de luz que reciben por norma, sino también de sacar el máximo partido a esas condiciones, permite comprender el mecanismo por el que cada árbol consigue mantener una absorción tan elevada de carbono pese a estar a la sombra de árboles más altos.»

Vía. Cordis, 17/11/2011

Malas noticias para los anfibios

Un estudio alerta de que estos vertebrados se están extinguiendo a más velocidad de la prevista - El 30% de las especies del planeta están amenazadas

 
En una supuesta -y macabra- carrera hacia la extinción, los anfibios serían sin duda el grupo ganador entre los vertebrados, con mucha ventaja. El 30% de las especies de anfibios en el planeta figuran como amenazadas en el catálogo de la UICN, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Hace décadas que los investigadores estudian el fenómeno, y uno de los últimos hallazgos empeora el panorama. Las ranas, salamandras y cecilias -los tres grandes tipos de anfibios- podrían desaparecer mucho más rápido de lo esperado.

El calentamiento, la destrucción de su hábitat y un hongo les hacen peligrar
En España al menos tres especies han sufrido una mortandad masiva
Las causas de esta gran extinción siguen investigándose, pero los científicos han identificado tres amenazas principales para los anfibios: la destrucción de su hábitat por los cambios en el uso del territorio; el cambio climático; y un hongo llamado quitridios.
Lo que ha detectado ahora un grupo del que forma parte Miguel B. Araújo, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), es que las regiones donde hay más biodiversidad de anfibios son también aquéllas donde son más graves estas tres amenazas, que a menudo se superponen. Esto sugiere que los ritmos de extinción que se barajaban hasta ahora eran demasiado optimistas, porque se basaban en el análisis de una única causa.
"En conjunto, las áreas con más anfibios se ven afectadas por una o varias amenazas en una proporción muy superior a las áreas con menos anfibios", escriben los autores del trabajo en la revista Nature. "Es muy probable que el declive de los anfibios se acelere en el siglo XXI, porque la multiplicidad de causas puede afectar a las poblaciones mucho más de lo que sugerían las estimaciones previas", dicen.
Estos investigadores estudiaron la distribución geográfica, en todo el planeta, de 5.527 especies de anfibios, prácticamente todas las conocidas. Paralelamente, buscaron en qué áreas se dan las tres principales amenazas para estos animales. También usaron modelos computacionales para estimar la evolución de estas amenazas hasta el año 2080.
Sus resultados aparecen al superponer los mapas de biodiversidad y amenazas. Así, los investigadores observan que donde el cambio climático pega más fuerte es también donde más cambian los usos del territorio, y más se destruye el hábitat de los anfibios. Esto ocurre sobre todo en África, algunas regiones del norte de Sudamérica y en los Andes. Las áreas donde hay más hongo quitridios tienden a ser diferentes.
Esto sugiere que una parte importante de la extinción, la debida al hongo, tiene lugar de forma silente en áreas donde la huella humana es menor, y por tanto puede haber pasado más inadvertida. Por otro lado, en las zonas donde se superponen amenazas diferentes pueden darse entre ellas sinergias aún poco estudiadas.
"El estudio es relevante porque analiza conjuntamente tres factores que se sabe que afectan negativamente a los anfibios, como son el cambio climático, el uso de la tierra y los patógenos, como los quitridios", explican Xavier Bellés y Salvador Carranza, del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), del CSIC, y la Universitat Pompeu Fabra. "El análisis conjunto de los tres factores demuestra que la probabilidad de extinción de los anfibios es más alta de lo se pensaba hasta ahora, utilizando estudios en los que solo se consideraba una única causa", dicen.
También en España los anfibios son el grupo de vertebrados que está declinando más rápidamente. De las aproximadamente 30 especies de anfibios que hay en España, los datos muestran que la mitad están infectadas por el hongo quitridios, y que al menos tres especies han sufrido mortalidades en masa y extinciones poblacionales. "La situación no es muy halagüeña, especialmente si progresa el cambio climático", dicen los investigadores del IBE.
El resultado ahora publicado tiene implicaciones para las estrategias de conservación. Para los autores, las estrategias actuales "fallan a la hora de identificar las acciones clave", porque no tienen en cuenta las amenazas que actúan en cada área.

MÓNICA G. SALOMONE - Madrid - 20/11/2011 

Vía: El País, 20/11/2011
F:http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Malas/noticias/anfibios/elpepusoc/20111120elpepisoc_8/Tes

jueves, noviembre 17, 2011

El misterio de la montaña oculta bajo la Antártida

El nacimiento de las montañas Gamburtsev, una larga cordillera de 1.200 kilómetros de longitud enterrada bajo la capa de hielo de la Antártida, ha desconcertado a los científicos desde que fueron descubiertas en 1958. Los geólogos eran incapaces de entender cómo pudieron formarse, ya que se encuentran alejadas de los puntos de contacto de las placas tectónicas y no parecen ser el fruto de la actividad volcánica. 

Pero el misterioso rompecabezas ya ha sido resuelto. Estos montes ocultos, con picos de hasta 3.400 metros, son el resultado de un impresionante y largo proceso geológico en la frontera menos explorada de la Tierra, donde se formó la capa de hielo del continente blanco. La investigación, realizada por un equipo internacional de científicos de siete países diferentes, aparece publicada en la revista Nature.

Según informa la British Antarctic Survey, operador nacional antártico del Reino Unido, el equipo exploró las montañas subglaciales Gamburtsev, enterradas bajo una capa de hielo de hasta 3 kilómetros, durante el Año Polar Internacional (2007-2009), utilizando dos aviones bimotores equipados con radares de penetración de hielo, gravímetros y magnetómetros. Al analizar los nuevos datos, los científicos pudieron describir los procesos extraordinarios, ocurridos en los últimos mil millones de años, que crearon las raíces de la corteza terrestre bajo las montañas y la fisura de la Antártida Oriental, un rift o fractura de 3.000 kilómetros de largo en la superficie de la Tierra que se extiende desde el este de la Antártida a través del océano hasta la India.

Hace mil millones de años, antes de que los animales y las plantas se desarrollaran en la Tierra, varios continentes -en realidad, microcontinentes- colisionaron, aplastando las rocas más viejas de la cordillera. Este evento formó una gruesa corteza que se extiende muy por debajo de la cordillera. Con el tiempo, esas antiguas montañas fueron erosionadas, pero quedó su raíz densa y fría.

Hace entre 250 y 100 millones de años, cuando los dinosaurios caminaban por el planeta, la fractura allanó el camino para que el supercontinente Gondwana se rompiera, causando que la vieja raíz de corteza terrestre se calentara. Rejuvenecida, junto al rift de la Antártida Oriental, obligó a la tierra a levantarse de nuevo, formando las famosas montañas. Los ríos y los glaciares tallaron valles profundos, lo que ayudó a elevar los picos y crear el espectacular paisaje de las Gamburtseves, que se asemejan a los Alpes europeos. La hoja de hielo de la Antártida Oriental, que se formó hace 34 millones de años y que cubre 10 millones de kilómetros cuadrados de nuestro planeta -un área del tamaño de Canadá-, protege a las montañas de la erosión.

EN BUSCA DE LA PRIMERA ROCA
«Fue fascinante descubrir que la rift de la Antártida Oriental se parece una de las maravillas geológicas del mundo -el rift de África Oriental- y que ha proporcionado la pieza perdida del rompecabezas que ayuda a explicar las montañas Gamburtsev», afirma Fausto Ferraccioli, autor principal de la investigación. El sistema también contiene los lagos subglaciales más grandes de la Antártida.

Ahora, los científicos quieren reunir un equipo para perforar el hielo en las montañas y obtener las primeras muestras de roca de las Gamburtsevs. «Sorprendentemente, tenemos muestras de la Luna, pero ninguna de estas montañas», ha indicado Robin Bell, de la Universidad de Columbia, coautor del estudio. La muestra permitirá a los investigadores conocer con más precisión la historia de esta maravilla geológica.
J. de Jorge 

 Vía: Madri+d,17/11/2011
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=50554&origen=notiweb

miércoles, noviembre 16, 2011

La migración de especies marinas y terrestres a raíz del cambio climático

Un equipo internacional de científicos ha descubierto que, para superar el cambio climático, los organismos o se adaptan a los cambios de su entorno o se desplazan al ritmo de éstos en términos temporales y espaciales. Su estudio del calentamiento oceánico, publicado en Science, muestra que el cambio climático modifica las temperaturas medias anuales y estacionales tanto sobre la tierra como en el mar y posiblemente afecta a la ecología costera de Irlanda del Norte (Reino Unido).

Los autores estudiaron la velocidad y la dirección a la que se desplazan distintos organismos marinos en busca de espacios con el rango de temperaturas más favorable. De este modo observaron que los peces son capaces de desplazarse varios kilómetros, mientras que otros organismos tienden a permanecer en su hábitat. Los datos apuntan que las temperaturas normales en primavera y otoño en el mar están cambiando a mucha más rapidez que las registradas en la tierra.

Los investigadores, procedentes de Australia, Dinamarca, Alemania, Sudáfrica, España, Reino Unido y Estados Unidos, representaron gráficamente el desplazamiento hacia el norte de las temperaturas medias marinas y terrestres, que aumentan a ritmo pausado. Según el equipo, para 2062 distintos tipos de flora y fauna marina y terrestre se habrán desplazado con el fin de garantizar su supervivencia. Las ubicaciones escogidas serán «zonas propicias y frescas» en las costas del norte, zonas que ofrecerán temperaturas ideales para distintas especies.

Para evaluar las respuestas climáticas posibles de la flora y fauna marina en relación a parámetros de ajuste y reubicación, los investigadores utilizaron registros de temperaturas globales con los que descubrieron que las temperaturas terrestres han aumentado en 1,2 grados centígrados en los últimos 50 años, mientras que las del mar sólo lo han hecho un tercio de dicha cantidad, 0,4 grados centígrados.

rad Sus descubrimientos indican que, por muy despreciable que pueda parecer el aumento, las repercusiones ecológicas ya se han dejado notar. Los datos muestran que los rangos de temperatura se están desplazando hacia el polo. Las temperaturas primaverales comienzan antes y las de otoño llegan más tarde. Además es necesario añadir a la ecuación el incesante aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

«Nuestro estudio posee unas dimensiones global, nacional y local muy significativas, pues alerta de la amenaza que pesa sobre los corales en zonas del Océano Pacífico occidental y pone de relieve los efectos cada vez más extendidos del calentamiento en nuestra propia costa», declaró el Dr. David Schoeman del Instituto de Investigación de Ciencias Medioambientales perteneciente a la Universidad del Úlster (Reino Unido), coautor del artículo y codirector del estudio junto con el Dr. Michael Burrows de la Asociación Escocesa de Ciencia Marina (Reino Unido).

Los cambios en varias regiones señalan la importancia de la respuesta de las criaturas marinas al clima cambiante con mucha mayor rapidez que las terrestres.

Sobre la ubicación de Irlanda del Norte, el Dr. Schoeman admitió: «El calentamiento oceánico debería crear una basculación de las especies hacia el norte a lo largo de las costas este y oeste irlandesas, convergiendo en la costa de Antrim, en el norte. Curiosamente, las temperaturas de la costa este se desplazan hacia el norte a una velocidad de entre 5 y 10 kilómetros al año, pero en la costa oeste a la mitad de dicha velocidad. En el conjunto de la isla, las temperaturas se mueven entre 2 y 5 kilómetros al año en el este y más de 20 kilómetros al año en el oeste. Esto sugiere que las especies terrestres que siguen el rastro de los cambios térmicos podrían alcanzar la costa en unas décadas.»

Aunque ya se han producido resultados gracias a los progresos en esta área, aún es necesario profundizar en el tema, aseveran los investigadores. «No nos podemos permitir actuar según el proverbio "ojos que no ven, corazón que no siente"», afirmó el investigador del Úlster. «El mar nos proporciona distintos servicios que la sociedad aún no aprecia en toda su magnitud, y sin un conocimiento de los cambios que con probabilidad sucederán, la capacidad para planificar se reduce.»

El equipo espera sensibilizar sobre la dependencia que tiene la sociedad con respecto a la biodiversidad marina y solicita que se realice un mayor esfuerzo de financiación científica para obtener el conocimiento necesario en el que basar la planificación de una respuesta a largo plazo.

Vía: Cordis, 07/11/2011
F:http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=33998

Los grandes descubrimientos de la ciencia y otras curiosidades, en Internet

Su archivo se ha convertido en un auténtico tesoro para los amantes de la ciencia, que a partir de esta semana pueden consultar gratuitamente a través de Internet todos los documentos de la prestigiosa institución británica, galardonada este año con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Se trata de más de 60.000 investigaciones firmadas por personajes entre los que figuran Isaac Newton, Benjamin Franklin, Charles Darwin, Thomas Huxley, Michael Faraday, Robert Boyle o Stephen Hawking.

Rigor científico

"No hay nada más necesario para promover los avances de los asuntos filosóficos que la comunicación de los mismos", afirma el primer director de la revista, Henry Oldenburg, en la carta con la que presentó a los lectores el primer número de 'Philosophical Transactions', publicado el 6 de marzo de 1665.
Sus objetivos eran tanto animar a los científicos a seguir investigando como deleitar y fomentar el conocimiento de los ciudadanos británicos y de otras partes del mundo con los avances de la ciencia y los descubrimientos más ingeniosos y útiles, que serían transmitidos "de forma clara y veraz".

Así lo hicieron. 'Philosophical Transactions' fue la primera publicación del mundo que cumplió con las estrictas normas de control y rigor que en la actualidad siguen las revistas científicas más prestigiosas. De hecho, fue el alemán Henry Oldenburg (1619-1677), el primer director de la revista, el primero que comenzó con la práctica de enviar los manuscritos que recibía su revista a expertos que pudieran valorar la calidad de los estudios antes de ser publicados. Así nació el periodismo científico moderno.
Ni el gran incendio que arrasó buena parte de la ciudad de Londres en 1666, ni la voraz epidemia de peste bubónica que mató a 100.000 personas en Inglaterra entre 1665 y 1666 o incluso el breve encarcelamiento de Henry Oldenburg en 1667 (fue acusado de espía durante la segunda guerra con Holanda), pudieron acabar con la revista, que ha sido publicada de forma ininterrumpida desde 1665.
En la actualidad la Royal Society edita nueve publicaciones, entre las que sigue figurando 'Philosophical Transactions'. La estructura de la publicación actual es muy distinta a la del siglo XVII pero sigue rigiéndose por los mismos princios principios de rigor y veracidad.

Arriesgados experimentos

Hacer una selección de lo más destacado del archivo no es tarea sencilla teniendo en cuenta la talla de los autores que firman muchas de las investigaciones, que abarcan casi todas las áreas de conocimiento humano, y los curiosos relatos narrados en las cartas a la revista.
El 'paper' que recoge la Teoría sobre la luz y los colores de Isaac Newton.
Entre los documentos más valiosos que pueden consultar los lectores está la primera investigación de Isaac Newton, en la que explica el revolucionario descubrimiento que hizo en 1672: el color es una propiedad inherente a la luz y la luz blanca está compuesta por una mezcla de otros colores.
Los internautas también podrán consultar los trabajos llevados a cabo por un joven Charles Darwin. Aquellos que deseen profundizar en la obra del naturalista tienen a su disposición desde el pasado mes de junio la biblioteca de Charles Darwin que la Universidad de Cambridge digitalizó y a la que también se puede acceder de forma gratuita a través de Internet.
Darwin no fue el único miembro de su familia que se dedicó a la ciencia. Su primo, Francis Galton, descubrió en 1891 que las huellas dactilares eran un rasgo distintivo de las personas y podían ser utilizadas para su identificación. Poco después, Scotland Yard comenzó a utilizar este método, que fue extendiéndose a todo el mundo.

Benjamin Franklin, por su parte, utilizó en 1752 una cometa para demostrar su teoría sobre la electricidad. Pensaba el científico que los rayos eran electricidad que se desplazaban de las nubes a la Tierra, y sospechaba que esa electricidad podría ser atrapada de forma artificial volando una cometa durante una tormenta. Afortunadamente, Franklin tenía razón y sobrevivió al experimento.
No tuvieron tanta suerte un par de estudiantes británicos, a los que en 1665 les cayó un rayo durante una tormenta en Oxford que les sorprendió a bordo de un barco. Uno de ellos falleció de manera fulminante. El superviviente se despertó con los pies encajados en el fango y la parte superior del cuerpo en el agua. Aunque no estaba herido, aseguró que no podía recordar cómo llegó a tal postura. El relato lo ofreció el doctor Wallis, que junto con otros colegas realizó la autopsia al estudiante fallecido: el cadáver no presentaba heridas pero tenía marcas negras en el cuello, el pecho y los hombros, "como si hubieran sido provocadas con una plancha caliente", aseguraba el investigador en una carta publicada en la revista.

Las primeras transfusiones

En 1666 Thomas Coxe describía una de las primeras transfusiones de sangre realizadas en la historia. Los pacientes fueron dos perros, uno de ellos sano y el otro con sarna. Coxe quería comprobar si esta enfermedad podía transmitirse a través de la sangre, de modo que realizó una transfusión al perro sano con sangre infectada. Antes, alimentó al perro enfermo con queso y leche. Al cabo de diez días, el perro enfermo se había curado. El que estaba sano no enfermó de sarna, a pesar de la transfusión con sangre infectada.
Tampoco tiene desperdicio el relato del doctor Nathan Fairfax sobre una mujer que, aconsejada por unos vecinos, se tragó una bala con la esperanza de aliviar sus problemas intestinales. Corría el año 1668 y finalmente, la mujer expulsó la bala por la orina. Otro de los experimentos describe cómo enfriar bebidas "en cualquier época del año" sin utilizar nieve, hielo, viento o salitre.

La astronomía en el s.XVII

En 1665 aún faltaba mucho para que el hombre iniciara la conquista del espacio pero los científicos ya imaginaban cómo sería. El astrónomo francés Adrien Auzpit recreó su visión de la Tierra desde la Luna. En su relato imaginó como los habitantes de nuestro satélite verían la Tierra según las distintas épocas del año. También creía que los incendios forestales en nuestro planeta podrían verse desde la Luna.
Las descripciones de eclipses o los estudios sobre planetas como Júpiter también se recogen en el archivo, así como los avances que se fueron dando en otras disciplinas como la física, la química o la botánica y que contribuyeron a construir los cimientos de la ciencia actual.
El biólogo Thomas Huxley resumía así en 1870 la importancia del conocimiento acumulado en el archivo de la revista de la Royal Society: "Si todos los libros del mundo, excepto 'Philosophical Transactions', fueran destruidos, podemos afirmar con seguridad que los fundamentos de la ciencia permanecerían y que el vasto progreso intelectual logrado durante los dos últimos siglos se conservaría en su mayor parte, aunque quedase incompleto".
Teresa Guerrero | Madrid

Vía: El Mundo, 30/10/2011

F:http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/28/ciencia/1319824569.html

La flexibilidad genética permite la supervivencia vegetal pese al cambio climático

El cambio climático repercute en el conjunto del planeta, y la eficacia de cada uno de sus seres vivos a la hora de adaptarse a sus consecuencias puede determinar su capacidad para sobrevivir. Científicos de Austria y Estados Unidos acaban de publicar un estudio en el que aseguran que la genética podría desempeñar un papel trascendental en la manera en que la planta Arabidopsis thaliana responde a las variaciones de su entorno. Este trabajo publicado en la revista Science puede resultar de utilidad para hallar la base molecular de la adaptabilidad de otras plantas al cambio climático.

En comparación con los animales, los vegetales se encuentran en desventaja para hacer frente al cambio climático, ya que no se pueden desplazar. Pero científicos de la Universidad Brown (Estados Unidos) han observado que las plantas también cuentan con armas para poder sobrevivir.

Estudiando la planta europea común A. thaliana, dieron con la firma genética que rige su capacidad para sobrevivir y reproducirse en diversos climas. El conjunto de genes heredado por la Arabidopsis viene determinado por el clima y condiciona que la planta saque el máximo partido a sus recursos de supervivencia y reproducción. Según los autores, el conjunto de genes que determina esta capacidad depende de las condiciones del clima en el que viva la planta, sea frío, cálido, seco, húmedo, etc.

«Se trata del primer estudio en mostrar la adaptación evolutiva de la Arabidopsis thaliana en una escala geográfica amplia, y también el primero en relacionarla con factores moleculares», aseguró uno de los autores, Johanna Schmitt, directora de la «Iniciativa sobre Cambio Medioambiental» de la Universidad Brown. «El agente selectivo es el clima.»

«También existe una flexibilidad evolutiva que permite a las plantas tomar un rumbo u otro», explicó el primer firmante del trabajo, Alexandre Fournier-Level, post-doctorando en Brown. «Nos da esperanzas el ver que, efectivamente, se está adaptando.»

En alusión al hallazgo logrado con este estudio, la Dra. Amity Wilczek, del Deep Springs College (Estados Unidos), otro de los autores del estudio, declaró: «Hemos hecho un trabajo colosal, puesto que hemos seguido más de 75 000 plantas sobre el terreno, desde cerca del Círculo Ártico hasta el litoral mediterráneo. Arabidopsis thaliana es una planta anual, lo que nos permitió medir el grado de éxito de cada ejemplar durante toda su vida en un solo año. Recogimos ejemplares de diversos climas autóctonos y también cultivamos algunos de cada clase en cuatro huertos situados en cuatro ubicaciones distintas de Europa. Las plantas cultivadas por nosotros mismos las enviamos a Brown, y entonces empezó la laboriosa tarea de contar los frutos de estas plantas. Al final conseguimos reunir un conjunto de datos muy grande y exhaustivo gracias al cual hemos podido comprender los requisitos para que cada planta prospere en su entorno natural bajo una amplia gama de condiciones climáticas.»

Ahora que se conocen los mecanismos moleculares que pueden dotar a la Arabidopsis de la flexibilidad genética necesaria para hacer frente a las dificultades climáticas, puede resultar más fácil comprender de qué manera el clima motiva modificaciones genéticas en otras plantas.

En el estudio participaron también especialistas del Instituto Gregor Mendel de la Academia Austriaca de las Ciencias.

Vía: Cordis, 10/10/2011
F:http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=33899

Los ecosistemas modernos y su sensibilidad a los efectos del cambio climático

Los animales migran en busca de condiciones propicias para su supervivencia. Este fenómeno se acentúa cuando se produce un cambio de ciclo climático, de cálido a frío o viceversa. Ahora investigadores de Dinamarca y Reino Unido han obtenido información novedosa sobre la rapidez con la que ciertas especies tuvieron que migrar en el pasado para adaptarse a cambios del clima. Los descubrimientos se han publicado en Science y muestran cómo especies con un hábitat reducido (la mayoría de las que componen la fauna del planeta) se han establecido en zonas en las que no se han producido migraciones intensas.

Los investigadores, de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y de las Universidades de Cambridge, East Anglia y Exeter (Reino Unido), prevén que el cambio climático provocado por la actividad humana aumentará considerablemente las migraciones necesarias en muchas de dichas ubicaciones y amenazará fauna única en el planeta.

Según los investigadores, el último máximo glacial (UMG), el periodo de la historia climática de la Tierra en el que el manto de hielo alcanzó su extensión máxima (hace entre 26 500 y 19 500 años), fue más frío de lo que se pensaba hasta ahora y obligó a numerosas especies a desplazarse con mucha mayor frecuencia de lo que lo hacen los animales en la actualidad. Añaden que las especies del norte de Europa han llegado hace relativamente poco tiempo de sus refugios en el sur de Europa.

En colaboración con informáticos de MADALGO («Centro de Algorítmica de Datos Masivos de Aarhus»), ecólogos de las universidades danesas y británicas mencionadas investigaron la velocidad a la que las especies se desplazaban por el mundo para adaptarse al histórico y radical cambio climático que supuso el UMG. El trabajo ha servido para aclarar si existen diferencias en las comunidades modernas entre zonas con tasas de migración necesaria local y elevada.

El equipo determinó la tasa de migración necesaria midiendo la velocidad a la que han cambiado las condiciones climáticas sobre la superficie del planeta. También tuvieron en cuenta la tasa de cambio de las temperaturas con el paso del tiempo y la influencia de la topografía del terreno en la velocidad. Por ejemplo, los investigadores descubrieron que en zonas muy montañosas un desplazamiento a poca distancia lleva aparejado un cambio pronunciado en la temperatura y velocidades de cambio climático mínimas.

Si una especie no migra a una velocidad acorde con la del cambio climático puede ver reducido su hábitat y enfrentarse a un riesgo de extinción. La probabilidad de que esto suceda es grande si la velocidad del cambio climático es alta en comparación con la capacidad de dispersión de la especie.

El equipo estableció gráficamente los patrones de diversidad de especies de hábitat pequeño de todo tipo de anfibios, mamíferos y aves terrestres para comprobar su hipótesis. Descubrieron que se generaba una concentración elevada de especies de hábitat reducido allí donde la velocidad era baja (por ejemplo en el sur de los Andes), mientras que allí donde la velocidad del cambio climático era elevada (por ejemplo en el norte de Europa) las especies con un hábitat reducido eran poco comunes.

La velocidad afectó en mayor medida a especies no adecuadas para la dispersión (anfibios), mientras que las más aptas para esta acción (aves) fueron las menos afectadas. En el caso de los mamíferos, los murciélagos mostraron patrones similares a las aves mientras que los mamíferos incapaces de volar presentaron patrones semejantes a los anfibios.

La investigación reveló un vínculo entre la velocidad de migración necesaria, la capacidad de una especie para dispersarse en respuesta a un cambio climático y la probabilidad de que un cambio climático inicie el proceso de extinción de una especie . Según el equipo, sus resultados proporcionan indicios de que, en conjunto, los cambios climáticos anteriores en una región, la topografía local y las capacidades de dispersión de las especies tienen consecuencias significativas a largo plazo en la distribución global de la biodiversidad.

Las actividades humanas aumentan la velocidad del cambio climático, aseguran. Existe una serie de regiones en todo el planeta, como la Cuenca del Amazonas y otras ubicaciones en África, en las que las velocidades solían ser bajas pero con probabilidad aumentarán en 2080. En estas zonas existen sobre todo especies de hábitat reducido que probablemente peligrarán al acelerar el cambio climático durante los próximos setenta años.

Vía: Cordis, 12/10/2011
F:http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=33905

2.800 años de contaminación en el Mediterráneo por metales pesados

Los sedimentos de posidonia en el fondo marino son un registro histórico de la contaminación. Unos investigadores españoles han abierto ese registro, concretamente en la bahía de Port Lligat (Girona), remontándose hasta hace 4.500 años (en un espesor de sedimentos de hasta cinco metros) y han podido descifrar la evolución de la contaminación por metales en ese mar. Los primeros vestigios de residuos son de hace unos 2.800 años, coincidiendo con el desarrollo minero, metalúrgico, tecnológico y cultural de los griegos y los romanos. La presencia de contaminantes se dispara con la revolución industrial.
En el fondo marino
Las praderas de posidonia son filtros y sumideros eficaces de metales pesados.- EDUARD SERRANO / ENRIQUE BALLESTEROS / MIGUEL ÁNGEL MATEO
Posidonia
Arrecife de Posidonia oceánica.- EDUARD SERRANO / ENRIQUE BALLESTEROS / MIGUEL ÁNGEL MATEO

Tras los primeros contaminantes por metales pesados en esa zona del Mediterráneo, se produce un incremento en las cantidades de zinc, plomo, cadmio, cobre, arsénico y hierro, hace unos 2.500 años, especialmente durante el período romano. En los últimos 1.200 años, aumenta gradualmente la presencia de metales, pero el proceso se acelera en los últimos 350 años, a partir de la revolución industrial, con un aumento significativo plomo, zinc y arsénico.
"Estos depósitos [de posidonia] son un registro privilegiado para la reconstrucción del pasado en la costa mediterránea, un área especialmente expuesta a las perturbaciones naturales y antropogénicas", señala Oscar Serrano, investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes y uno de los seis autores del trabajo, informa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en un comunicado. Las praderas de Posidonia oceánica de Port Lligat, con 94.315 metros cuadrados, cubren un 69% de los fondos de la bahía. El estudio, dirigido por Miguel Ángel Mateo, se da a conocer en la revista Science of the Total Environment.
"Las praderas de posidonia no solo generan registros milenarios, sino que almacenan grandes cantidades de metales pesados que refuerzan las funciones de esta planta en la biogeoquímica costera", señala Serrano. Frente a la regresión que están sufriendo estos ecosistemas, el investigador considera que la "posidonia demuestra ser un gran filtro y sumidero en primera línea de costa".

Vía: El País,  16/11/2011
F:http://www.elpais.com/articulo/sociedad/2800/anos/contaminacion/Mediterraneo/metales/pesados/elpepusoc/20111115elpepusoc_21/Tes