"Novedad. Cosa nueva y no acostumbrada. Suele ser peligrosa por traer consigo mudança de uso antiguo" (SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS) 1539-1613

"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

domingo, junio 29, 2014

Hacia un mundo sin abejas


Han pasado 20 años desde que un grupo de agricultores franceses llamó la atención por primera vez sobre un fenómeno insólito: el despoblamiento de las colmenas a causa de la desaparición de las abejas, de cuya polinización depende gran parte de la producción mundial de alimentos. Pronto se comprobó que el fenómeno era global, al menos en los países con una agricultura muy desarrollada, y un aluvión de investigaciones ha intentado desde entonces determinar las causas, con resultados a menudo dispares o contradictorios. ¿Se debe la muerte de las abejas a los monocultivos o al calentamiento global? ¿Virus, bacterias, hongos, parásitos como el Nosema ceranae? ¿Pesticidas como los neocotinoides, que empezaron a usarse justo hace dos décadas? Aunque parece haber tantas opiniones como expertos en el campo, es posible que todos tengan parte de razón.

Entretanto, el fenómeno no ha hecho más que agravarse —los apicultores denuncian pérdidas más graves un año tras otro—, y la única buena noticia en este terreno se ha producido solo en tiempos muy recientes. Con característica lentitud pero loable preocupación, las Administraciones, incluidas las de Bruselas —que el pasado año prohibió varios pesticidas— y Washington —que ha aprobado un presupuesto extraordinario para investigar el fenómeno—, han tomado conciencia del problema y se han puesto manos a la obra.

La gravedad de la situación y la dilación e ineficacia de las medidas paliativas plantean una pregunta que ya no puede considerarse descabellada: ¿cómo sería un mundo sin abejas? “Si tuviéramos que depender de una agricultura sin polinizadores, estaríamos listos”, expone el subdirector general de Sanidad e Higiene Animal del Ministerio de Agricultura, Lucio Carbajo. No todos los cultivos desaparecerían, porque los hay que se pueden gestionar de otras formas (autopolinización y polinización por pájaros, entre ellas), pero todas las fuentes coinciden en que la pérdida de diversidad y de calidad alimentaria sería tremenda.

Además, los mismos factores que atacan a las colmenas dañan también a los polinizadores silvestres como el abejón, el abejorro y las avispas, de modo que las pérdidas no solo afectarían a la producción agrícola, sino también —y quizá más crucialmente aún— a los ecosistemas naturales y al medio ambiente en general. Las abejas, las flores y los frutos evolucionaron juntos hace decenas de millones de años, y no se puede destruir uno sin destrozar a los demás.

El Laboratorio de Referencia de la UE para la Salud de las Abejas (EURL, en sus siglas inglesas), con sede en Anses, Francia, publicó en abril los resultados del primer programa de vigilancia sobre el despoblamiento de las colmenas en 17 países europeos. Los datos, que se tomaron en más de 30.000 colmenas durante 2012 y 2013 y examinaron las prácticas agrícolas y los agentes patógenos más dañinos, muestran unos índices de mortalidad invernal muy variables entre países (la horquilla cubre del 3,5% al 33,6%). En general, la situación es más leve en España y otros países mediterráneos (por debajo del 10%) que en el norte del continente (por encima del 20%). Las cifras contradicen a las del sector apícola español, que denuncia mortandades entre el 20% y el 40%, en un ejemplo más de lo dificultoso que resulta acordar los criterios y las metodologías en este campo.

La contribución de los posibles factores de riesgo, como el manejo de las colonias, el uso de pesticidas y los agentes patógenos, es variable y compleja. Tanto este informe europeo como las demás fuentes coinciden en que las causas de la mortalidad de las abejas son múltiples. También señalan, sin embargo, que ciertos factores pueden ser más fáciles de abordar que otros. Los pesticidas más dañinos, por ejemplo, pueden prohibirse o restringirse, como ya ha hecho Bruselas con cuatro de ellos. Por otro lado, y como es natural, los principales productores de plaguicidas —Bayer, Syngenta y Basf— no aceptan que haya evidencias sólidas de que sus productos sean la causa del problema. Y, de forma más significativa, algunas fuentes científicas coinciden con ellos.

“Los pesticidas neonicotinoides, como los prohibidos por la UE, no son los más prevalentes en las colmenas, al menos de forma crónica”, asegura Mariano Higes, del Centro Regional Apícola de Marchamalo, en Guadalajara. “Pueden ser un problema en amplísimos monocultivos, pero afectan sobre todo a los polinizadores silvestres, como los abejorros, no a las colmenas de abejas”. Higes acepta, sin embargo, que restringir estos productos puede ser útil para los ecosistemas, aunque no para la agricultura.

Para colmo, y según una investigación dirigida por Tom Breeze, del Centro de Investigación Agroambiental de la Universidad de Reading, y publicada este año en PLoS ONE, son las propias políticas agrícolas europeas las que están exacerbando el problema: al promover los grandes monocultivos se está produciendo un creciente desajuste entre las necesidades de polinización y la disponibilidad de colmenas en todas las regiones del continente. Todos esos cultivos necesitan abejas, pero los apicultores no logran reproducir tanto las colmenas, con lo que al final el cultivo rinde menos. El resultado de esta investigación es más llamativo si se tiene en cuenta que el trabajo ha sido financiado por la misma UE que es objeto de sus críticas.


Campos de trigo en el interior de Estados Unidos. / getty

“Las políticas agrícolas y sobre biocombustibles europeas han estimulado un gran crecimiento de las áreas cultivadas que precisan polinización por insectos”, explican Breeze y sus colegas, que han extendido su estudio a todo el continente. Entre 2005 y 2010, por ejemplo, el número requerido de abejas melíferas creció cinco veces más deprisa que las existencias de esos insectos y, en consecuencia, más del 90% de la demanda ha quedado insatisfecha en 22 países de la Unión. “Nuestros datos”, concluye Breeze, “alertan sobre la capacidad de muchos países para soportar pérdidas importantes de insectos polinizadores silvestres”.

Esos polinizadores silvestres —las 250 especies de abejorros existentes, principalmente— son la otra mitad de la historia. Podría pensarse que, en un mundo sin abejas, la tarea de polinizar los cultivos podría ser asumida por estos otros insectos, que, de hecho, son ya ahora quienes polinizan la mayor parte de los cultivos básicos para la alimentación mundial: la acción de los abejorros (del género Bombus) produce el doble de fruto que la debida a la apicultura convencional con abejas (del género Apis).

Sin embargo, una reciente investigación de Matthias Fürst y sus colegas de la Royal Holloway University de Londres, publicado en Nature, ha desinflado esa expectativa al mostrar que dos de los grandes patógenos de las colmenas, el virus de las alas deformes (deformed wing virus, DWV) y el hongo Nosema ceranae, se han extendido ya a los polinizadores naturales. Estos agentes infecciosos no solo se han mostrado capaces de transmitirse de Apis a Bombus en experimentos controlados de laboratorio, sino que ya han contagiado a los abejorros en la naturaleza, según los estudios de campo de estos científicos en Gran Bretaña y la Isla de Man. Cabe temer, por tanto, que los polinizadores silvestres estarán pronto tan amenazados como sus colegas domésticas.

 La identificación del microsporidio Nosema como una de las grandes causas del despoblamiento de las colmenas se debe a Higes, el principal investigador español en este campo, “El papel de los patógenos y, sobre todo, de Nosema ceranae, sigue sin comprenderse”, reconoce Higes, cuyo laboratorio lleva 10 años investigando en el microsporidio. “Muchos de mis colegas diseñan experimentos erróneos y extraen conclusiones que no son enteramente correctas; es una pena, pero 10 años después sigue existiendo una nebulosa en el conocimiento”. Como se ve, la investigación sobre la muerte de las abejas está trufada de conflictos.

Esta es una de las razones de que grupos ecologistas como Greenpeace no solo elogien las restricciones europeas a cuatro pesticidas neonicotinoides, sino que propongan extender la prohibición a otros 319 compuestos que consideran dañinos. “No cabe duda de que la mortalidad de las colmenas es un problema multifactorial”, dice Luis Ferreirim, de Greenpeace, “pero si hubiera que establecer una jerarquía, el primer factor serían los insecticidas, que están diseñados precisamente para matar insectos, como las abejas”. El ecologista recuerda asimismo que los herbicidas también resultan dañinos, pues acaban con las flores que aportan el principal alimento a las abejas. “Además, contra los pesticidas se puede actuar con más eficacia y rapidez”, prosigue Ferreirim, “mientras que atacar a virus, bacterias, hongos y otros parásitos resulta muy difícil; y no hay que olvidar que los parásitos están más restringidos a las abejas, mientras que los pesticidas dañan también a los abejorros y otros polinizadores naturales, a los que también hay que proteger”.
Un mundo sin abejas sería también un mundo sin abejorros, y tal vez sin flores, pues las abejas y las flores evolucionaron juntas, y son las dos caras de la misma moneda desde un punto de vista ecosistémico. Un mundo triste y monótono como una ciudad fantasma, una pesadilla estéril a solo un paso de la nada. La ciencia está movilizada. La inteligencia política debe seguir en su estela.


Vía: El País, 28/06/2014
F:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/06/27/actualidad/1403882291_329326.html

lunes, junio 23, 2014

La gran barrera de coral se adaptó al calentamiento global hace 20.000 años

La revista Nature Communications publica un estudio en el que un equipo internacional de científicos presenta nuevas evidencias sobre los cambios de temperatura que sufrió la gran barrera de coral australiana hace entre 20.000 y 13.000 años. La información recogida muestra que el arrecife es más resistente a los cambios de temperatura de lo que se creía anteriormente. Aun así, no se puede afirmar que esto también se reproduzca en el futuro.

La gran barrera de coral es el arrecife más grande del mundo –con una longitud de 2.000 km– y representa un ecosistema único que ha evolucionado a lo largo de miles de años, por lo que en 1981 fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Sin embargo, existe el temor de que el calentamiento global provoque su deterioro.

Un trabajo internacional dirigido por el Instituto de investigación Marina (MARUM) de la Universidad de Bremen (Alemania) determina que la gran barrera de coral australiana puede ser más resistente a los cambio de temperatura superficial del mar de lo que se pensaba.
Este estudio se basa en las muestras recogidas por una expedición del programa Ocean Discovery International (IODP) que tenía como objetivo comprender cómo los arrecifes de coral tropicales se adaptan a los cambios de temperatura.  

Para ello, los científicos investigaron la respuesta de estos animales al final de la última edad de hielo –entre 20.000 y 13.000 años atrás–, cuando las temperaturas aumentaron significativamente.

“Nos fijamos en los especímenes fósiles de corales Isopora, que vivieron en la fase final del último período glacial. Este tipo de coral también está creciendo en la actual gran barrera de coral, donde son comunes en aguas poco profundas”, comenta a Sinc Thomas Felis, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Bremen. 

El trabajo, que se publica en la revista Nature Communications, corrobora que la gran barrera de coral es un ecosistema altamente flexible, ya que a través de técnicas de fechado radiométrico de unario-torio han podido identificar fósiles de corales que vivieron durante el pico y la fase final del último periodo glacial.

Tras este análisis, midieron las proporciones de estroncio-calcio en los corales para determinar las temperaturas de los océanos en ese momento.

“Hemos sido capaces de perforar directamente en la gran barrera de coral, con el uso del barco de la expedición del IODP, y recuperar corales de entre 20.000 y 13.000 años de antigüedad. Cada coral nos da una instantánea de la temperatura del océano de la época en que vivió y, en conjunto, los resultados muestran la secuencia de los cambios ambientales”, añade Felis.

Agua más fría en la superficie
Los resultados muestran que las temperaturas de la superficie del mar frente a la costa oriental de Australia de hace entre 20.000 y 13.000 años eran significativamente más frías de lo que se creía. Y algo aún más destacable es que el gradiente de temperaturas era inesperadamente grande de norte a sur.

“En esa época, la temperatura del sur era dos a tres grados más fría que en el norte, en cambio, la diferencia de hoy en día es menor a un grado Celsius”, apunta el estudio.

A pesar de que la investigación muestra que los corales Isopora fueron sometidos a fluctuaciones de temperatura muchos mayores en el pasado de lo que se creía, desconocen cómo pudieron adaptarse en unos pocos miles de años y por qué esto no afecto a su crecimiento.

Aunque los datos revelan que el arrecife es adaptable a los cambios térmicos, los científicos advierten que no se puede inferir de ello que la barrera de coral actual pueda adaptarse fácilmente a un continuo aumento de las temperaturas.

“No sabemos con qué facilidad se adaptará el coral al aumento de las temperaturas en la actualidad. Después de todo, los niveles de temperatura de hace 20.000 años eran significativamente más bajos que los de hoy”, señala el experto.

Y concluye: “Junto al aumento de las temperaturas, la principal amenaza para la supervivencia de los arrecifes de coral en la actualidad, entre otros muchos, son la acidificación del océano y el aumento de la entrada de sedimentos debido a las actividades humanas a lo largo del costa”. 

Referencia bibliográfica:
Thomas Felis, Helen V. McGregor, Braddock K. Linsley, Alexander W. Tudhope, Michael K. Gagan, Atsushi Suzuki, Mayuri Inoue, Alexander L. Thomas4,7, Tezer M. Esat, William G. Thompson, Manish Tiwari, Donald C. Potts, Manfred Mudelsee, Yusuke Yokoyama & Jody M. Webster. “Intensification of the meridional temperature gradient in the Great Barrier Reef following the Last Glacial Maximum”. Nature Communications DOI: 10.1038/ncomms5102.

Vía: SINC, 17/06/2014
F:http://www.agenciasinc.es/Noticias/La-gran-barrera-de-coral-se-adapto-al-calentamiento-global-hace-20.000-anos

viernes, junio 20, 2014

El manto terrestre podría contener océanos de agua mayores que los de la superficie

Investigadores de la Universidad del Noroeste (Illinois) y la Universidad de Nuevo México, ambas de EE.UU., han publicado pruebas de la posibilidad de que haya océanos de agua muy por debajo de los Estados Unidos. Aunque no en la forma líquida acostumbrada -los ingredientes del agua están ligados a la roca de la profundidad del manto terrestre -el descubrimiento puede representar la mayor reserva de agua del planeta. 

La presencia de agua líquida en la superficie es lo que hace habitable a nuestro 'planeta azul', y los científicos han tratado durante mucho tiempo de averiguar qué cantidad de agua puede circular entre la superficie de la Tierra y los embalses del interior a través de la tectónica de placas. El geofísico Steve Jacobsen, de la Universidad del Noroeste, y el sismólogo Brandon Schmandt, de la de Nuevo México, han encontrado bolsas llenas de magma situadas a unos 650 kilómetros por debajo de América del Norte, una huella probable de la presencia de agua en estas profundidades. El descubrimiento sugiere que el agua de la superficie de la Tierra puede ser impulsada a tan grandes profundidades por la tectónica de placas, causando finalmente la fusión parcial de las rocas que se encuentran en las profundidades del manto.

Los resultados, que se publicaron en la revista Science, ayudarán a los científicos a comprender cómo se formó la Tierra, cuál es su actual composición y su funcionamiento interno son y qué cantidad de agua está atrapada en la roca del manto.

PROCESOS GEOLÓGICOS

"Los procesos geológicos de la superficie de la Tierra, tales como terremotos o erupciones volcánicas, son una expresión de lo que está sucediendo dentro de la misma, lejos de nuestra vista", explica Jacobsen, un co-autor del artículo, en la nota de prensa de la Universidad del Noroeste. "Creo que finalmente estamos viendo evidencias de un ciclo del agua que abarca todo el planeta, lo que puede ayudar a explicar la gran cantidad de agua líquida que hay en la superficie de nuestro planeta habitable. Los científicos han estado buscando esta agua profunda perdida desde hace décadas".

Los científicos han especulado durante mucho tiempo que esta agua está atrapada en una capa rocosa del manto de la Tierra situada entre el manto inferior y el manto superior, a profundidades de entre 400 millas y 660 kilómetros. Jacobsen y Schmandt son los primeros en suministrar pruebas directas de que puede haber agua en esta zona de la capa, conocida como la "zona de transición", a escala regional. La región se extiende a través de la mayor parte del interior de los Estados Unidos. Schmandt, profesor asistente de geofísica en la Universidad de Nuevo México, utiliza ondas sísmicas de los terremotos para investigar la estructura de la corteza y el manto profundo. Jacobsen, profesor asociado de ciencias terrestres y planetarias en la Facultad Weinberg de Artes y Ciencias de Northwestern, utiliza observaciones en el laboratorio para hacer predicciones acerca de los procesos geofísicos que ocurren más allá de nuestra observación directa.

DATOS COMBINADOS

El estudio combinó los experimentos de laboratorio de Jacobsen en los que estudia la roca del manto simulando las altas presiones de 400 kilómetros por debajo de la superficie de la Tierra con las observaciones de Schmandt, que utiliza grandes cantidades de datos sísmicos de la USArray, una densa red de más de 2.000 sismógrafos en todo Estados Unidos. Los hallazgos de ambos convergieron para producir evidencias de que la fusión de las rocas puede producirse a unos 650 kilómetros de profundidad. El H2O almacenado en las rocas del manto, como los que contienen el mineral ringwoodita, es seguramente la clave del proceso, según los investigadores.

"La fusión de la roca a esta profundidad es significativa porque normalmente la fusión en el manto se produce a un nivel mucho más superficial, en los 80 kilómetros más altos", explica Schmandt. "Si hay una cantidad sustancial de H2O en la zona de transición, entonces parte de la fusión debería de producirse en áreas donde hay un flujo hacia el manto inferior, y esos es coherente con lo que hemos encontrado". Con que sólo un uno por ciento del peso de la roca del manto situado en la zona de transición es H2O, ya sería equivalente a casi tres veces la cantidad de agua en los océanos, según los investigadores.

Esta agua no está en una forma familiar para nosotros: no es líquido, hielo o vapor. Esta cuarta forma es agua atrapada dentro de la estructura molecular de los minerales en la roca del manto. El peso de 400 kilómetros de roca sólida crea una presión tan alta, junto con temperaturas superiores a 1.000 grados Celsius, que las moléculas de agua se dividen para formar radicales hidroxilos (OH), que pueden unirse a la estructura de cristal de un mineral.

Los hallazgos de Schmandt y Jacobsen se basan en un descubrimiento publicado en la revista Nature, en el que los científicos descubrieron un trozo de ringwoodita dentro de un diamante extraído desde una profundidad de 650 kilómetros por un volcán en Brasil. Ese pequeño pedazo de ringwoodita -la única muestra que existe del interior de la Tierra- contenía una sorprendente cantidad de agua unida en forma sólida al mineral. "Sea o no esta extraordinaria muestra representativa de la composición interior de la Tierra, no lo sabemos, sin embargo", reconoce Jacobsen. "Ahora hemos encontrado pruebas de que hay un proceso de fusión que se extiende por debajo de América del Norte a las mismas profundidades en las que se deshidrata la ringwoodite, que es exactamente lo que ha pasado en mis experimentos."

Durante años, Jacobsen ha sintetizando ringwoodita, de un color azul como el zafiro, en su laboratorio de la Northwestern, haciendo reaccionar el mineral verde olivino con agua en condiciones de alta presión. (El manto superior de la Tierra es rico en olivino.) Encontró que más de un uno por ciento del peso de la estructura cristalina de la ringwoodita puede estar hecho de agua, aproximadamente la misma cantidad de agua que había sido hallada en la muestra de la que informó el artículo de Nature. "La ringwoodita es como una esponja absorbiendo agua", explica Jacobsen. "Hay algo muy especial en la estructura cristalina de este mineral que le permite atraer hidrógeno y atrapar el trampa. Este mineral puede contener una gran cantidad de agua en las condiciones del manto profundo".

EXPERIMENTOS

Para el estudio publicado en Science, Jacobsen ha sometido a su ringwoodita sintetizada a las condiciones de alrededor de 650 kilómetros por debajo de la superficie de la Tierra y ha encontrado que se producen pequeñas fusiones en ella. Jacobsen utiliza pequeñas gemas de diamantes como yunques para comprimir los minerales a las condiciones de profundidad a la Tierra. "Utilizamos haces intensos de rayos X, electrones y luz infrarroja para estudiar las reacciones químicas que tienen lugar en la célula de diamantes".

La fusión que los investigadores han detectado se denomina fusión por deshidratación. Las rocas de la zona de transición pueden contener una gran cantidad de H2O, pero las rocas en la parte superior del manto inferior pueden no contener casi nada. El agua contenida dentro de la ringwoodita de la zona de transición se ve forzada a salir cuando ésta entra en una zona más profunda (en el manto inferior) y forma un mineral de mayor presión llamado perovskita de silicato, que no puede absorber el agua. Esto hace que la roca en el límite entre la zona de transición y el manto inferior se funda parcialmente.

"Cuando una roca con una gran cantidad de H2O se mueve de la zona de transición hacia el manto inferior necesita deshacerse del H2O de alguna manera, por lo que se derrite un poco", señala Schmandt. "Esto se llama fusión por deshidratación". "Una vez que se libera el agua, gran parte de ella puede llegar a quedarse atrapada allí, en la zona de transición", explica Jacobsen. Los sismómetros permiten detectar esta masa fundida porque el material fundido ralentiza las ondas sísmicas, añade Schmandt. 

Referencia bibliográfica:

B. Schmandt, S. D. Jacobsen, T. W. Becker, Z. Liu, K. G. Dueker. Dehydration melting at the top of the lower mantle. Science (2014). DOI: 10.1126/science.1253358 

Vía: Tendencias21, 16/06/2014
F:http://www.tendencias21.net/El-manto-terrestre-podria-contener-oceanos-de-agua-mayores-que-los-de-la-superficie_a34747.html

Un proyecto europeo para crear modelos de ecosistemas marinos vanguardistas

Las biomasas de fitoplancton y zooplancton se estima que se reducirán un 6% y un 11%, respectivamente, para finales de este siglo por el cambio climático. Esta es una de las conclusiones que se extraen del trabajo realizado por el proyecto financiado con fondos europeos MEECE, Marine Ecosystem Evolution in a Changing Environment, sobre el que se ha publicado recientemente un artículo en la revista Global Change Biology

El proyecto MEECE finalizó en 2013 pero sus resultados siguen teniendo eco entre la comunidad científica. El equipo de MEECE, dirigido por el Laboratorio Marino de Plymouth, utilizó modelos predictivos para estudiar la influencia sobre los ecosistemas marinos de factores climáticos, como la acidificación y la temperatura, y humanos como la pesca, las especies invasoras y la contaminación.

El proyecto logró mejoras en los modelos de ecosistemas marinos de última generación y proporcionó herramientas que asisten en los procesos decisorios.

Su equipo alcanzó estos logros gracias al desarrollo de una biblioteca de herramientas de modelización y un acoplador de modelos genérico (FABM). Ello supuso un paso importante hacia el logro de herramientas de modelización integradas de extremo a extremo que además tengan en cuenta las interacciones entre factores y ecosistemas originadas por procesos tanto fisiológicos como poblacionales.

Estas herramientas de modelización se utilizaron para investigar la respuesta de los ecosistemas marinos regionales europeos al cambio climático, las perturbaciones antropogénicas directas y sus combinaciones.

Los resultados entrañan complejidad y difieren entre regiones. Por ejemplo, los ecosistemas de cuencas cerradas como las de los mares Adriático, Negro y Báltico responden enormemente al estrés eólico y a la eutrofización. Por el contrario, los ecosistemas de cuencas conectadas al océano abierto (por ejemplo el Atlántico Nororiental y el Golfo de Vizcaya) responden más a cambios en el suministro de nutrientes procedente del océano.

Los descubrimientos de MEECE sobre el descenso del fitoplancton y del zooplancton, extraídos de una investigación dirigida por Azti-Tecnalia y publicada recientemente en Global Change Biology, apuntan a que cada región reaccionará de manera distinta.

En los mares de Europa central y meridional se reducirá la producción primaria debido a una mayor estratificación térmica de las capas de agua del océano que provocará una menor presencia de nutrientes para el fitoplancton. Sin embargo, en los mares Báltico, de Barents y Negro aumentará la producción estos organismos.

Guillem Chust de Azti-Tecnalia, director de la labor científica y autor principal del artículo, declaró: "Las regiones del océano que sufran una mayor reducción de las biomasas de fitoplancton y zooplancton, es decir, una amplificación negativa, podrían padecer una importante disminución de la biomasa de peces, en especial de las especies pelágicas (es decir, aquéllas que viven en la columna de agua, excluyendo el fondo marino)".

"Otro efecto negativo de esta reducción de la producción primaria y secundaria a nivel global se dará en la regulación del clima del planeta ya que, al haber menos fitoplancton y, por tanto, una menor absorción de CO2 de la atmósfera por parte de los océanos -el plancton es el responsable de la mitad de la actividad fotosintética del planeta-, se reduce la capacidad de los océanos de regular el clima", añadió.

El proyecto MEECE contó con veintidós socios europeos. En el Atlas Modelo de MEECE puede consultarse información sobre modelos de ecosistemas. Los modelos matemáticos presentados en este atlas ofrecen descripciones matemáticas del mundo real y permiten a los usuarios tanto explorar los mecanismos vigentes como realizar predicciones sobre posibles evoluciones futuras.  

Vía: Cordis, 13/06/2014
F:http://cordis.europa.eu/news/rcn/36604_es.html

La extinción de especies en las urbes es fruto de su falta de adaptación

La urbanización es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad que se conocen, si bien las causas que subyacen son poco conocidas. Para comprender este fenómeno, un equipo internacional liderado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha recopilado datos de aves que habitan en 22 regiones del mundo y ha aportado evidencias claras de que las especies que toleran bien la urbanización son aquellas que poseen ciertas adaptaciones, como la de distribuir su esfuerzo reproductor en diferentes eventos en vez de poner "todos sus huevos en una única cesta".

Los científicos de este trabajo, publicado en la revista científica Ecology Letters, se han basado en las aves puesto que estos animales colonizan con frecuencia las áreas urbanas y existe, además, extensa documentación sobre sus hábitos. En este deseo por comprender el impacto que produce la urbanización, los científicos han recogido datos en Barcelona, Bristol, Madrid, Toronto, Santiago de Chile... dividiendo cada una de estas regiones en tres tipos de hábitats: urbanos (muy urbanizadas), suburbios (zonas residenciales) y alrededores (zonas menos urbanizadas). Esta división les ha permitido comprobar que la mayor pérdida de biodiversidad se produce cuando la urbanización es intensa.

De los resultados se desprende que los límites de tolerancia de muchas variedades de aves se ven superados en ambientes urbanizados. Así, especies muy abundantes en hábitats naturales reducen su presencia e incluso desaparecen en las ciudades. Y es que como consecuencia de la urbanización se suelen producir alteraciones ambientales "drásticas y rápidas, incluyendo el reemplazo de vegetación natural por estructuras humanas y el aumento de la perturbación de los seres humanos y sus mascotas". Sin embargo, según este estudio, no todas las especies toleran mal el proceso de urbanización, algunas parecen percibir estas alteraciones como oportunidades ecológicas y se convierten en animales comunes en las urbes.

"Teniendo en cuenta que se prevé un aumento de la ocupación del suelo urbano de 1,2 millones de km2 en los primeros 30 años del siglo XXI, comprender el impacto del proceso de urbanización sobre la biodiversidad e identificar las especies que se verán más afectadas es una de las prioridades para conservar los ecosistemas", explica Daniel Sol, investigador del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, en Cataluña.

Añade Sol que "este tipo de estudios pueden ser útiles en políticas ambientales futuras. Por ejemplo, en la planificación urbana se deberían tener en cuenta las razones que hacen que los entornos urbanizados sean inhóspitos para la mayoría de las especies y preservar los elementos de los hábitats naturales que, cuando se alteran, actúan como filtros ambientales para la mayoría de las especies". Aunque el investigador apunta que lograrlo es difícil en zonas que ya están muy urbanizadas, puede ser más sencillo en el diseño de nuevos asentamientos urbanos en los que se prevea una rápida expansión de suelo.

El siguiente paso para comprender esta destrucción de biodiversidad en las urbes, apuntan los investigadores, es comprender por qué las especies exóticas invasoras se asientan con éxito en las ciudades mientras que las autóctonas tienen importantes dificultades.


Daniel Sol, César González-Lagos, Darío Moreira, Joan Maspons y Oriol Lapiedra. Urbanisation tolerance and the loss of avian diversity. Ecology Letters. DOI: 10.1111/ele.12297.

Vía: M,adri+d, 12/06/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=60683&origen=notiweb&dia_suplemento=jueves

Sobre el clima en el Atlántico Norte y su variabilidad

La circulación atmosférica terrestre puede entenderse en una aproximación sencilla mediante el desequilibrio radiativo que existe entre el Ecuador y los Polos. Si la tierra no rotase sobre sí misma (ocurrencia de días y noches), su eje rotación no estuviese inclinado 23.5˚ con respecto al plano de su órbita (ocurrencia de estaciones), y los continentes no existiesen, la circulación atmosférica estaría compuesta por dos células simples, una en cada hemisferio, con movimientos ascendentes de aire en el Ecuador y descendentes en los Polos. Los vientos en superficie soplarían de los polos al ecuador y serían, por tanto, muy fríos en nuestras latitudes. Sin embargo, nuestra atmósfera es mucho más compleja y existen 3 células de circulación meridional bien diferenciadas en cada Hemisferio: dos de circulación directa en regiones Tropicales [Ecuador-35˚] y Polares [65˚-Polos], en las que el calor se transfiere del foco cálido al foco frío, y una con una circulación indirecta que tiene lugar en latitudes medias [35˚-65˚], donde la transferencia de calor es inversa.

Jorge López, Belén Rodríguez de Fonseca e Iñigo Gómara
Grupo de Investigación TROPA. Universidad Complutense de Madrid e Instituto de Geociencias, UCM-CSIC

La circulación en latitudes tropicales, también llamada célula de Hadley, está dominada por células convectivas que en promedio producen movimientos ascendentes en el Ecuador y descendentes sobre las regiones subtropicales. Los ascensos están relacionados con situaciones de inestabilidad y explican la existencia de frondosas selvas ecuatoriales (ej. Selva Amazónica), mientras que los descensos favorecen la estabilidad y, por tanto, la aparición de grandes desiertos en los subtrópicos (ej. Desierto del Sáhara). La circulación en latitudes Polares (célula Polar) es análoga, el aire asciende a lo largo del Frente Polar [~65˚], donde se forman las depresiones extratropicales o borrascas, y desciende en los Polos, donde las precipitaciones son escasas.

La circulación indirecta en latitudes medias (célula de Ferrel) está dominada por las borrascas, que aparecen debido al fuerte contraste de temperatura y humedad de las masas de aire situadas a ambos lados del Frente Polar. En el hemisferio Norte, el aire frio y seco del Norte converge con el cálido y húmedo del Sur dando pie a procesos de ciclogénesis (nacimiento de ciclones), y a la formación de una corriente en chorro extratropical a 11.000 metros de altura con vientos muy intensos de Oeste a Este en su seno (~300 km/h).

El Atlántico Norte es una región limitada latitudinalmente por el Ecuador y los Polos y longitudinalmente por los continentes Europeo, Africano, y Americano. En latitudes subtropicales se encuentra dominada por el Anticiclón de las Azores. El flanco Sur del anticiclón delimita los vientos Alisios y el flanco Norte los vientos del Oeste que, en niveles altos, coinciden con la corriente en chorro. La región subpolar está dominada por la baja semipermanente sobre Islandia debido al reiterado paso de borrascas sobre ese sector, cuyo flanco Sur también comparte la corriente en chorro.

Con estos pocos conceptos, uno puede llegar a entender el clima medio en el continente Europeo, por qué hace más calor en verano que en invierno, o llueve más en primavera y otoño. No obstante, estos valores medios sufren desviaciones y existen años en los que llueve más o menos que la media o valor climatológico. Estas anomalías pueden deberse a diferentes causas y su estudio entra dentro de la variabilidad climática. La forma dominante de variabilidad atmosférica en Europa se caracteriza por un intercambio de masa y presión entre latitudes subtropicales (Anticiclón de Azores) y subpolares (Baja de Islandia) en el Atlántico Norte, y se denomina Oscilación del Atlántico Norte (del inglés, NAO). Esta oscilación posee dos fases: en su fase positiva el anticiclón de Azores y la baja de Islandia se encuentran reforzados. Esto se traduce en una corriente en chorro más intensa y la ocurrencia de borrascas cruzando sobre el Norte de Europa, con tiempo más cálido y húmedo en esa región, y frío y seco sobre la Península Ibérica y el Mediterráneo. Estas características se invierten para la fase negativa de la NAO. Gracias a la NAO podemos entender por qué, mayoritariamente, un otoño lluvioso en el Sur de la Península Ibérica coincide con un otoño soleado en el Reino Unido.

Las causas que llevan a la aparición de variabilidad y, en Europa, de la NAO, son diversas y pueden obedecer a factores internos o externos al propio sistema. Las llamadas causas internas son difíciles de predecir ya que la atmósfera es un sistema caótico donde multitud de variables entran en juego. En este sentido, miembros del grupo TROPA han publicado recientemente un estudio donde se analiza la influencia de la NAO sobre las borrascas más intensas (ciclogénesis explosivas) en el Atlántico Norte (Gómara y co-autores, 2014). De este modo, se ha encontrado como la ocurrencia de ciclogénesis explosivas viene precedida por una NAO positiva, acompañada por una corriente en chorro muy intensa al Oeste de Europa. Los resultados obtenidos ayudarán en la mejora de la predicción de ciclogénesis explosivas que afectan Europa.
(a) Esquema de la circulación general de la atmósfera terrestre (Fuente www.perso.wanadoo.es) (b) Imagen de satélite del ciclón extratropical Klaus 24/01/2009 (Fuente EUMETSAT). (c) Fenómeno de El Niño de 1997 (Fuente NOAA), caracterizado por un calentamiento sobre el Pacífico ecuatorial. (d) Principales modos de variabilidad de la temperatura en el océano (El Niño del Pacífico y el homólogo del Atlántico, El Dipolo del Indico y  el calentamiento del Mediterráneo) relacionados con la variabilidad de la lluvia en Europa. Como mecanismos que afectan a la variabilidad del clima en Europa y que son estudiados por el grupo TROPA se incluyen las ondas de Rossby desde el Pacífico (sobre línea gruesa gris clara) y las variaciones en los ciclones extratropicales (líneas finas sobre la región Atlántica)
Por otro lado, las causas de variabilidad climática en el Atlántico Norte pueden también estar forzadas por factores externos a esta región. La influencia se produce mediante mecanismos de teleconexión atmosférica, procesos mediante los cuales un comportamiento anómalo del océano, cubierta de hielo, o la propia atmósfera (incluyendo el calentamiento global asociado a emisión de gases de efecto invernadero) pueden llegar a influir sobre la variabilidad del clima en regiones remotas. La propagación de estas anomalías generalmente se produce mediante ondas atmosféricas denominadas ondas de Rossby. En este sentido, el grupo TROPA lleva más de 12 años trabajando en mecanismos de teleconexión en diferentes regiones del globo (e.g., Europa, Sahel, Noroeste de Brasil) forzados por anomalías de la temperatura de la superficie del mar. Como bien es sabido, la capacidad calorífica del agua es muy elevada y, por tanto, las anomalías térmicas son capaces de perdurar durante largos periodos de tiempo (desde estaciones hasta varias décadas) e influir notablemente sobre la atmósfera. Un claro ejemplo de ello es el fenómeno de El Niño, que se caracteriza por un calentamiento anómalo de la temperatura superficial del Pacífico Ecuatorial con una persistencia media de 1 a 2 años y que es capaz de afectar al clima a nivel global, incluyendo Europa. Un estudio reciente del grupo TROPA (López-Parages y Rodríguez-Fonseca, 2012) ha encontrado como el mecanismo de teleconexión entre el fenómeno de El Niño y la precipitación en Europa, a finales de invierno y principios de primavera, ha sido no estacionario a lo largo del pasado siglo XX. Este hecho parece explicarse por cambios en la propagación de Ondas de Rossby atmosféricas desde el Pacífico tropical hasta el Atlántico Norte que estarían modulados por variaciones de la temperatura superficial del mar de unas décadas a otras. Así, un océano Atlántico o Pacífico más o menos cálidos durante unas determinadas décadas puede modificar el mecanismo físico que relaciona El Niño con la lluvia en Europa y, por tanto, también el impacto sobre esta última. En concreto, se ha encontrado como la influencia del Niño en Europa ha sido mayor en aquellas décadas en las que los océanos extratropicales del hemisferio norte estaban más fríos. Así ocurrió en el periodo después de los años 70 y hasta finales del siglo XX, durante el cual los calentamientos del Pacífico ecuatorial (fenómeno de El Niño) estuvieron asociados a un aumento de la precipitación en Europa central (incluyendo el Noroeste de la Península Ibérica) y una disminución en la región Mediterránea durante la primavera. En dichos años la predicción estacional de la lluvia podría haberse mejorado, lo cual es esencial para la planificación de los recursos económicos de los países afectados.

Cualquier actividad socio-económica actual se encuentra fuertemente expuesta al comportamiento del clima y su variabilidad, sobre todo, en aquellos países con recursos económicos limitados y baja capacidad de adaptación. Es por ello por lo que el estudio y conocimiento riguroso de la variabilidad de nuestro clima presente (y también futuro) posee un gran potencial para generaciones venideras. Son éstas las que podrán valorar en su justa medida la utilidad de la investigación científica actual. Cualquier otra evaluación presente en términos económicamente cuantificables y a corto plazo resulta, a todos los efectos, incompleta.
 
Vía: Madri+d, 17/06/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionIdi/analisis/analisis/analisis.asp?id=60730&origen=notiweb_suplemento&dia_suplemento=martes&seccion=analisis%28martes%29

El “rozamiento” de los témpanos reduce las especies de la Antártida

El impacto de los témpanos de hielo a la deriva como resultado del cambio climático está disminuyendo la variedad de especies cuyo hábitat es el lecho marino de baja profundidad, según un artículo que publica Current Biology.

"La vida en el lecho marino costero de la Antártida oscila entre los veranos plagados por los témpanos flotantes y los inviernos, cuando escasea la comida", indica el estudio dirigido por David Barnes, del Instituto Antártico Británico en Cambridge (Reino Unido). En el invierno, cuando la superficie del mar se congela, los témpanos quedan atrapados y eso disminuye sus golpes sobre el lecho marino. En tanto, en el verano hay menos hielo que impida el libre movimiento de los icebergs.

Pero, según los investigadores, en el último medio siglo ha habido pérdidas enormes de hielo marítimo invernal a lo largo de la Península Antártica. También se ha evidenciado una retirada de los glaciares y desintegración de estratos de hielo junto con un rápido calentamiento del clima local.

"La Península Antártica puede considerarse como un sistema de alarma temprana, como el proverbial canario en la mina de carbón", señaló Barnes. "Los cambios físicos que allí ocurren se cuentan entre los más extremos y la biología es muy sensible, por lo que siempre ha sido un buen sitio para observar los impactos del cambio climático", según el autor del artículo. El investigador añadió que "una buena parte del planeta depende del ambiente cercano a la costa, empezando por la comida".

Estudios anteriores ya habían alertado de un incremento en la mortalidad de la Fenestrulina rugula, una pequeña criatura marina perteneciente a un grupo descrito a menudo como animales moho. Barnes y sus colaboradores sospecharon que las pérdidas eran aún mayores que las informadas. De hecho, un estudio en 2013 dejó al descubierto grandes áreas en las que no podían encontrarse seres vivos, pese a que en el sector eran frecuentes las inmersiones de los investigadores y la presencia de algunos animales. En el nuevo estudio los autores ofrecen detalles de los cambios en la riqueza biológica coincidentes con el golpeteo o 'rasqueteo' de los témpanos flotantes.

Ninguna de las especies que estaban presentes en 1997 ha desaparecido, pero muchas son ahora tan raras que desempeñan un papel menor en la comunidad. En 2013, el 96% de las interacciones involucró una sola especie, la Fenestrulina rugula, haciendo de este uno de los sistemas biológicos más simples del planeta.

Según la publicación, los científicos se mostraron sorprendidos porque un fenómeno de tanta magnitud como el cambio climático haya ocurrido tan rápido, pues se esperaba una evolución lenta. "Es probable que el calentamiento, que aumenta el impacto de los témpanos flotantes sobre el lecho marino, incremente la mortalidad y reduzca la complejidad biológica, y que también ayude al establecimiento de especies no nativas", concluyó el estudio.

Vía: EFE Verdfe, 17/06/2014
F:http://www.efeverde.com/blog/noticias/el-impacto-de-los-tempanos-la-deriva-reduce-las-especies-en-la-antartida/

domingo, junio 15, 2014

Analizan la variabilidad climática entre los dos hemisferios en el último milenio

Que el clima mundial sea algo cambiante no es una novedad, sin embargo, la precisión de las predicciones globales podrían estar enfrentando un punto de giro. El científico suizo Raphael Neukom encabezó un estudio del que participaron científicos argentinos y de todo el mundo, con el objetivo de analizar la variabilidad climática entre los dos hemisferios, a la luz de una enorme compilación y comparación de distintos tipos de datos. Los resultados fueron publicados en Nature Climate Change de marzo.

“Las reconstrucciones climáticas hasta la fecha habían presumido la existencia de coherencia en los procesos de circulación atmosféricos entre los dos hemisferios. Ahora con esta investigación internacional se ve, por primera vez, que el hemisferio sur no tiene la misma dinámica interna que el norte, lo que cuestiona el modelo con el que se venía trabajando”, comenta Ignacio Mundo, unos de los investigadores del CONICET que participó del estudio.

Como parte del equipo encargado de aportar los datos del hemisferio sur, Ignacio Mundo y Ricardo Villalba, investigadores del CONICET en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales en Mendoza (IANIGLA, CONICET), contribuyeron a los más de 300 registros que se utilizaron con series de ancho de anillos de árboles patagónicos.

“Si bien no es la primera vez que se hace una reconstrucción global, sí es la primera que toma una cantidad tan grande de registros para el hemisferio sur. Todas las anteriores estaban basadas en datos y modelados obtenidos en el norte, por lo que históricamente los modelos climáticos de todo el mundo se desarrollaron en función de ese conocimiento relativamente sesgado”, comenta Villalba, quien también es director del IANIGLA.

Además de los datos provistos por el equipo argentino, el estudio vincula registros marinos, sedimentos acumulados en el fondo de lagos, testigos de hielo de la Antártida, arrecifes de coral y documentación histórica, como bitácoras de barcos de la época colonial, entre otros.

Toda esta información permitió a los investigadores tener una mejor interpretación de cómo fue el clima de los últimos mil años en el hemisferio sur y contrastarlo con los modelos predictivos calibrados para el hemisferio norte.

El resultado: un nuevo esquema de variabilidad climática global del último milenio que evidencia que los modelos previos sobrevaloraron la sincronía entre ambos hemisferios al subestimar la influencia de la dinámica océano-atmósfera, un factor determinante en la dinámica interna del hemisferio sur.

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Araucarias en Pampa de Castro, Cuenca del Lago Rucachoroi, Parque Nacional Lanín. (Foto: gentileza investigadores)



Mundo y Villalba aportaron su conocimiento y experiencia en dendrocronología, es decir proveyeron datos de los anchos de anillos de árboles y arbustos de Patagonia que permiten entender cómo respondieron a distintos factores climáticos y ambientales a lo largo de los siglos, y en función de esto inferir el clima del último milenio.

“Partamos de que los árboles, como todos los seres vivos, responden a las variaciones del ambiente en el que crecen y se desarrollan. El ancho de los anillos de crecimiento nos permite inferir indirectamente cómo fueron las condiciones en las cuales crecieron como por ejemplo, las temperaturas, precipitaciones y a partir de estas series de crecimiento realizar reconstrucciones climáticas, de historia de disturbios e incluso de caudales de ríos”, explica Mundo.

Según el investigador, los árboles crecen más cuando las condiciones ambientales son favorables en función de los requerimientos intrínsecos de la especie, es decir que invierten más de sus productos de la fotosíntesis en madera. En cambio, cuando las condiciones son más adversas, rigurosas o extremas, aportan menos energía al crecimiento radial.

“Comparativamente se observa una mayor sincronía en la variabilidad climática de los hemisferios en el último siglo que en el último milenio. Esta sincronía de los últimos cien años, visible en la marcha de las temperaturas hemisféricas, se relaciona fuertemente con la actividad antrópica”, señala Mundo.


Las variaciones del sistema climático mundial resultan de las interacciones entre la dinámica interna y específica de cada hemisferio, caracterizada por factores como El Niño o la circulación de los océanos, y ‘forzantes’ externos, tales como la radicación solar, las erupciones volcánicas que afectan a ambas mitades del planeta y la emisión de gases invernadero por acción del hombre.

Los investigadores del IANIGLA señalan que dado que en el pasado la influencia antrópica era menor, la variabilidad interna de cada hemisferio era mayor, es decir que a pesar de que somos una sola tierra hay variación entre los patrones de circulación atmosféricos de cada lado del Ecuador.

“En el trabajo concluimos que la variabilidad climática es de origen interno, lo que explicaría la autonomía relativa de cada hemisferio a lo largo del último milenio. Los modelos anteriores sobreestimaron la influencia de los factores externos en la variabilidad climática, lo que repercutió en una capacidad predictiva muy sesgada hacia la circulación atmosférica general muy reducida a los datos conocidos del norte”, destaca Villalba.

Por su parte, Mundo señala que este trabajo da una imagen de cómo en los últimos 40 años se dio una tendencia de incremento sostenido de la temperatura en ambos hemisferios. Algo que se observa con más detalle ahora, aunque ya desde comienzos del siglo pasado se observa una tendencia marcada en este sentido, relacionada con el proceso de industrialización a escala global.

“Sin duda este trabajo en colaboración es resultado de la apertura que ha tenido la ciencia argentina en los últimos años, lo que ha permitido que vengan científicos de otros países a trabajar en nuestro país y que científicos argentinos vayan al exterior. Es un ejemplo del éxito de fortalecer las relaciones internacionales, no sólo norte-sur sino dentro del mismo hemisferio”, destaca Villalba. (Fuente: CONICET/DICYT)

Vía: Noticias de la Ciencia, 13/06/2014
F:http://noticiasdelaciencia.com/not/10648/analizan-la-variabilidad-climatica-entre-los-dos-hemisferios-en-el-ultimo-milenio/

viernes, junio 06, 2014

Un portal de información sobre estándares medioambientales para Europa

Europa genera una gran cantidad de resultados científicos que sirven de apoyo a las labores de normalización sobre ámbitos como la atmósfera, el agua, el suelo y los residuos. SIPE, An environmental Standards Information Portal for Europe, un proyecto financiado por la Unión Europea, trabaja en la reunión de todos estos resultados y los combina con información sobre normativas y políticas en un portal Web exclusivo. 

Los responsables del proyecto, puesto en marcha en septiembre de 2012 y ya en sus últimos meses, ya han publicado la primera versión de pruebas del Portal Web SIPE-RTD. En él tienen cabida ciento noventa políticas (divididas en tres mil seiscientos artículos políticos), novecientos cincuenta estándares y cerca de seiscientos resultados de proyectos financiados con fondos europeos.

Desde SIPE se han propuesto fomentar un mayor aprovechamiento de los resultados de investigaciones en las labores de redacción de normativas (relacionadas con la atmósfera, el agua, el suelo y los residuos) que ejercen agentes pertenecientes a los ámbitos de la investigación, los organismos de normalización, las políticas y las iniciativas y pequeñas y medianas empresas (PYME).

El portal, dotado de una interfaz singular mediante la que se sirve información sobre estándares, políticas y comunidades investigadoras, supone una herramienta útil a este efecto, pues permite a los usuarios realizar búsquedas por distintos medios, por ejemplo sirviéndose de los cuatro 'compartimentos' definidos ('Agua y Mar', 'Aire', 'Residuos y Lodos' y 'Suelos y Sedimentos'), pulsando en cualquiera de las palabras clave disponibles o mediante la herramienta de búsqueda libre.

Las relaciones entre la información se basan en huellas de palabras clave desarrolladas para cada uno de los elementos del portal Web. Un módulo de introducción de datos y un repositorio de documentación logran que resulte sencillo transferir información.

De partida, los artífices del proyecto se propusieron recopilar información sobre resultados de iniciativas científicas, y sobre las propias iniciativas, financiados por la Unión Europea dedicados a respaldar la labor de redacción de estándares. A este cúmulo de información se sumaron las Directivas de la Unión Europea relevantes y sus tareas políticas asociadas. En su descripción se utilizó el mismo conjunto de palabras clave relacionadas con los estándares. Cada palabra clave de este conjunto se relacionó con otras mediante algoritmos hasta conformar un sistema de categorización.

La construcción del portal estuvo acompañada de un proceso de consulta y opinión continuo. Así, un 'Grupo de Interfaz', compuesto por representantes de agentes interesados que aceptaron la invitación a participar en el proceso, ofreció su opinión sobre el planteamiento inicial y colabora todavía en el desarrollo y la puesta en marcha del portal. Uno de los objetivos fundamentales del proyecto pasa por lograr que SIPE-RTD sea una herramienta sostenible y 'apta para su uso'. La participación en la iniciativa se ha organizado también a través de una Red de Agentes Interesados.

El consorcio, dirigido por HydroScan (Bélgica), está compuesto por seis socios de cuatro países: Mermayde (Países Bajos), Hydraulics Laboratory y WISE-RTD Association (Bélgica), IVL Svenska Miljoeinstitutet (Suecia) y Quality Consult (Italia). Estos socios y el resto de partes interesadas se reunirán en junio en Bruselas con motivo del congreso final del proyecto, que llevará por título Investigación, innovación e implementación de políticas basadas en el conocimiento sobre los estándares, Research Innovation and Policy Implementation based on Standards Knowledge.

Se invita a los agentes interesados a que contribuyan al Portal Web SIPE-RTD mediante la creación de un perfil de usuario y remitan proyectos y resultados de investigación relacionados con el medio ambiente y los estándares. El equipo de SIPE recibirá de buen grado la opinión de los usuarios que deseen probar la página.
 
Vía: Cordis, 30/05/2014
F:http://cordis.europa.eu/news/rcn/36588_es.html

El ser humano fuerza una tasa de extinción 1.000 veces superior a la normal, más de lo que se creía hasta ahora

El final natural de toda especie terrestre es la extinción. Unas se extinguen al poco de aparecer y otras están entre nosotros desde la noche de los tiempos. Todo depende también de lo que consideremos especie. 

El caso es que hay un ritmo constante de extinción y un ritmo constante de especiación según el cual aparecen nuevas especies. Si no hay cambios bruscos en el entorno, este proceso de desaparición de especies es lento y esas especies que se extinguen pueden ser sustituidas por otras. En ningún caso el ritmo de extinción es superior al de especiación por razones obvias salvo por causas extraordinarias y puntuales. Los estudios genéticos nos dicen que, en promedio, aparece una nueva especie de vertebrado cada 10 millones de años.

La situación cambia cuando se produce una extinción masiva y muchas especies se extinguen directamente o debido al efecto dominó. Los ecosistemas tardan muchos millones de años en recuperarse después de uno de esos eventos. El último en darse fue hace 65 millones de años y se llevó por delante a todos los dinosaurios. Ahora estamos inmersos en otro proceso de extinción masiva, esta vez inducido por la actividad humana. Lo difícil es cuantificar el ritmo de esta extinción.

Un nuevo análisis arroja malas noticias al respecto. El ritmo de extinción actual es 1.000 veces superior al natural, lo que constituye la cota superior de las estimaciones anteriores. La razón de este nuevo resultado es que anteriormente se había subestimado la extinción actual y se había sobreestimado la natural de hace entre 10 y 20 millones de años. El estudio ha sido realizado por Stuart Pimm de la Duke University y sus colaboradores. Es una actualización del trabajo que hizo este mismo investigador en 1995 y que situaba el ritmo de extinción entre 100 y 1.000 veces superior al natural. Uno de los problemas era que hace 20 años no se contaba con todos los datos necesarios para realizar una buena estimación. Ahora se cuenta con amplios datos sobre grupos de animales y sobre su distribución geográfica. La idea es comparar estos datos de extinción con lo que se daba hace millones de años, cuando el ser humano no intervenía en los ecosistemas. La nueva estimación no está determinada por una aceleración reciente en la extinción en estos 20 años, salvo en el caso de los anfibios debido a una plaga reciente de hongos que está diezmando las poblaciones de estos animales.

Los ecosistemas funcionan metafóricamente como un avión moderno. Se puede quitar un tornillo (una especie) del avión (ecosistema) y el avión sigue funcionando (el ecosistema sigue funcionando). Se pueden ir eliminando piezas y componentes y seguirá volando más o menos sin problemas, pero, llegados a un punto, el avión no puede volar y se estrella (el ecosistema colapsa). Todavía no hay herramientas científicas fiables que permiten evaluar la salud de los ecosistemas y que predigan cuánto falta para su colapso total. Pero todos los indicadores señalan que las actuales políticas de explotación y destrucción del medio, llevadas a cabo por los humanos, no favorecen en nada la conservación de los ecosistemas, sobre todo la de los más ricos en especies.

Un ritmo de extinción 1.000 veces al natural no puede mantenerse durante mucho tiempo sin que ocurra un desastre absoluto y los científicos aseguran que tarde o temprano pagaremos el precio por ello. Los científicos implicados y del ramo están realizando mapas de biodiversidad que ayuden a establecer políticas de conservación.
Sarah L. F.  

Vía: La Flecha, 05/06/2014
F:http://laflecha.net/el-ser-humano-fuerza-una-tasa-de-extincion-1000-veces-superior-la-normal-mas-de-lo-que-se-creia-hasta-ahora/

lunes, junio 02, 2014

Reconstruyen las tormentas extremas ocurridas en los últimos 600 años

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) han logrado reconstruir la intensidad y frecuencia de las tormentas que se produjeron en el noreste de la Península Ibérica desde 1347 hasta 2012. En concreto han analizado el registro sedimentario del lago Montcortès, situado en el Pirineo catalán. 

Los resultados obtenidos, que son extrapolables al Mediterráneo occidental, demuestran una relación directa entre la variabilidad de la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) y la intensidad y frecuencia de las tormentas de la zona. Es la primera vez que se consigue un registro paleoclimático de eventos extremos con datos cuantitativos tan exhaustivos y con una resolución anual. Gracias a la naturaleza del lago de Montcortès, el registro sedimentario es de extraordinaria calidad y refleja las fluctuaciones climáticas cada año. En verano, debido al calor, aumenta el número de algas en el lago. Este aumento propicia la precipitación de calcita que queda marcada en el registro sedimentario como si se tratara de los anillos del tronco de un árbol.

"Las tormentas generan depósitos en los lagos, cuya composición y textura dependen de las características de la precipitación, del lago y de la cuenca de drenaje" explica el investigador del MNCN, Pablo Corella. "A partir del análisis sedimentológico, geoquímico y geofísico de los sedimentos recientes del lago y de la correlación con los datos de precipitación de las últimas décadas se ha establecido el umbral mínimo de precipitación para eventos extremos (aquellos que tienen un periodo de retorno de 5 años) en 90mm/m2", completa el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología, del CSIC, Blas Valero.

Imagen del registro sedimentario donde se observan las líneas claras que marcan cada cambio de año. Las zonas marcadas indican depósitos producidos por eventos de lluvia extremos. A la derecha una vista 

panorámica del lago
Imagen del registro sedimentario donde se observan las líneas claras que marcan cada cambio de año. Las zonas marcadas indican depósitos producidos por eventos de lluvia extremos. A la derecha una vista panorámica del lago.
Para analizar los datos de la muestra, los investigadores han extrapolado los datos de las precipitaciones recogidos en estaciones meteorológicas cercanas, a los datos que han obtenido del registro sedimentario. Cuando se produce un evento extremo de lluvia, la cantidad de sedimento que se deposita en el lago arrastrado desde la cuenca de recepción aumenta y queda reflejado como una capa.

Gerardo Benito, investigador del MNCN que participa en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) comenta los resultados: "Frente a lo que cabría esperar, hemos descubierto que el siglo XX es el periodo con menor número de tormentas extremas frente al final del siglo XIX, la época en la que más tormentas se produjeron".

LA INFLUENCIA DE LA NAO EN CLIMATOLOGÍA

Los investigadores también han podido comprobar la relación directa que existe entre la Oscilación del Atlántico Norte (NAO, por sus siglas en inglés) y las tormentas. La NAO es un patrón climático que mide las diferencias de presión atmosférica entre los paralelos 65 (Islandia) y 37 (Islas Azores). "Cuando el índice NAO es positivo hay menos tormentas, porque los vientos que llegan del oeste cargados de humedad desvían su trayectoria hacia el norte de Europa. Sin embargo, cuando el índice es negativo los vientos no se desvían y hay más eventos extremos en el Mediterráneo", concluye Corella. "Intuimos que existe relación entre los eventos de lluvia extremos y la radiación solar, pero aún no disponemos de datos concluyentes".

En la investigación también han participado el Instituto Pirenaico de Ecología, del CSIC, y el Instituto alemán GeoForschungsZentrum (GFZ) de Potsdam.



J.P. Corella, G. Benito, X. Rodríguez-Lloveras, A. Brauer, B.L. Valero-Garcés. (2014) Annually-resolved lake record of extreme hydrometeorological events since A.D. 1347 in NE Iberian Peninsula. Quaternary Science Reviews 93: 77-90 DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.quascirev.2014.03.020.
Vía: Madri+d, 02/06/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=60533&origen=notiweb_suplemento&dia_suplemento=lunes&seccion=noticiaslunes