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jueves, mayo 24, 2012

El tratamiento que puso en peligro las pinturas rupestres de Lascaux

Fue peor el remedio que la enfermedad. Los productos —biocidas— que utilizaron los técnicos del Ministerio de Cultura francés para frenar en 2001 la proliferación de hongos que invadieron las célebres pinturas rupestres de la cueva de Lascaux, en Montignac, propiciaron la aparición de otros hongos y bacterias. Así lo afirma un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicado por la revista Environmental Science and Technology.

Las pinturas rupestres de Lascaux, que tienen 17.000 años (Paleolítico superior) fueron descubiertas en 1940 por unos niños. Las masivas visitas para contemplarlas —hasta 1.800 personas al día— las perjudicaron hasta obligar a su cierre en 1963, cuando se descubrió además que la iluminación artificial había propiciado la aparición de un alga verde en estas paredes donde están representadas unas 1.900 figuras de animales y signos geométricos.
En 2001 saltó de nuevo la alarma, cuando se comprobó que el hongo Fusarium solani se había extendido por las paredes y suelo de Lascaux. El investigador Cesáreo Sáiz, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología del CSIC, ha liderado la investigación que sale a la luz y que también se ha financiado con un proyecto del Ministerio de Economía español. Sáiz ha declarado por teléfono a EL PAÍS que "estos hongos surgieron tres meses después de que unos trabajadores cambiaran un sistema de control ambiental en la cueva". Error, "la tecnología de tipo industrial no siempre se puede aplicar una cueva". Sáiz sospecha que "la permanencia de estas personas en el interior durante tanto tiempo y la introducción de materiales y equipos generaron además materia orgánica extraña a la cueva". Incluso se detectó que "el biocida utilizado favoreció el crecimiento de bacterias patógenas para el hombre, del tipo de las que se encuentran en aguas muy contaminadas", explica este científico.

Para empeorar las cosas, "se aplicaron unos tratamientos muy agresivos, incluida cal viva en el suelo". "Los microbiólogos industriales saben que no se puede utilizar un único biocida, si no que hay que combinarlo con otros para evitar resistencias". La fatal consecuencia fue "el crecimiento de más hongos, nuevas manchas negras en las paredes". Y a estas les siguieron unos nuevos habitantes en la cueva, los colémbolos, unos diminutos insectos blancos como los que se pueden ver en las macetas en los hogares. Cinco años después del drástico tratamiento, "el brote de hongos había tenido un crecimiento explosivo y era ya la principal amenaza para las pinturas".
A mediados de 2009 las autoridades francesas encargaron al CSIC que diagnosticara qué estaba pasando en la cueva. El estudio acabó en junio de 2011 y sus conclusiones son, según Sáiz, que los franceses "cometieron un gran error, eligieron el camino equivocado". "Sus técnicos consiguieron disminuir el hongo que amenazaba inicialmente la cueva pero favorecieron el brote de otros".

Conservación preventiva

Sáiz explica que se tendría que haber optado "por una conservación preventiva, como se hizo en las cuevas de Altamira o en Castañar de Ibor (Cáceres)". "En esta cueva, que no tiene pinturas pero es de valor geológico, surgieron hongos por el vómito de una visitante. Entonces se eliminaron mecánicamente los sedimentos contaminados y el resto se trató con agua oxigenada, en la zona donde se produjo el brote, con lo que conseguimos controlarlo. Hay que emplear métodos amigables con el medio ambiente".
Para Lascaux, el pronóstico de Sáiz es pesimista. "¿Cómo puedes tratar unas manchas negras que ya tocan las pinturas? Te acabarías llevando el pigmento". Por lo tanto, su recomendación es evitar que todo vaya a peor. "Controlar el ecosistema de la cueva. Eliminar la materia orgánica de la que se alimentan los hongos. Para ello hay que evitar que las filtraciones de agua en las paredes de la cueva vayan cargadas de la materia orgánica disuelta procedente del bosque que está encima". Una cueva no es una habitación que se pueda aislar "y siempre habrá aportes de nutrientes para los microorganismos".
Este experto lamenta que la catedral del arte rupestre francés presente "un estado irreversible, nunca volverá a su estado original". Al menos, Lascaux ha servido "para aprender de los errores". Ha quedado claro lo que no se debe hacer y que el ser humano puede acabar en unos meses con una belleza que sobrevivió 17.000 años.
 Manuel Morales

Vía: El País, 24/05/2012
F:http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/23/actualidad/1337804610_596213.html

viernes, mayo 18, 2012

martes, mayo 08, 2012

Aprender del pasado para proteger el futuro

Científicos de Francia, Reino Unido y Estados Unidos han descubierto que el hombre moderno puede aprender sobre cómo mejor gestionar mejor el suelo estudiando el pasado. Su trabajo, publicado en la revista PNAS y dedicado a la zona amazónica, revela que sus primeros habitantes gestionaron sus zonas de cultivo de forma sostenible. Los datos sugieren que los indígenas que vivían en las sabanas alrededor del bosque amazónico roturaban las tierras sin emplear el fuego.

Bajo la dirección del Colegio de Humanidades de la Universidad de Exeter (Reino Unido), investigadores del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) y de la Universidad de Montpellier (Francia), la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) y la Universidad de Utah (Estados Unidos) afirmaron que sus hallazgos podrían aportar información nueva para el aprovechamiento y la conservación de uno de los ecosistemas más importantes del planeta. En todo el planeta se están estudiando formas de salvar estos ecosistemas para evitar su rápida destrucción. En la sabana amazónica a la tierra se le está dando un uso en la cría de reses y la agricultura industriales.

Los investigadores encargados del proyecto evaluaron registros de polen, carbón y otros restos vegetales como fitolitos de más de 2 000 años. De esta manera lograron obtener una imagen precisa del empleo de la tierra en las sabanas amazónicas de la Guayana Francesa que ofrece una nueva perspectiva del terreno anterior y posterior a la llegada de los europeos en 1492.

Los datos apuntan a que los primeros colonos de esta zona utilizaron técnicas agrícolas de campo elevado. Este tipo de actividad implica la construcción de montículos pequeños mediante herramientas de madera que aumentan el drenaje, la aireación del suelo y la retención de humedad. Esta práctica se produjo sobre todo en la sabana, una zona proclive tanto a las sequías como a las inundaciones.

Según los investigadores el limo recogido de los fondos inundados entre montículos y depositado en la base de las plantas aumentó también la fertilidad de estos campos. El escaso empleo del fuego realizado por los agricultores les permitió conservar los nutrientes del suelo, su materia orgánica y su estructura.

«Utilizamos datación mediante radiocarbono para establecer la edad de los bancos elevados», informó el Dr. Mitchell Power de la Universidad de Utah, uno de los autores del estudio. «Concluimos que el polen de maíz encontrado tenía 800 años mediante la datación de depósitos de carbón situados tanto encima como debajo de la capa de sedimentos en la que se encontraba el polen.»

Este estudio contribuye a desechar la teoría de que los indígenas utilizaban el fuego como método para roturar las sabanas y gestionar la tierra. Los resultados apuntan a un aumento intenso de los fuegos tras la llegada de los primeros europeos, mencionada en algunas fuentes como el «Intercambio colombino».

En alusión a los resultados de este estudio, el Dr. José Iriarte de la Universidad de Exeter, primer firmante del artículo, afirmó: «Este empleo de la tierra prehistórico, comprobado y sin fuego podría dar paso a una implementación de la agricultura de campos elevados en zonas rurales del Amazonas. La agricultura intensiva de campo elevado podría suponer una alternativa a la quema de bosque tropical para artigar el terreno mediante la ocupación de ecosistemas de sabana abandonados o nuevos creados por deforestación. Posee la capacidad de reducir las emisiones de carbono y al mismo tiempo generar una seguridad alimentaria en las poblaciones rurales más vulnerables y pobres.»

Por su parte, el profesor Doyle McKey de la Universidad de Montpellier indicó: «La sabana amazónica es uno de los ecosistemas más importantes del planeta y da cabida a una enorme variedad de plantas y animales. Además son esenciales en la gestión del clima. Hoy en día las sabanas están asociadas con incendios frecuentes y un elevado nivel de emisiones de carbono, pero los resultados obtenidos muestran que esto no siempre fue así. Debido al calentamiento global es más importante que nunca que demos con un método sostenible de gestionar las sabanas. La información sobre cómo lograrlo podría estar en los 2 000 años de historia que acabamos de sacar a la luz.»

 Vía: Cordis, 04/05/2012
F: http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=34583