CIENTÍFICOS DE LA HISPALENSE INVESTIGAN UN HONGO EXTREMADAMENTE SENSIBLE A LOS ESTÍMULOS AMBIENTALES.
En colaboración con investigadores de EE.UU y de la Universidad de Salamanca, los científicos sevillanos estudian el hongo Phycomyces como modelo de percepción sensorial y recepción de estímulos ambientales en los microorganismos.
Los hongos son organismos eucariotas muy parecidos a los seres humanos a nivel celular. Es por esto que desde hace muchos años los investigadores aprovechan su sencillez utilizándolos como modelos de estudio que sirven para extrapolar lo aprendido a organismos más complejos.
El profesor Luis Corrochano lleva dieciséis años investigando la visión de los hongos y siete al frente del grupo de investigación de Conducta y Regulación del Departamento de Genética de la Universidad de Sevilla, centrando su investigación en un hongo en particular llamado Phycomyces. La elección de este organismo se debe a su espectacular respuesta a estímulos ambientales, y es que se trata de una especie de hongo muy sencillo que tiene sin embargo unas respuestas sensoriales altamente complejas.
El hongo en cuestión está formado por un cuerpo fructífero cilíndrico muy fino, de varios centímetros de longitud, que se mueve hacia la luz, en contra del viento, detecta obstáculos y responde ante la gravedad. El reto de este grupo de investigación es conseguir entender cuáles son los mecanismos que utiliza el hongo Phycomyces para realizar este tipo de comportamiento tan singular y a partir de estos descubrimientos deducir cómo otros seres vivos más complejos son capaces también de percibir señales ambientales.
El hongo Phycomyces es capaz de ver sin ojos, pues no tiene una estructura visual. El sistema que utiliza es radicalmente diferente al que utilizan los vertebrados para ver y más sencillo incluso que el sistema que emplean las plantas. Se puede pensar que su crecimiento hacia la luz es como el de estos seres vivos, no obstante, en el caso de los vegetales es consabida su necesidad de realizar la fotosíntesis para sobrevivir, proceso que no se ha demostrado en el Phycomyces, que utiliza la luz como una señal ambiental que le indica cuándo es de día y cuándo de noche.
Colaboración internacional
Junto a investigadores de la Duke University de EE.UU y de la Universidad de Salamanca, los biólogos de la Universidad de Sevilla identificaron hace un año el gen que permite al hongo Phycomyces detectar la luz y orientar su crecimiento hacia ella. En 2005 se solicitó al Instituto Unificado de Genómica, dependiente del Departamento de Energía de EE.UU, que realizara la secuenciación del genoma de este hongo, proceso que actualmente se encuentra en su fase final.
Junto a investigadores de la Duke University de EE.UU y de la Universidad de Salamanca, los biólogos de la Universidad de Sevilla identificaron hace un año el gen que permite al hongo Phycomyces detectar la luz y orientar su crecimiento hacia ella. En 2005 se solicitó al Instituto Unificado de Genómica, dependiente del Departamento de Energía de EE.UU, que realizara la secuenciación del genoma de este hongo, proceso que actualmente se encuentra en su fase final.
En colaboración con investigadores de otros laboratorios y el propio centro estadounidense, los científicos de la Hispalense tratan de entender cómo está construido el genoma del Phycomyces comparándolo con el genoma de otros hongos y de otros seres vivos para averiguar en un futuro cómo se construye el conjunto de cromosomas de las células de cualquier ser vivo.
Biología molecular
Las aplicaciones futuras de estas investigaciones básicas son desconocidas hoy por hoy, ya que se trata de un proyecto de biología molecular y no aplicada. Gracias a este tipo de proyectos se generan conocimientos que luego la ciencia aplicada los puede utilizar para producir diferentes enzimas o proteínas. Este hongo, entre otras aplicaciones, puede servir para producir pigmentos anaranjados precursores de la vitamina A. Así pues, entender cuáles son los genes que regulan la síntesis de ese pigmento podría ser útil para optimizar su producción y eventualmente tener unas versiones mejoradas del hongo con las que se obtenga dicho pigmento en mayores proporciones.
Las aplicaciones futuras de estas investigaciones básicas son desconocidas hoy por hoy, ya que se trata de un proyecto de biología molecular y no aplicada. Gracias a este tipo de proyectos se generan conocimientos que luego la ciencia aplicada los puede utilizar para producir diferentes enzimas o proteínas. Este hongo, entre otras aplicaciones, puede servir para producir pigmentos anaranjados precursores de la vitamina A. Así pues, entender cuáles son los genes que regulan la síntesis de ese pigmento podría ser útil para optimizar su producción y eventualmente tener unas versiones mejoradas del hongo con las que se obtenga dicho pigmento en mayores proporciones.
Clarisa Guerra Guerrero/ Andalucía investiga 07/09/07
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