"Novedad. Cosa nueva y no acostumbrada. Suele ser peligrosa por traer consigo mudança de uso antiguo" (SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS) 1539-1613

"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

martes, junio 26, 2007

Desertificación

En general, los desiertos tienen su origen en las transformaciones más recientes del relieve terrestre a escala global como consecuencia de la Orogenia Alpina, ocurrida a lo largo del Cenozoico (entre mediados del Paleógeno y principios del Cuaternario; hace entre 53 y 1,5 millones de años).
Resultado de ello fue la generación de unas regiones hiperáridas (o verdaderos desiertos) caracterizados por la casi total ausencia de cubierta vegetal y precipitaciones; el tránsito de dichas regiones a las no desérticas se hace progresivamente pasando por franjas semiáridas (esteparias) y subhúmedas (de bosque muy poco denso). Son esas franjas que bordean los desiertos hiperáridos las que han sufrido notables modificaciones a lo largo de Cuaternario debido a los periodos pluviales-interpluviales y glaciares-interglaciares; también son estas franjas las más vulnerables a la intervención antrópica.
Precisamente y dada esa vulnerabilidad, la mala gestión del suelo, la sobreexplotación del bosque, el exceso de pastoreo y otras actividades, entre la que destacan la sobreexplotación de los acuíferos y la proliferación de infraestructuras, han condicionado la evolución reciente de estas áreas al interferir en las etapas secuenciales de sequía (penuria)- pluviosidad (recuperación). La actual Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) considera que "a desertificación es la degradación de las tierras áridas, semiáridas y zonas subhúmedas secas. Causada principalmente por variaciones climáticas y actividades humanas tales como el cultivo y el pastoreo excesivo, la deforestación y la falta de riego".
Así pues, e independientemente de las contradicciones que se plantean entre los diferentes modelos climáticos (las hipótesis glaciares asocian las fases interglaciares de calentamiento, como la actual en que estamos, con el retroceso de la aridez en las franjas intertropicales; mientras las de Calentamiento Global inducido por la actividad antrópica pronostican una mayor aridez generalizada en esas zonas), la realidad incuestionable es que la actividad humana es responsable de notables desequilibrios en esas franjas semiáridas y subhúmedas secas, ya que está contribuyendo a reforzar o perpetuar los efectos de los ciclos naturales de sequía (penuria) y, consecuentemente, a disminuir o anular el potencial ecológico y agronómico de muchos terrenos.
Javier de Pedraza (Profesor del Departamento de Geodinámica de la Facultad de Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid).
Tribuna Complutense - mi+d

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