El famoso meteorito de Murchison, encontrado hace 40 años en Australia, contiene un impresionante arsenal de millones de componentes orgánicos, muchos más de los que se habían identificado hasta ahora, según han demostrado los últimos análisis de un grupo de químicos europeos.
El hallazgo pone de manifiesto que el Sistema Solar que acoge nuestro planeta contiene una variedad de química orgánica que sobrepasa la diversidad molecular que se encuentra en la Tierra. En concreto, se han localizado más de 14.000 diferentes elementos en la composición de la roca espacial.
El meteorito Murchison es uno de los tres más famosos localizados hasta ahora (los otros son el Allende, que cayó en México, y el Orgueil, en Francia) debido a su riqueza química. Cayó cerca de una localidad australiana, a la que debe su nombre, un 28 de septiembre de 1969. "Estos meteoritos son fundamentales para investigar la Tierra primitiva y entender las interacciones químicas y mineralógicas primigenias que contribuyeron al origen de la vida", explica el investigador del Centro de Astrobiología del CSIC-INTA Jesús Martínez Frías.
Los estudios que a lo largo de los años han hecho los investigadores en esta condrita (roca) carbonácea demostraron que contenía muchos aminoácidos fundamentales para la vida, si bien también dieron lugar a un intenso debate entre quienes defendían que se trataba de contaminación de origen terrestre y quienes aseguraban que habían venido del espacio exterior.
POSIBLE CONTAMINACIÓN
En este nuevo trabajo, publicado en Proceedings of National Academy of Science (PNAS), los autores, dirigidos por Philipe Schmitt-Kopplin, del Instituto alemán de Química Ecológica, han estudiado tres fragmentos del Murchison obtenidos en tres colecciones para diferenciar la posible contaminación del contenido original (estaban en Alaska, Japón y Luxemburgo).
Para analizarlos, utilizaron un espectrómetro de masa muy sofisticado que identificó 14.197 elementos en su composición, que podrían dar lugar a varios millones de estructuras moleculares. "Esta complejidad sugiere que la diversidad química extraterrestre es muy alta cuando se la compara con la bioquímica terrestre", aseguran los investigadores.
Además, han logrado determinar las interacciones que se han producido en el meteorito entre compuestos orgánicos (carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno) e inorgánicos (sulfuro de hierro y níquel).
Para Martínez Frías este hallazgo es especialmente importante porque "relaciona los meteoritos con las komatiitas, que son las lavas primitivas de la Tierra, las rocas más antiguas, y que también se han encontrado asociadas a sulfuros de hierro, lo que confirmaría su relación con los meteoritos que formaron nuestro planeta y que dieron lugar a la vida".
Se cree que el Murchison se formó en los primeros días del Sistema Solar, quizás antes que el Sol, y que atravesó las nubes de ese primitivo sistema recogiendo elementos orgánicos. Por ello, los autores sugieren que trazando la secuencia de las moléculas orgánicas se puede conocer la cronología de la formación y alteración de esas moléculas. En definitiva, un viaje al pasado para entender qué ocurrió.
Rosa M. Tristán
Vía: Madri+d, 17/02/2010
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=42704&origen=notiweb
El hallazgo pone de manifiesto que el Sistema Solar que acoge nuestro planeta contiene una variedad de química orgánica que sobrepasa la diversidad molecular que se encuentra en la Tierra. En concreto, se han localizado más de 14.000 diferentes elementos en la composición de la roca espacial.
El meteorito Murchison es uno de los tres más famosos localizados hasta ahora (los otros son el Allende, que cayó en México, y el Orgueil, en Francia) debido a su riqueza química. Cayó cerca de una localidad australiana, a la que debe su nombre, un 28 de septiembre de 1969. "Estos meteoritos son fundamentales para investigar la Tierra primitiva y entender las interacciones químicas y mineralógicas primigenias que contribuyeron al origen de la vida", explica el investigador del Centro de Astrobiología del CSIC-INTA Jesús Martínez Frías.
Los estudios que a lo largo de los años han hecho los investigadores en esta condrita (roca) carbonácea demostraron que contenía muchos aminoácidos fundamentales para la vida, si bien también dieron lugar a un intenso debate entre quienes defendían que se trataba de contaminación de origen terrestre y quienes aseguraban que habían venido del espacio exterior.
POSIBLE CONTAMINACIÓN
En este nuevo trabajo, publicado en Proceedings of National Academy of Science (PNAS), los autores, dirigidos por Philipe Schmitt-Kopplin, del Instituto alemán de Química Ecológica, han estudiado tres fragmentos del Murchison obtenidos en tres colecciones para diferenciar la posible contaminación del contenido original (estaban en Alaska, Japón y Luxemburgo).
Para analizarlos, utilizaron un espectrómetro de masa muy sofisticado que identificó 14.197 elementos en su composición, que podrían dar lugar a varios millones de estructuras moleculares. "Esta complejidad sugiere que la diversidad química extraterrestre es muy alta cuando se la compara con la bioquímica terrestre", aseguran los investigadores.
Además, han logrado determinar las interacciones que se han producido en el meteorito entre compuestos orgánicos (carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno) e inorgánicos (sulfuro de hierro y níquel).
Para Martínez Frías este hallazgo es especialmente importante porque "relaciona los meteoritos con las komatiitas, que son las lavas primitivas de la Tierra, las rocas más antiguas, y que también se han encontrado asociadas a sulfuros de hierro, lo que confirmaría su relación con los meteoritos que formaron nuestro planeta y que dieron lugar a la vida".
Se cree que el Murchison se formó en los primeros días del Sistema Solar, quizás antes que el Sol, y que atravesó las nubes de ese primitivo sistema recogiendo elementos orgánicos. Por ello, los autores sugieren que trazando la secuencia de las moléculas orgánicas se puede conocer la cronología de la formación y alteración de esas moléculas. En definitiva, un viaje al pasado para entender qué ocurrió.
Rosa M. Tristán
Vía: Madri+d, 17/02/2010
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