La Sociedad de Ciencias recuerda que la recolección masiva puede acabar con el ecosistema.
SAN SEBASTIÁN. DV. La masificación que se intenta evitar en Ul-tzama también es motivo de preocupación para los expertos en micología en Gipuzkoa. En la Sociedad de Ciencias Aranzadi llevan tiempo recomendando la necesidad de una regulación de la recogida de setas y hongos en los bosques y montes guipuzcoanos. Desde la sección de Micología de la sociedad no quieren que se vuelvan a repetir las escenas de otros años en las que montes navarros y guipuzcoanos se llenaron de aficionados , expertos y noveles, «que arrasaron» con todo.
José Manuel Lekuona, director del departamento de Micología de Aranzadi, considera que «la contaminación», la masiva presencia de aficionados en los bosques, y la «indiscriminada recolección o destrucción de todos los ejemplares a la vista» han provocado una degradación del ecosistema y un descenso de ejemplares. De hecho, en la actualidad, Aranzadi colabora con otras sociedades y la UPV en la realización de una lista de especies amenazadas.
«Aunque es cierto que los golpes de hongos del año pasado no se recuerdan en 25 años, hemos constatado que el resto de las especies está en decadencia. Hay una falsa imagen de que hay muchas setas, pero falta diversidad», asegura Lekuona. Por todo ello, consideran necesaria una normativa reguladora que permita un aprovechamiento más racional y respetuoso con el medio ambiente.
En Aranzadi están a la espera de que la Diputación de Gipuzkoa, competente en la materia, decida regular la recogida. «Hasta ahora no hemos tenido noticias, aunque esperamos que el nuevo equipo de Gobierno lo incluya en su agenda. Nosotros estaremos encantados de reunirnos y colaborar en lo posible». La normativa, como ya ocurre en otras regiones y países, regularía la temporada de recogida, la cantidad que se permite recolectar, las especies protegidas, las sanciones para los infractores...
En la actualidad, «tampoco hay regulación en Vizcaya ni en Álava», donde el PP presentó en 2006 iniciativas de este tipo en varias localidades. En Navarra, en cambio, existe un decreto foral de 1992 que regula la recolección de setas en terrenos de libre aprovechamiento -con un máximo de 30 ejemplares por persona y día- y la creación de acotados de hongos. En la práctica el decreto «nunca se ha aplicado». El mismo texto hace referencia a un posterior decreto que determinaría qué tipo de especies tienen autorizada su recolección y que todavía no ha sido elaborado.
«Fuente de ingresos, no»
La hondarribiarra Isabel Salcedo, doctora en Biología de la UPV, también es consciente del problema. En la actualidad, forma parte de una red hispano-lusa que coordina los estudios de sociedades micológicas de cara a elaborar una lista roja de especies fungícolas amenazadas.
Salcedo apuesta por una recogida «responsable» en el bosque porque reconoce que, en materia de conservación, los hongos «han sido un poco olvidados», a pesar su importancia en el ecosistema. «Nuestros bosques funcionan gracias a ellos», dice. No en vano, el 99% de las plantas viven asociadas a un hongo, que les ayuda a absorber el agua y nutrientes.
La bióloga critica la masificación de la afición por la recogida de setas y aboga por su regulación, pero no como «fuente de ingresos». José Manuel Lekuona es de la misma opinión con respecto a la solución planteada en Ultzama. «Me temo que la iniciativa de cobrar dinero no va a repercutir en la protección de especies y del medio ambiente. Si con ese dinero puede entrar cualquiera, puede ir el mismo número de aficionados que antes».
Juanma Velasco, Diario Vasco, 31/08/07
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