En el documento se describen las principales unidades de vegetación del archipiélago, tanto las que corresponden a las comunidades potenciales --aquellas que constituyen el óptimo de la vegetación en el territorio-- como las derivadas de su sustitución por uso del territorio, indicando en todas ellas la superficie en hectáreas que ocupan en la actualidad, según ha informado la ULL.
El trabajo recuerda que la Red Natura 2000 considera que el 46,8 por ciento de Canarias está protegida y que sus espacios naturales comprenden el 40,4 por ciento. Sin embargo, buena parte de esa superficie corresponde a las partes altas de montañas de las islas, mientras que hay un bajo grado de protección en zonas medias y bajas que incluyen, entre otras comunidades vegetales, las zonas bajas de laurisilva, los bosques termoesclerófilos, tabaibales-cardonales, palmerales, sauzales, tarajales, comunidades litorales, etc. que muestran superficies muy reducidas y un elevado grado de fragmentación.
El artículo recopila estos datos sobre vegetación en diversas tablas y gráficos aclaratorios, tanto de cada una de las islas como para el conjunto del archipiélago. Esto permite comparar el área de los restos de vegetación potencial que persiste con su teórica área original, y de este modo conocer tanto su extensión como su porcentaje de persistencia.
El artículo está firmado por Marcelino José del Arco Aguilar, Ricardo González-González y Víctor Garzón-Machado, del Departamento de Biología Vegetal de la ULL; y Bernardo Pizarro Hernández, de la empresa Grafcan S.A.
El trabajo tiene su base en una larga investigación durante los últimos 15 años del grupo de Flora y Vegetación Canaria, del Área de Botánica del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de La Laguna, que se concretó en 2006 con la publicación del Mapa 1:20.000 de Vegetación de Canarias. Los archivos cartográficos originales de este mapa, con ciertas correcciones que se anotan en la publicación, han permitido obtener los datos cuantitativos presentados en el trabajo.
Como explican los investigadores, la transformación del paisaje natural de las islas comenzó con la llegada de la población aborigen, que permaneció en el territorio 2.000 o 3.000 años antes de la llegada de los castellanos a finales del siglo XV.
Según lo apuntado en recientes publicaciones, los impactos en el paisaje causados por la población aborigen pudieron ser importantes, derivados del uso del fuego, la introducción de ovejas, cabras, cerdos y plantas. En cualquier caso, la evaluación de dichos daños sobre la cubierta vegetal es incierta, por lo que no se considera en el presente artículo.
Tras la colonización hispana, se extendió el uso del territorio y el paisaje natural fue transformándose progresivamente. Actualmente, el 20 por ciento de la superficie de las islas es de carácter urbano o rural, con escasa vegetación. Los restos de la vegetación potencial ocupan el 27 por ciento y la vegetación de sustitución, el 53 por ciento.
Estas cifras son elocuentes en lo que respecta a la trasformación de la vegetación, hoy día dominada por diversos tipos de matorrales (62 por ciento de la vegetación actual, de los cuales el 74 por ciento son secundarios).
Los tabaibales-cardonales fueron la vegetación más extensa de las islas, cubriendo el 48 por ciento de su superficie, pero hoy sólo persiste el 14 por ciento, especialmente en malpaíses y laderas escarpadas de costa y medianías. Canarias representa el principal enclave macaronésico de este tipo de vegetación derivada de una antigua flora semiárida africana (Rand Flora).
Se ha estimado que los bosques llegaron a cubrir el 39 por ciento de la superficie de las islas y hoy sólo ocupan el 14 por ciento, es decir, que se han reducido al 36 por ciento de su antigua extensión. Los más perjudicados son los bosques termoesclerófilos (sabinares, acebuchales y almacigales), que persisten en un 8 por ciento y la laurisilva, de la que queda el 12 por ciento (hasta 35 por ciento para el conjunto del "monteverde" si se considera el fayal-brezal sustitutorio).
El pinar canario, a pesar de su uso en el pasado, es la formación forestal más favorecida con un 54 por ciento de persistencia, mientras que los matorrales de cumbre, propios de las islas de La Palma y Tenerife, muestran un excelente grado de conservación.
Aparte de las grandes comunidades potenciales zonales mencionadas, cabe mencionar el retroceso que han experimentado los sauzales, palmerales, tarajales y baleras, así como el deterioro de las comunidades litorales.
Europa Press / Santa Cruz de Tenerife
Vía: Canarias 7, 19/01/2011
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