La recolección de polen es una de las tareas más importantes de las abejas. Pero ¿cómo evitan las angiospermas perder demasiado polen? Una nueva investigación realizada en Suiza muestra que las angiospermas complementan sus mecanismos de defensa estructural mediante un armamento químico que garantiza que las abejas no obtienen demasiado polen de ellas. Los descubrimientos se han publicado en la revista Functional Ecology de la Sociedad Ecológica del Reino Unido.
Claudio Sedivy del Instituto de Ciencias Vegetales, Animales y Agroecosistemas del Eidgenössische Technische Hochschule (ETH) de Zúrich (Suiza) y su equipo investigaron este fenómeno mediante la utilización de un ingenioso método para recoger polen de cuatro especies de plantas: empleando abejas.
Así pues fueron las abejas y no los investigadores los que obtuvieron polen de los nidos de abejas especializadas que recogen polen de cuatro plantas concretas: las de los géneros Ranunculus, Tanacetum, Sinapsis y Echium. El equipo alimentó con este polen larvas de dos especies similares de abejas solitarias, Osmia bicornis y Osmia cornuta. En condiciones normales, estas larvas disfrutarían de una dieta variada consistente en polen de 18 y 13 plantas respectivamente. Sin embargo, en este estudio las larvas se dividieron en dos grupos y a cada uno se le administró un único tipo de polen.
Los investigadores descubrieron grandes diferencias en la capacidad de estas abejas comunes para desarrollarse alimentándose de una única especie de planta.
«Las larvas de Osmia cornuta pudieron desarrollarse con polen de Echium, pero más del 90% murieron después de varios días alimentándose con polen de plantas del género Ranunculus», explicó el Sr. Sedivy, doctorando y autor principal del estudio.
«Sorprendentemente, la situación fue la opuesta con las larvas de Osmia bicornis. Además, las dos especies se desarrollaron adecuadamente con polen de Sinapsis y ninguna de ellas pudo hacerlo con polen de plantas del género Tanacetum. Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, estos son los primeros indicios experimentales claros de que las abejas precisan de adaptaciones fisiológicas para soportar las propiedades químicas desfavorables de ciertos tipos de polen.»
La alimentación de la Osmia bicornis con polen del género Ranunculus fue positiva pero no sucedió así con polen de Echium. La situación fue la opuesta en la Osmia cornuta, con la excepción de dos larvas alimentadas con polen de Ranunculus que sí se desarrollaron, aunque con rasgos de enanismo. «Ambas especies respondieron positivamente a plantas del género Sinapsis, y ninguna de las dos especies se desarrolló con polen de Tanacetum», indicaron los autores.
Los investigadores señalaron que las angiospermas hacen bien en protegerse. Para alimentar a sus crías, las abejas precisan enormes cantidades de polen que podría ser utilizado por las plantas en los procesos de polinización. Según el equipo, para alimentar a una sola larva se necesita el polen de varios cientos de flores.
Las abejas poseen tal grado de habilidad en la recolección del polen que son capaces de extraer cerca del 80% del polen de una flor en una única visita. El problema radica en que, debido a que las abejas almacenan dicho polen en el estómago o en pelos especiales, no se realiza la función de polinización. Los ecologistas sostienen que el 95% del polen producido por las flores va a parar a las abejas. En el planeta existen entre 20.000 y 30.000 especies de abejas.
«Los intereses de las abejas y las plantas están enfrentados en lo que se refiere al polen. A pesar de que la mayoría de las plantas ofrece su cebo de néctar a los insectos para que transporten el polen de una flor a otra, las abejas son muy eficientes en esta tarea», indicó el Sr. Sedivy. «Por esta razón las plantas han desarrollado una gran variedad de adaptaciones morfológicas para evitar que las abejas agoten su polen. Este estudio aporta claras evidencias de que la composición química del polen puede ser tan importante al menos como la morfología de las flores para limitar la cantidad de polen que recolectan las abejas.»
Vía: Cordis, 03/02/2011
F:http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=33018
Claudio Sedivy del Instituto de Ciencias Vegetales, Animales y Agroecosistemas del Eidgenössische Technische Hochschule (ETH) de Zúrich (Suiza) y su equipo investigaron este fenómeno mediante la utilización de un ingenioso método para recoger polen de cuatro especies de plantas: empleando abejas.
Así pues fueron las abejas y no los investigadores los que obtuvieron polen de los nidos de abejas especializadas que recogen polen de cuatro plantas concretas: las de los géneros Ranunculus, Tanacetum, Sinapsis y Echium. El equipo alimentó con este polen larvas de dos especies similares de abejas solitarias, Osmia bicornis y Osmia cornuta. En condiciones normales, estas larvas disfrutarían de una dieta variada consistente en polen de 18 y 13 plantas respectivamente. Sin embargo, en este estudio las larvas se dividieron en dos grupos y a cada uno se le administró un único tipo de polen.
Los investigadores descubrieron grandes diferencias en la capacidad de estas abejas comunes para desarrollarse alimentándose de una única especie de planta.
«Las larvas de Osmia cornuta pudieron desarrollarse con polen de Echium, pero más del 90% murieron después de varios días alimentándose con polen de plantas del género Ranunculus», explicó el Sr. Sedivy, doctorando y autor principal del estudio.
«Sorprendentemente, la situación fue la opuesta con las larvas de Osmia bicornis. Además, las dos especies se desarrollaron adecuadamente con polen de Sinapsis y ninguna de ellas pudo hacerlo con polen de plantas del género Tanacetum. Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, estos son los primeros indicios experimentales claros de que las abejas precisan de adaptaciones fisiológicas para soportar las propiedades químicas desfavorables de ciertos tipos de polen.»
La alimentación de la Osmia bicornis con polen del género Ranunculus fue positiva pero no sucedió así con polen de Echium. La situación fue la opuesta en la Osmia cornuta, con la excepción de dos larvas alimentadas con polen de Ranunculus que sí se desarrollaron, aunque con rasgos de enanismo. «Ambas especies respondieron positivamente a plantas del género Sinapsis, y ninguna de las dos especies se desarrolló con polen de Tanacetum», indicaron los autores.
Los investigadores señalaron que las angiospermas hacen bien en protegerse. Para alimentar a sus crías, las abejas precisan enormes cantidades de polen que podría ser utilizado por las plantas en los procesos de polinización. Según el equipo, para alimentar a una sola larva se necesita el polen de varios cientos de flores.
Las abejas poseen tal grado de habilidad en la recolección del polen que son capaces de extraer cerca del 80% del polen de una flor en una única visita. El problema radica en que, debido a que las abejas almacenan dicho polen en el estómago o en pelos especiales, no se realiza la función de polinización. Los ecologistas sostienen que el 95% del polen producido por las flores va a parar a las abejas. En el planeta existen entre 20.000 y 30.000 especies de abejas.
«Los intereses de las abejas y las plantas están enfrentados en lo que se refiere al polen. A pesar de que la mayoría de las plantas ofrece su cebo de néctar a los insectos para que transporten el polen de una flor a otra, las abejas son muy eficientes en esta tarea», indicó el Sr. Sedivy. «Por esta razón las plantas han desarrollado una gran variedad de adaptaciones morfológicas para evitar que las abejas agoten su polen. Este estudio aporta claras evidencias de que la composición química del polen puede ser tan importante al menos como la morfología de las flores para limitar la cantidad de polen que recolectan las abejas.»
Vía: Cordis, 03/02/2011
F:http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=ES_NEWS&ACTION=D&SESSION=&RCN=33018
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