Hay que dar gracias a Júpiter por el gran regalo de la vida en la Tierra. De no ser por Júpiter, hoy habría un planeta más en el sistema solar. Pero su enorme gravedad impidió que las semillas de aquel planeta se unieran en una esfera. Las condenó a ser asteroides en lugar de planeta. Pequeños astros sin atmósfera que yerran dispersos alrededor del Sol.
Aquellos asteroides son los que trajeron gran parte del agua que hay hoy en la Tierra: los que llenaron los océanos y aportaron el ingrediente principal de nuestros cuerpos, según concluyen dos investigaciones independientes presentadas el 29 de abril en la revista Nature.
En una persona de 70 kilos, por ejemplo, unos 50 kilos son agua que llegó en asteroides y cometas. Pueden mirarse en un espejo de cuerpo entero para hacerse una idea de lo que eso significa. Desde los pies hasta la altura del pecho: el equivalente a todo eso es agua que nos llegó del sistema solar exterior. Somos, por decirlo de algún modo, gotas de asteroide.
Las dos investigaciones presentadas en Nature han analizado la superficie del asteroide 24 Themis, que, con 198 kilómetros de diámetro, es uno de los mayores que hay entre las órbitas de Marte y Júpiter. Los análisis se han realizado con la técnica de espectroscopia, que permite identificar la composición química de un astro. Los resultados muestran que toda su superficie está cubierta de una fina capa de hielo, informa Javier Licandro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias y coautor de uno de los dos trabajos.
Lo cual plantea un enigma. 24 Themis orbita a unos 480 millones de kilómetros del Sol, unas 3,2 veces más lejos que la Tierra, y la temperatura media en su superficie es de unos 115 grados bajo cero. Con su diminuta gravedad, y encontrándose relativamente cerca del Sol, es inevitable que su hielo superficial se pierda lentamente en el espacio en forma de vapor. Por tanto, tiene que haber una fuente de agua que restituya el hielo a medida que se pierde. Según los investigadores, el agua procede probablemente del interior del asteroide.
Nunca antes se había detectado agua en un asteroide, informa Licandro. Estudios anteriores "se han limitado a asteroides grandes y bastante cercanos a la Tierra", que posiblemente ya han perdido su agua original después de 4.600 millones de años tomando el sol. Pero las nuevas observaciones implican que "el agua helada es más común en los asteroides de lo que se pensaba", escriben los investigadores en Nature.
Los asteroides emergen así como el origen probable de gran parte del agua que bebemos. Las investigaciones sobre la historia del sistema solar indican que la Tierra primitiva era demasiado cálida para albergar agua líquida o helada. Por tanto, el agua que llenó los océanos y alumbró la vida tuvo que venir del espacio una vez que se hubo enfriado la Tierra.
El hallazgo anterior de hielo en cometas los convertía hasta ahora en los principales candidatos. El hielo descubierto en 24 Themis indica que una intensa lluvia de asteroides pudo aportar tanta o más agua que los cometas. Y todo gracias a Júpiter.
Josep Corbella
Vía: Madri+d, 10/05/2010
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=43860&origen=notiweb
Aquellos asteroides son los que trajeron gran parte del agua que hay hoy en la Tierra: los que llenaron los océanos y aportaron el ingrediente principal de nuestros cuerpos, según concluyen dos investigaciones independientes presentadas el 29 de abril en la revista Nature.
En una persona de 70 kilos, por ejemplo, unos 50 kilos son agua que llegó en asteroides y cometas. Pueden mirarse en un espejo de cuerpo entero para hacerse una idea de lo que eso significa. Desde los pies hasta la altura del pecho: el equivalente a todo eso es agua que nos llegó del sistema solar exterior. Somos, por decirlo de algún modo, gotas de asteroide.
Las dos investigaciones presentadas en Nature han analizado la superficie del asteroide 24 Themis, que, con 198 kilómetros de diámetro, es uno de los mayores que hay entre las órbitas de Marte y Júpiter. Los análisis se han realizado con la técnica de espectroscopia, que permite identificar la composición química de un astro. Los resultados muestran que toda su superficie está cubierta de una fina capa de hielo, informa Javier Licandro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias y coautor de uno de los dos trabajos.
Lo cual plantea un enigma. 24 Themis orbita a unos 480 millones de kilómetros del Sol, unas 3,2 veces más lejos que la Tierra, y la temperatura media en su superficie es de unos 115 grados bajo cero. Con su diminuta gravedad, y encontrándose relativamente cerca del Sol, es inevitable que su hielo superficial se pierda lentamente en el espacio en forma de vapor. Por tanto, tiene que haber una fuente de agua que restituya el hielo a medida que se pierde. Según los investigadores, el agua procede probablemente del interior del asteroide.
Nunca antes se había detectado agua en un asteroide, informa Licandro. Estudios anteriores "se han limitado a asteroides grandes y bastante cercanos a la Tierra", que posiblemente ya han perdido su agua original después de 4.600 millones de años tomando el sol. Pero las nuevas observaciones implican que "el agua helada es más común en los asteroides de lo que se pensaba", escriben los investigadores en Nature.
Los asteroides emergen así como el origen probable de gran parte del agua que bebemos. Las investigaciones sobre la historia del sistema solar indican que la Tierra primitiva era demasiado cálida para albergar agua líquida o helada. Por tanto, el agua que llenó los océanos y alumbró la vida tuvo que venir del espacio una vez que se hubo enfriado la Tierra.
El hallazgo anterior de hielo en cometas los convertía hasta ahora en los principales candidatos. El hielo descubierto en 24 Themis indica que una intensa lluvia de asteroides pudo aportar tanta o más agua que los cometas. Y todo gracias a Júpiter.
Josep Corbella
Vía: Madri+d, 10/05/2010
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=43860&origen=notiweb
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