La idea puede parecer una locura, pero tiene fundamento y es perfectamente realizable. Se trata de frenar el avance del desierto... usando el propio desierto. Y consiste en construir, con su propia arena, un enorme muro de cemento que separe físicamente el borde meridional del Sahara de las zonas verdes del centro de África. El ingente trabajo, además, no sería realizado por seres humanos, sino por una clase muy particular de bacterias...
El Sahara, igual que otros desiertos del mundo, aumenta continuamente. Sus dunas, animadas por el viento como las olas del mar, se mueven, avanzan y conquistan más y más territorio a cada año que pasa. La propia ONU, en un informe de 2007, ha advertido que cerca de un tercio de la población del planeta (unos dos mil millones de personas) son víctimas potenciales de la desertificación.
El problema, que ya está causando éxodos masivos en numerosas áreas del planeta, desde el Asia Central, China o el África subsahariana, afecta de manera directa a casi ciento cincuenta naciones. Y la situación se ha vuelto especialmente dramática precisamente en el continente negro.
UNA BACTERIA COMO OBRERA
Para detener el avance del gran desierto africano, el arquitecto sueco Magnus Larsson ha propuesto una revolucionaria idea durante la TED Global Conference de Oxford, un encuentro internacional en el que se ponen sobre el tapete las mejores iniciativas globales. Una idea que pasa por construir un muro de sólido cemento que frene el avance de las dunas.
Para Larsson, esa descomunal obra puede, además, ser efectivamente llevada a cabo «congelando» las dunas y convirtiéndolas el sólida roca. Los granos de arena pueden ser pegados unos a otros utilizando una bacteria llamada Bacillus pasteurii, que es muy corriente en entornos húmedos y pantanosos. «Este microorganismo -explica el arquitecto- es capaz de producir químicamente calcita, que es un tipo de cemento natural».
Larsson imagina, pues, todo un ejército de miles de millones de estas bacterias, llevadas hasta los bordes meridionales del Sahara e «inyectadas» allí por una flota de grandes globos, trabajando sin descanso con la propia arena del desierto para crear una barrera natural capaz de frenar su implacable avance.
«LA GRAN MURALLA VERDE»
El arquitecto, que ya es conocido por otro proyecto similar (la «Gran Muralla verde», una línea de árboles de 7.000 km para frenar el avance del Sahara por el sur), cree que su idea actual podría ser complementaria de la primera. Además, asegura, las bacterias podrían acometer la tarea en muy poco tiempo, y una vez terminada, aunque desaparecieran los árboles el muro cumpliría con éxito su misión.
En declaraciones realizadas a la BBC, Larsson admite, sin embargo, que existen diversas cuestiones prácticas, políticas y financieras que están por resolver. «Mi diseño está lleno de desafíos -asegura-. Sin embargo, es un principio, es una visión. Algo que por lo menos servirá para tener un esquema a partir del cual iniciar a discutir».
José Manuel Nieves
Vía: Madri+d, 30/07/09
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=40281&origen=notiweb
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