Un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, en colaboración con el Departamento de North Wyke Research (Rothamsted Research) del Reino Unido, ha realizado un estudio sobre el efecto del empleo de diferentes residuos orgánicos en comparación con los fertilizantes inorgánicos sobre las emisiones de CH4 y CO2 [1]. Los suelos agrícolas mediterráneos han resultado ser un sumidero de CH4, un efecto clave en la lucha contra el cambio climático, y el uso de fertilizantes inorgánicos lo reduce. Además, han comprobado que el empleo de purines digeridos disminuye las emisiones de CH44 y CO2.
La agricultura es responsable del 10-12% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de origen antropogénico, siendo el CO2 y el CH4 dos de los GEI mas importantes. La reducción de las emisiones producidas en la agricultura así como el aumento de los sumideros (secuestro de carbono del suelo), son algunas de las medidas de mitigación que plantea el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), grupo encargado de evaluar la información científica, técnica y socio-económica disponible sobre el cambio climático en todo el mundo.
Las emisiones de CH4 y CO2 del suelo a la atmósfera se ven afectadas por la aplicación de fertilizantes, y el empleo de residuos orgánicos puede no solo afectar a las emisiones, sino también favorecer la acumulación de carbono en el suelo. Por esta razón, investigadores del grupo Contaminación de agroecosistemas por las prácticas agrícolas de la UPM realizaron un experimento en un cultivo de cebada al que se le aplicaron diversos tipos de fertilizantes orgánicos (purines y residuos compostados) y un fertilizante inorgánico empleado tradicionalmente en la agricultura, la urea.
Las emisiones de CH4 acumuladas durante todo el periodo de medida fueron negativas en todos los tratamientos, mostrando que los suelos agrícolas mediterráneos, con este tipo de cultivos de secano, se comportan como sumideros de metano atmosférico.
El tipo de fertilizante empleado afecta al consumo de CH4 siendo menor en los suelos tratados con urea que en aquellos en los que se aplicaron residuos orgánicos.
Este trabajo también concluyó que tanto el consumo de CH4 como la respiración de CO2 se ven inhibidos a bajas temperaturas. La razón es que se trata de procesos realizados por microorganismos presentes en el suelo, cuya actividad se inhibe a bajas temperaturas.
A la hora de seleccionar aquellos fertilizantes que son más adecuados desde el punto de vista de su contribución a la producción de GEI y mitigación del cambio climático, es importante tener en cuenta no solo los equivalentes de CO2 producidos (unidad de medida habitual del efecto global de un producto en relación con los GEI[*]), sino también cómo dichos tratamientos afectan al rendimiento de la cosecha. Si un determinado producto reduce las emisiones de GEI pero al mismo tiempo reduce el rendimiento de la cosecha, ningún agricultor estaría interesado en utilizar este tratamiento. Por eso, para determinar los tratamientos más adecuados se utiliza la relación entre los equivalentes de CO2 producidos por unidad de producto (kilo de cebada, en este caso).
Teniendo todo esto en cuenta, los resultados del estudio concluyen que en sistemas agrícolas mediterráneos de secano, el purín digerido anaeróbicamente resultó ser el tratamiento más adecuado, pues redujo las emisiones de GEI sin afectar a la producción de cebada. Asimismo, el empleo de este tipo de productos como abono agrícola permite dar salida a este residuo, que se produce en España en gran cantidad. Además, su uso promueve la acumulación de carbono en el suelo.
[1]Meijide, A.; Cardenas, L.; Sanchez-Martin, L.; Vallejo, A.; Carbon dioxide and methane fluxes from a barley field amended with organic fertilizers under Mediterranean climatic conditions. PLANT AND SOIL 328, 1-2, 353-367 (MAR 2010).
[*] Los equivalentes de CO2 se calculan multiplicando las emisiones de cada uno de los GEI por su potencial de calentamiento global en comparación con el CO2. El potencial de calentamiento global del CO2 es por tanto 1. En el caso del CH4, las emisiones han de multiplicarse por 25 para transformarlas en equivalentes de CO2.
Vía: Madri+d, 20/06/2010
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=44438
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