Dos milenios de mordiscos lo han convertido en acebuche bonsái. Y ahí
sigue, lidiando con el hambre caprina en Jandía. Hoy su mayor problema
es el cambio climático. Quizás sea el árbol más antiguo de la Maxorata,
pero no tiene protección específica. Con los demás árboles singulares de
la isla pasa lo mismo: como si no existieran.
Fuerteventura no siempre ha sido tan árida. Antiguamente hubo bosques y
aún quedan algunos vestigios. Un olivo silvestre canario de Jandía
quizás sea el caso más curioso. «Es un acebuche al que las cabras no
dejan crecer. Es un árbol bonsái y las cabras son sus jardineras. Tiene
como mínimo 2.000 años y sigue vivo», dijo César-Javier Palacios,
director del proyecto Bigtrees4life. Pero no es el ganado del mancomún
el mayor enemigo del acebuche; de hecho, ha sobrevivido a la voracidad
caprina dos milenios. «El mayor problema de ese árbol quizás sea el
cambio climático», aclaró Palacios.
Bigtrees4life, un proyecto Life+ de la Fundación Félix Rodríguez de la
Fuente cofinanciado por la Unión Europea y el Departamento de Arbolado
Monumental de la Diputación de Valencia, apuesta por «proteger a los
miles de árboles singulares y bosques maduros de España». En el marco
del proyecto, que defiende la importancia de estos árboles como reductos
de biodiversidad y sus valores turístico, cultural y pedagógico, se
hacen congresos, seminarios, una exposición itinerante por el país y una
serie documental para TVE.
Aunque en la Maxorata hay muy pocos árboles, «los que quedan son
interesantísimos, supervivientes de los bosques de hace más de 2.000
años y, por tanto, fósiles vivientes». Algunos de los más emblemáticos
han muerto: el pino gordo y el drago de Tetir, o la araucaria del Centro
Ocupacional de Puerto del Rosario. Entre los vivos, destacan las
palmeras de la rosa de los Negrines y las de la montaña de la Arena, en
La Oliva; el palmeral de la Madre del Agua, en Betancuria, donde los
conquistadores instalaron su campamento; los olivos más antiguos de la
isla en la rosa de Catalina García; y un drago de 120 años en Antigua.
Entre los arbustos, destaca «la tabaiba dulce más grande del mundo», en
Toto.
Según César-Javier Palacios, estos árboles singulares representan «un
patrimonio tan importante como el histórico-artístico, son tan antiguos
como muchos monumentos, pero además están vivos».
Bigtrees4life insta a los ayuntamientos de España a aprobar ordenanzas
de protección de sus árboles singulares. En la Maxorata, solo Pájara la
ha aprobado.
David Monserrat
Vía: Canarias7, 02/09/2014
F:http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=347292
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