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"No se desea lo que no se conoce" (NASÓN, PUBLIO OVIDIO) 43 AC-17 DC

lunes, enero 27, 2014

Animales y plantas acomodándose a mayor altitud en ecosistemas de montaña por el calentamiento global

El calentamiento climático está cambiando la distribución de plantas y animales en todo el mundo.

No hace mucho se descubrió que en las últimas dos décadas, las comunidades de aves y mariposas europeas se han trasladado un promedio de 37 y 114 kilómetros hacia el norte, respectivamente.

Ahora, los resultados de una nueva investigación llevada a cabo por Tobias Roth y Valentin Amrhein de la Universidad de Basilea en Suiza, y Matthias Plattner de la empresa Hintermann & Weber AG, desvelan que, en Suiza, los hábitats de especies muy representativas de plantas, mariposas y aves se han desplazado también montaña arriba.

A una altitud de 500 metros, las plantas se han desplazado cuesta arriba 8 metros en promedio, las mariposas 38 metros y los pájaros 42 metros.

El estudio se basó en datos recogidos entre 2003 y 2010 en 214 áreas de muestreo situadas a altitudes de hasta 3.000 metros, cubriendo todos los principales ecosistemas de la Europa Central.

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Las poblaciones de plantas se están moviendo montaña arriba debido al aumento de las temperaturas. 
En la imagen, la especie Doronicum clusii. (Imagen: Jörg Schmill)

Aunque 8 metros puedan parecer poco, lo cierto es que esa elevación en altitud montaña arriba, en solo 8 años, y en todas las especies de plantas representativas, es bastante impresionante para las comunidades de vegetales, las cuales no suelen tener una gran movilidad, tal como subraya Amrhein.

Los resultados muestran que las consecuencias biológicas del cambio climático no sólo se harán evidentes a largo plazo, sino que ya se están produciendo ahora mismo cambios notables como consecuencia del calentamiento global.






Información adicional


Vía: Noticias de la Ciencia, 22/01/2014

F:http://noticiasdelaciencia.com/not/9364/animales_y_plantas_acomodandose_a_mayor_altitud_en_ecosistemas_de_montana_por_el_calentamiento_global/

jueves, enero 16, 2014

Árboles viejos: unos buenos aliados contra el cambio climático

Un equipo internacional de investigadores ha echado por tierra la vieja creencia de que los árboles, cuanto más viejos son, más despacio crecen, y ha demostrado todo lo contrario: su crecimiento sigue aumentando con la edad y su valor medioambiental es inestimable. 

El estudio, publicado en la revista Nature, ha sido realizado por un equipo internacional de investigadores tras analizar las medidas de crecimiento de 673.046 árboles de 403 especies de todo el mundo (49 europeas, prácticamente todas ellas de España), y sus tasas de crecimiento de biomasa (o volumen).

Los resultados mostraron que para la mayoría de las especies, la tasa de crecimiento de biomasa crece constantemente con el tamaño del árbol, ha explicado a Efe el único investigador español del equipo, el coordinador del Grupo de Ecología y Restauración Forestal de la Universidad de Alcalá de Henares, Miguel Ángel de Zavala. "Si hiciéramos una analogía con el hombre, sería como decir que los árboles siguen creciendo después de la adolescencia, o que, si el ser humano creciera al mismo ritmo toda la vida, podría pesar media tonelada en la madurez y más de una tonelada en su jubilación".

Los investigadores han visto además que el aumento continuo de la tasa de crecimiento tiene efectos 'colaterales' en la conservación del medio ambiente y en la mitigación del cambio climático. Porque, aunque ya se sabía que los árboles son buenos 'capturadores' del CO2 responsable del efecto invernadero, los investigadores han demostrado la enorme importancia de su conservación, especialmente de los mayores ejemplares.

"Hemos observado que los árboles grandes pueden llegar a capturar en un sólo año la misma cantidad de carbono (CO2) que fija un árbol mediano en toda su vida", es decir, que "mientras están vivos, los árboles grandes y viejos juegan un papel clave en la dinámica del carbono del bosque", subraya.

Sin embargo, los árboles grandes y viejos están desapareciendo en todo el mundo, pero "aún más en España" porque en Europa y, "especialmente en nuestro país, siempre hemos tenido turnos de explotación muy cortos, que no dejan a los bosques envejecer". Este trabajo, opina el investigador, es una muestra científica más de que una política forestal destinada a preservar los bosques y evitar la sobreexplotación es más rentable para todos.

Además, puntualiza Zavala, hay que tener en cuenta que los árboles jóvenes captan menos carbono pero también "son mucho más vulnerables a los efectos del cambio climático, como las sequías prolongadas". "La sociedad española debe hacer una reflexión profunda sobre qué tipo de bosques quiere tener en el siglo XXI y cómo gestionarlos para lograr una salida a la crisis real, no basada únicamente en modelos financieros y especulativos, sino en el crecimiento sostenible de un país que atesora un territorio de grandísimo potencial", concluye.

En el estudio han participado investigadores de universidades, agencias de gobierno y organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Colombia, Panamá, Camerún, Congo, China, Tailandia, Taiwán y Malasia.

Vía: EFE Futuro, 15/01/2014
F:http://www.efefuturo.com/noticia/arboles-viejos-unos-buenos-aliados-contra-el-cambio-climatico/

Los intrincados orígenes de la resistencia al frío en vegetales

Unos investigadores han hecho nuevos e inesperados descubrimientos sobre cómo ciertas plantas evolucionaron para soportar el frío.

En su estudio, el equipo de Jeremy Beaulieu y Brian O'Meara, del Instituto Nacional para la Síntesis Matemática y Biológica (NIMBioS), con sede en la Universidad de Tennessee en Knoxville, Estados Unidos, y Amy Zanne de la Universidad George Washington, en Washington, DC, confeccionó un árbol genealógico evolutivo de más de 32.000 especies de plantas con flores, el más extenso de su tipo elaborado hasta la fecha.

Estos científicos luego combinaron su árbol evolutivo con los registros de exposición a heladas y datos de hojas y tallos de miles de especies. Con ello, pudieron reconstruir cómo las plantas evolucionaron para soportar el frío a medida que se propagaban por el mundo.

La evidencia fósil y las reconstrucciones de las condiciones climáticas del pasado sugieren que las primeras plantas con flores vivían en ambientes tropicales cálidos.

A medida que las plantas se propagaron a latitudes y altitudes más altas, evolucionaron en formas que les ayudaron a soportar el frío. Por ejemplo, algunas plantas que viven en la tundra pueden soportar temperaturas invernales más frías que 15 grados centígrados bajo cero.

A diferencia de los animales, las plantas no pueden moverse para escapar del frío ni son capaces de generar un calor corporal apreciable para mantener su temperatura. En realidad, no es tanto el frío sino el hielo lo que constituye un problema para las plantas. Por ejemplo, la congelación y descongelación crea burbujas de aire en los sistemas de transporte de agua internos de las plantas. Dichas burbujas pueden bloquear el flujo de agua desde las raíces hasta las hojas, y por tanto matar a la planta.

Los rasgos principales que ayudan a los vegetales a lidiar con estos problemas son tres: Algunos vegetales evitan los daños por congelación gracias a que sus hojas se desprenden antes de que se establezcan las condiciones invernales. Este desprendimiento corta el flujo de agua entre las raíces y las hojas, evitando un nivel peligroso de formación de hielo. Las plantas de este tipo crean nuevas hojas y células de transporte de agua cuando el clima vuelve a ser más cálido.

Otras plantas se autoprotegen gracias a tener células que las dotan con vías más estrechas para el transporte de agua, lo que hace que las partes de la planta que suministran el agua sean menos susceptibles a la obstrucción durante la congelación y la descongelación.

Otras plantas caen muertas en el terreno en invierno, pero rebrotan desde sus raíces o comienzan a crecer como plantas nuevas a partir de semillas, cuando las condiciones climáticas vuelven a ser favorables.

Cuando los autores del nuevo estudio cotejaron sus datos recolectados sobre tallos y hojas, con su árbol evolutivo de plantas con flores, encontraron que muchas plantas estaban bien equipadas para climas helados incluso antes de experimentar dichas condiciones climáticas.

Las plantas que caen muertas en el terreno en invierno, por ejemplo, adquirieron esa capacidad de morir y rebrotar al mejorar las condiciones climáticas, mucho antes de que comenzaran a afrontar heladas. De modo similar, las especies con células que las dotan con vías más estrechas para el transporte de agua adquirieron un sistema circulatorio más delgado mucho antes de enfrentarse a climas fríos.

Esto sugiere que alguna otra presión del entorno, posiblemente sequías, hizo que estas plantas evolucionaran de esta manera, y resultó que les sirvió muy bien para enfrentarse a las heladas.

Las únicas excepciones fueron las plantas que pierden y reemplazan sus hojas estacionalmente. Estos grupos de plantas no comenzaron a desarrollar la capacidad de perder sus hojas durante el invierno hasta que experimentaron las heladas por vez primera. 

Vía: Noticias de la Ciencia, 15/01/2014
F:http://noticiasdelaciencia.com/not/9300/los_intrincados_origenes_de_la_resistencia_al_frio_en_vegetales/

miércoles, enero 15, 2014

Vida en la Tierra profunda

¿Cómo es posible que en profundos agujeros practicados en puntos de la superficie terrestre muy alejados entre sí los científicos estén encontrando los mismos habitantes -bacterias y arqueas- muy similares? Al parecer estos microbios forman una población paralela a todas las conocidas, la biosfera subterránea. 

 
Los hallazgos se deben a una búsqueda sistemática de ecosistemas microbianos subterráneos, que se encuadra en el Observatorio del Carbono Profundo (DCO), un megaprograma de investigación internacional que ha cumplido ya su cuarto año de operación.

Este nuevo censo de las poblaciones de la Tierra se fija en la vida que existe por debajo de la superficie, a kilómetros de profundidad, y en cómo subsiste en condiciones extremas de presión, temperatura y falta de luz. Pero lo que más llama la atención hasta ahora es la similitud de los tipos de organismos hallados, lo que sugiere que estas comunidades pueden estar interconectadas e incluso hace pensar que en este ambiente se originó la vida en la Tierra y no en lagos o mares, la hipótesis más aceptada. "Hace dos años teníamos muy poca idea de los microbios presentes en las rocas subsuperficiales o de lo que se alimentan", dijo Matthew Schrenk, geomicrobiólogo de la Universidad Estatal de Michigan (EE.UU.), al presentar sus resultados en el último Congreso de Unión Geofísica Americana, el más importante de esta especialidad.

El equipo de Schrenk ha estudiado y secuenciado genéticamente muestras de microbios que se alimentan de hidrógeno procedentes de América del Norte, Europa, Suráfrica y Japón. Han encontrado una similitud entre ellos de un 97%. Otros equipos están haciendo lo mismo en otros lugares. "Resulta difícil imaginar que existan microbios casi idénticos separados por 16.000 kilómetros en las fisuras llenas de agua de duras rocas en condiciones extremas de profundidad, presión y temperatura", dice Schrenk. El agua con los microbios se ha extraído a profundidades de hasta cinco kilómetros, pero no se sabe hasta cuántos kilómetros hacia abajo se puede extender este tipo de vida.

¿Y cómo subsisten estos microbios? De esto se sabe algo más, gracias a la investigación de las últimas décadas. La vida en estas condiciones extremas es independiente de la fotosíntesis -de la luz del Sol- y se basa en procesos llamados biogeoquímicos. Uno es la serpentinización: cuando el agua se encuentra con el mineral olivina a gran presión, la roca reacciona con los átomos de oxígeno del agua y se convierte en serpentina, liberando hidrógeno, del que se alimentan los microbios. En experimentos a microescala realizados recientemente en Lion (Francia) se ha demostrado que el aluminio aumenta la rapidez con que se produce hidrógeno, mediante esta reacción, y explica que lo haga en cantidades suficientes para soportar la vida profunda.

Otros microbios se alimentan de otros minerales, como los de hierro, que reaccionan con el agua del mar para producir igualmente hidrógeno. Es el caso de las bacterias y arqueas de las que viven organismos de mucho mayor tamaño, como anémonas y gambas, alrededor de las fuentes hidrotermales del fondo del mar, que son verdaderas ventanas al interior de la Tierra. Las más profundas conocidas son las de Beebe, en el mar Caribe, a más de cinco kilómetros de profundidad. En 2013 varias expediciones las estuvieron explorando para tomar muestras. En la última, el pasado junio, a bordo del barco japonés Yokosuka, una científica estadounidense y dos pilotos japoneses bajaron en el sumergible Shinkai hasta el fondo, 5.135 metros. "Ayer estuve en un lugar que ha sido visitado por aproximadamente el mismo número de personas que la superficie de la Luna", escribía Danielle Morgan-Smith al día siguiente. "Sobre la Luna han estado 12 pares de pies humanos. En Beebe, cinco científicos y ocho pilotos".

Robert Hazen, de la Carnegie Institution, dirige el programa de colaboración internacional del Carbono Profundo, de 10 años de duración y un presupuesto de 370 millones de euros. "Reunir a expertos en microbios, volcanes, la microestructura de rocas y minerales, los movimientos de fluidos y demás es nuevo. Típicamente estos expertos no se comunican entre sí. Integrar esta diversidad en un empeño científico único está produciendo resultados antes inalcanzables", afirma.

El saber cómo se comporta el agua en el manto terrestre es algo que interesa mucho a los investigadores de estos temas. Un nuevo modelo permite avanzar en el conocimiento de las interacciones entre el agua y las rocas en condiciones extremas de presión y hasta 150 kilómetros de profundidad. Hasta ahora los modelos llegaban hasta los 15 kilómetros solamente.

El trabajo de Dimitri Sverjensky, que presenta un nuevo método para predecir la constante dieléctrica del agua a altas temperaturas y presiones, permite atisbar procesos como la formación de diamantes, la acumulación de hidrógeno, el transporte de compuestos químicos por el manto, la liberación de gases o la formación de la atmósfera terrestre en su origen. "He hecho público el modelo para que con nuevos experimentos proporcione un enfoque integrado del papel del agua en las profundidades terrestres", afirma Sverjensky.
 
Vía: El País, 15/01/2014
F: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/01/14/actualidad/1389717484_061970.html

lunes, enero 13, 2014

Hongos y lombrices actúan como 'selvicultores'

Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid proponen un modelo de fijación del carbono asociado al calcio, a diversos hongos y a las lombrices que, además, potencia el desarrollo de los bosques. 

El modelo, que ha sido desarrollado por un grupo de investigación de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de la UPM, muestra cómo ciertas especies de hongos (como trufas, boletos o níscalos), asociados a las lombrices de tierra, desarrollan un mecanismo de 'ingeniería ambiental' con el que incrementan los niveles de calcio y sus sales entre las raíces de los árboles, lo que produce un aumento en la micorrización de los árboles y en el desarrollo del bosque. Este fenómeno parece que sucede a gran escala en los bosques templados del planeta, lo que puede tener una fuerte repercusión en la fijación del carbono y en la gestión forestal.


Los suelos y raíces de los bosques esconden enigmas que afectan al ciclo y fijación del carbono (foto de L.G. García Montero)
Uno de los enigmas que encierra la rizosfera de muchos bosques es la acumulación de calcio y sus sales (carbonatos y oxalatos) entre las raíces de los árboles. Este fenómeno sorprende debido a su magnitud a escala global, por las características de muchos suelos donde se produce, y porque podría tener un impacto en la fijación del carbono. Sin embargo, los mecanismos que explican este proceso no habían sido clarificados hasta ahora.

Recientemente un grupo de investigadores de la Universidad de Lausanne han propuesto un interesante modelo de 'transformación de la luz del sol en rocas' a través de un proceso de biomineralización. Se trata de un fenómeno raro provocado por una interacción entre el oxalato y el carbonato de calcio de la rizosfera, que estaría promovido por la fotosíntesis y actividad de las raíces de un árbol africano (el iroko) y la disponibilidad de calcio en el suelo, junto a la acción cómplice de las termitas y los hongos saprofíticos que se asocian a este árbol. Así, el 'modelo del iroko' representaría un 'ecosistema-trampa del carbono'que fijaría este elemento a largo plazo en forma de carbonato en su rizosfera.

En paralelo, el grupo de investigación de la UPM Defensa y aprovechamiento del medio natural, ha propuesto otro modelo de fijación del carbono asociado al calcio (Ca) y a diversos hongos ectomicorrícicos (ECMs), que son un tipo de micorrizas que dominan en los bosques templados y que incluyen a las trufas, boletos, níscalos y otros hongos populares. El 'modelo del Ca-ECMs' también estaría asociado con otros organismos presentes en la rizosfera -como las lombrices- en bosques europeos y norteamericanos. Este modelo sería comparable al 'modelo del iroko' porque ambos relacionan el calcio y sus sales presentes en el suelo, junto a la luz del sol (a través de la fotosíntesis) y junto a una interacción entre plantas-hongos-animales del suelo, con el objeto de explicar una parte de la fijación del carbono en los bosques.

Las micorrizas son simbiosis mutualísticas entre hongos y plantas que implican un intercambio entre los nutrientes que obtienen los hongos del suelo, y los nutrientes que producen las plantas con la fotosíntesis. Sin embargo, en determinadas condiciones ambientales (nichos favorables para las plantas) o evolutivas (ecosistemas desfavorables para los hongos), las plantas minimizan o evitan la micorrización. El 'modelo del Ca-ECMs' propone que los hongos establecen una 'simbiosis tramposa' en la que las ECMs manipulan las propiedades del suelo entre las raíces para forzar la micorrización y la 'explotación' de los árboles.

ETSI Montes de la UPM (foto institucional)
Diversos estudios del grupo mencionado han mostrado cómo ciertas ECMs desarrollan un mecanismo de 'ingeniería ambiental' con el que incrementan los niveles del calcio (y sus sales) y/o del pH en el suelo entre las raíces de los árboles, todo lo cual potencia el desarrollo de las raíces finas e induce un estrés nutricional en estos árboles (cuyo efecto se conoce como clorosis). Este mecanismo está relacionado con el reciente descubrimiento de que las ECMs buscan, localizan, penetran y 'disuelven' ciertas rocas de manera selectiva, para extraer su calcio y otros nutrientes como el fósforo, en una actividad conocida como 'rock-eating'. Además, existe una sinergia entre estos hongos ECMs y las lombrices de tierra, lo que provoca un incremento todavía mayor en los niveles de carbonato de calcio y pH entre la raíces de los árboles. El efecto final de todo este mecanismo de 'ingeniería ambiental' es un incremento en la micorrización de los árboles y en el desarrollo del bosque.

Los suelos y bosques esconden claves que incrementarán la comprensión del ciclo del carbono y su fijación a escala global. Desde hace años, diversos investigadores de los departamentos de Ingeniería Forestal y Silvopascicultura de la ETSI de Montes estudian estas claves y, además, jóvenes ingenieros de la UPM han iniciado actividades profesionales relacionadas dirigidas al balance y fijación del carbono.


GARCÍA-MONTERO, L.G.; VALVERDE-ASENJO, I.; GRANDE-ORTÍZ, M.A.; MENTA, C.; HERNANDO, I. Impact of earthworm casts on soil pH and calcium carbonate in black truffle burns. Agroforestry Systems 87: 815–826. 2013.

GARCÍA-MONTERO, L.G.; VALVERDE-ASENJO, I.; MORENO, D.; DÍAZ, P.; HERNANDO, I.; MENTA, C.; TARASCONI, K. Influence of edaphic factors on edible ectomycorrhizal mushrooms: new hypotheses on soil nutrition and C sinks associated to ectomycorrhizae and soil fauna using the Tuber brûlé model. Edible Ectomycorrhizal Mushrooms. A. Zambonelli, G. Bonito (Eds.). Soil Biology 34. Springer-Verlag, Berlin. pp 83-104. 2012.

GARCÍA-MONTERO, L.G.; QUINTANA, A.; VALVERDE-ASENJO, I.; DÍAZ, P. Calcareous amendments in truffle culture: a soil nutrition hypothesis. Soil Biology and Biochemistry 41: 1227–1232. 2009.

Vía: Madri+d, 13/01/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=59032&origen=notiweb_suplemento&dia_suplemento=lunes&seccion=noticiaslunes

¿Por qué se están muriendo las abejas?

El aleteo de una abeja soviética puede causar la destrucción de uno de los principales sectores agrícolas de Estados Unidos. La nación norteamericana produce la mitad de las almendras que se consumen en el mundo, pero desde 2009 su producción se ha desplomado, como en el resto del planeta.  

Sin las abejas, encargadas de la polinización del cultivo, el almendro no florece; y en la última década, por la sinergia de varios factores catastróficos, tanto climáticos como sanitarios, se está produciendo una mutilación progresiva de la especie. Como en el principio de la novela de Pynchon, ha ocurrido otras veces pero ahora no hay nada con qué compararlo.

La ONU está preocupada. Teniendo en cuenta que un 75% de los cultivos del mundo dependen de la polinización de las abejas y otros insectos, no es de extrañar que el organismo encargado de la supervisión de la biodiversidad del planeta, el IPCC, fundado en 2012, instase hace pocas semanas a los expertos a documentar las causas científicas que las están matando. Los índices de mortandad de hasta el 15% se consideran normales, pero la media actual es del 30 por ciento llegando en las poblaciones más críticas al 80%.

Viene de lejos, pero la noticia no salió del armario hasta que el lobby de la industria de las almendras en Estados Unidos empezó a airear el asunto. Estaban perdiendo millones de dólares y necesitaban a las abejas. Por eso ahora se paga el alquiler de una colmena a 150 dólares para la época de polinización, el doble de su valor. En España, el precio ronda los 80 euros de media.

En ocasiones, el fenómeno se ha tratado como un misterio. Comenzó a registrarse en 1999 y se conoce como síndrome de despoblación de colonias (CCD, Colony Collapse Disorder), pero nada tiene que ver con la abducción.

Además de factores locales, como las especies invasoras, existen al menos tres causas globales objetivas que explican el fenómeno: la varroa, un parásito que se extendió desde Asia en la segunda mitad del siglo XX; el cambio climático, con máxima incidencia en 2004; y los neonicotinoides, una familia de insecticidas comercializados de forma masiva por las multinacionales.

PRIMERA CAUSA: UN PARÁSITO DE NOMBRE 'VARROA'

En los 50, la Unión Soviética desarrolló un plan de expansión de su agricultura. Entre otras medidas, los comunistas apostaron decididamente por la apicultura. Tomaron una raza de abeja europea y la llevaron a Asia para explotar la producción de miel en sus zonas de influencia. Hasta 1964 no comprendieron que mediante ese sencillo movimiento habían iniciado un efecto dominó.

Las abejas asiáticas estaban infectadas por la varroa. Ellas eran inmunes, pero la raza europea no podía defenderse y fueron pasto del parásito. "Cuando se dieron cuenta de la que habían armado ya habían iniciado un comercio importante de reinas. Los rusos habían introducido las abejas infectadas en los países de su órbita, como Bulgaria a Rumanía", relata a Teknautas el biólogo Antonio Gómez Pajuelo, miembro de la Asociación de Fomento de Congresos Apícolas (AFCA). Precisamente en Rumanía comenzó a explotarse una especie de abeja que inmediatamente obtuvo un gran éxito comercial. Comenzaron a exportarse de forma masiva. En 1975, se detectó en África una población de abejas con varroa. En los 80 el parásito entró en Francia y Alemania; en España, lo hizo hacia el año 1985. Pronto cruzó el Atlántico hasta Latinoamérica.

Es un parásito que chupa la sangre de las abejas. Debilita su organismo y daña su sistema inmunitario; pueden desarrollar cualquier enfermedad colateral. "La varroa es el mayor problema de la agricultura en todo el mundo", agrega el experto.

SEGUNDA CAUSA: EL CAMBIO CLIMÁTICO
Su vínculo es tangenical, pero influyente. Tiene que ver con su incidencia sobre las lluvias y, en consecuencia, sobre los procesos de floración de que dependen las abejas para sobrevivir. La esperanza de vida de una abeja es de cuarenta días. Les da tiempo a volar una media de 800 kilómetros y para que puedan hacerlo la temperatura idónea debe rondar los catorce grados centígrados. Por eso en invierno no deberían volar, aunque lo hacen porque en otoño no han podido acumular suficientes reservas.

En general, existen colmenas con poblaciones desde 25.000 a 45.000 abejas. El número oscila a lo largo del año: crece en primavera y otoño y disminuye en verano e invierno, en función de factores como el clima, la calidad de la reina o los nutrientes a su disposición en el entorno. En ese sentido, su alimentación depende directamente de la floración, proceso que está siendo modificado de forma radical.

"La renovación de las abejas es como la piel, las células nuevas sustituyen a las muertas. Las abejas que nacen en otoño en invierno no vuelan porque necesitan que caliente el sol. Una colmena sobrevive bien al invierno cuando ha habido una buena floración en otoño y obtienen el néctar suficiente. Si una colmena ha gozado de una buena floración y entra en invierno con abejas jóvenes puede aguantar, pero ahora en las floraciones de otoño no llueve lo que tendría que llover, o llueve mal, con grandes diluvios en septiembre, y eso no sirve", sostiene Gómez Pajuelo.

Según la NASA, el último gran despunte del calentamiento global se produjo entre 2004 y 2005, con temperaturas históricas, etapa que coincide con los máximos registros de muertes de abejas en el mundo. Al no existir una floración adecuada, las colmenas entran en el invierno con abejas demasiado viejas, incapaces de superar la estación fría.

"Cuando llega el frío se hacen una pelota y permanecen quietas. Se dejan preparadas en otoño, pero cuando el apicultor va a ver la colmena pasado el invierno, se encuentra que no hay nada. No han desaparecido por ciencia infusa. Obligadas a salir en invierno para alimentarse, ante la ausencia de reservas, se mueren de viejas o de frío. Las abejas no son elefantes y se pierden en el campo", apunta el biólogo. La mortandad en una colmena por causas relacionadas con el cambio climático puede ascender en los casos más críticos al 80 por ciento.

TERCERA CAUSA: LOS NEONICOTINOIDES

Se trata de una familia de insecticidas introducidos en el mercado en los 80. Reciben este nombre porque tienen un efecto similar al de la nicotina, que actúa sobre el sistema nervioso. Existe una política global para prohibir los neonicotinoides más peligrosos, pero su uso ha sido tan masivo que se ha iniciado un efecto dominó de residuos que ha afectado de forma dramática a las abejas. "Afecta al sistema nervioso de las abejas. Su control térmico disminuye, por ejemplo. No las mata directamente, pero las desorienta y no saben regresar a su colmena", señala Gómez Pajuelo.

Fueron dos multinacionales, Bayer y Syngenta, quienes comenzaron a comercializar un tipo de semilla blindada, impregnada con fertilizantes y neonicotinoides. Su función era prevenir las plagas, pero ha terminado por convertirse en una arma de destrucción masiva de las poblaciones de polinizadores. Durante décadas se han vendido semillas de este tipo en todo el mundo, sobre todo de maíz, soja y colza.

No se trata de cultivos que polinicen directamente las abejas, pero se ha demostrado que pueden contaminar la tierra e impregnarla durante años, de tal forma que cuando se renueva el cultivo, como ocurrió en Francia con los girasoles, llega a las nuevas generaciones de plantas. "Los agricultores franceses se levantaron porque las poblaciones de abejas que polinizaban el cultivo estaban desapareciendo. El ministerio de agricultura creó un comité de sabios y en 1999 se prohibió un tipo de un neonicotinoide, el Gaucho". En Europa, desde el 1 de diciembre de 2013, y durante un período de de dos años, la autoridad europea de seguridad alimentaria (EFSA) ha prohibido la venta de este tipo de semillas blindadas. "En Estados Unidos de momento no se ha seguido. Aquí la restricción ha dañado a las multinacionales y están trasladando sus oficinas a América. Creo que dos años no son suficientes para recuperar la tierra".

"Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres", dijo Albert Einstein. Además de un grave daño al sector de la agricultura a nivel global, la desaparición masiva de abejas puede causar a medio plazo la disminución y el encarecimiento de los alimentos en el mundo.

Vía: Madri+d, 13/01/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=59152&origen=notiweb&dia_suplemento=lunes