Un
equipo con participación del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC) ha reconstruido los cambios ambientales y climáticos
que se produjeron en la Península Ibérica desde el Mioceno final hasta
el Pleistoceno medio (hace entre 11 y 0,8 millones de años). El análisis
de 149 muestras de esmalte dental de mamíferos herbívoros procedentes
de 18 yacimientos ibéricos ha revelado información sobre la temperatura y
la vegetación que dominaron un periodo marcado por grandes eventos
climáticos y ambientales.
Los investigadores, que publican sus resultados en el último número de la revista PLOS ONE,
han analizado los isótopos (cada una de las variedades de un átomo de
un elemento químico determinado) de oxígeno y carbono en los dientes
fosilizados de los animales. Los primeros están relacionados con el tipo
de agua que bebieron estos mamíferos y la temperatura ambiental,
mientras que los segundos son indicadores de la clase de alimentación
que tenían.
Arriba,
ilustración de un 'Tetralophodon' y una mandíbula fosilizada de esta
especie. Abajo, reconstrucción del paisaje de la Península Ibérica desde
el Mioceno final hasta el Pleistoceno medio./ MAURICIO ANTON/ MNCN
(CSIC)
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“Hemos
analizado una buena representación de los grupos faunísticos más
abundantes en la Península Ibérica entre el Mioceno final y el
Pleistoceno medio. La proporción de los isótopos de oxígeno nos ha
permitido ver cuáles fueron los cambios en la temperatura en aquel
periodo. Por otro lado, los isótopos de carbono nos indican qué plantas
formaban parte de su dieta y, por tanto, el tipo de vegetación que
dominaba el paisaje”, explica la principal autora del estudio, Laura
Domingo, que trabaja en la Universidad de California Santa Cruz.
Proboscídeos como el mastodonte (Tetralophodon longirostris) o bóvidos como un antílope de talla media (Tragoportax)
son algunos de los herbívoros que poblaron la península durante ese
periodo. Los cambios ecológicos y climáticos quedaron marcados en su
esmalte dental, más resistente a la alteración química y física sufrida
durante el enterramiento. “El esmalte se caracteriza por presentar
cristales de apatito más grandes, un menor contenido en materia orgánica
y una baja porosidad en comparación con otros apatitos como la dentina o
el hueso. El esmalte queda sellado frente a procesos químicos y físicos
sufridos durante el proceso de fosilización y, por tanto, la señal
isotópica original quedó preservada”, detalla Domingo.
Grandes eventos paleoclimáticos
El
enfriamiento progresivo que se produjo en la Tierra hace entre 6,3 y 0,8
millones de años quedó registrado en la curva de carbono. “Esta nos
dice que se produjo un incremento de la aridez vinculado con el comienzo
de este enfriamiento, que culminó con la glaciación en el hemisferio
norte hace alrededor de 2,6 millones de años”, precisa Domingo.
Hace
entre 9 y 2 millones de años, la península no registró el aumento en la
proporción de un tipo de plantas, abundantes en zonas tropicales y
subtropicales, que sí se expandieron de forma global en la Tierra. La
investigadora del CSIC María Teresa Alberdi, que trabaja en el Museo
Nacional de Ciencias Naturales, explica: “Esta conclusión nos indica que
el bioma mediterráneo actual podría haber surgido de forma intermitente
antes de establecerse del todo hace entre 3,4 y 2,5 millones de años.
Otras hipótesis que barajamos son que las especies habrían evitado
alimentarse de estas plantas por su escaso valor nutritivo y que el tipo
de bioma que existió entre el Mioceno y el Plioceno no habría
favorecido la expansión de estas plantas”.
Los
datos también han permitido detectar otros eventos climáticos
registrados a nivel global, como la crisis del Vallesiense medio, que se
produjo hace unos 9,5 millones de años y dio lugar a un cambio de
vegetación desde condiciones más húmedas hacia condiciones más secas y
estacionales, o el periodo cálido del Plioceno hace entre 4,2 y 3,7
millones de años, que trajo condiciones más húmedas a Europa Occidental.
Por
otro lado, no han hallado huellas significativas de la crisis salina
del Mesiniense, que se produjo hace entre 6 y 5,3 millones de años y que
desembocó en la desecación del Mediterráneo. “Nuestros datos no
muestran cambios importantes en las condiciones paleoambientales y
paleoclimáticas relacionadas con este evento. Futuros trabajos nos
servirán para inferir de manera más detallada si tuvo consecuencias para
la Península Ibérica”, asegura Manuel Hernández Fernández, investigador
en el Instituto de Geociencias, un centro mixto del CSIC y la
Universidad Complutense de Madrid.
Laura Domingo, Paul L. Koch, Manuel Hernández Fernández, David L. Fox, M. Soledad Domingo y María Teresa Alberdi. Late
Neogene and early Quaternary paleoenvironmental and paleoclimatic
conditions in southwestern Europe: isotopic analyses on mammalian taxa. PLOS ONE. DOI: 10.1371/journal.pone.0063739.
Vía: CSIC, 24/05/2013
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