Se llamaba Pietro Bubani. Vivió en el convulsivo siglo XIX
(1806-1888). Era médico y también agitador revolucionario, proscrito de
Bolonia por participar en su rebelión contra el papa Gregorio XVI. Su
exilio a Francia fue amargo, pero una inesperada pasión vino a
concederle la serenidad que tanto necesitaba. Los Pirineos y sus
misterios se convirtieron en su vida. Las flores que crecen incomprensiblemente a 3.000 metros del suelo,
entre los resquicios de los peñascos. Su tarea, ejercer de cronista de
las plantas de esta región como plasmó en latín en su libro Flora Pyrenaea, fue el pistoletazo de salida. A la meta se ha llegado tres siglos después con el Atlas de los Pirineos, el mayor compendio de cómo es la flora pirenaica.
El proyecto está ya a distancia de un clic.
Pero ha supuesto un trabajo de compilar y cotejar más de dos millones
de registros de flora que ha costado tres años y 200.000 euros
financiados con fondos europeos. Un puzle de múltiples retales que debía
componerse para describir al detalle uno de los ecosistemas más ricos
de Europa: "La ciencia que sale a diario en los periódicos es más
espectacular. Lo que nosotros hacemos puede sonar decimonónico, pero era
una tarea pendiente de mucha importancia", relata Daniel Gómez (Jaca,
1957), investigador del CSIC
y uno de los científicos al cargo de este compendio de las más de 4.500
especies de plantas pirenaicas, el segundo territorio en biodiversidad
de flora de toda Europa, según afirma este experto. Un tercio de las
especies vegetales del continente se encuentran aquí.
Que la tarea haya llevado tres siglos se debe a problemas que van más
allá de lo científico. "Se trata de un territorio fronterizo, y por eso
hay avatares históricos, administrativos y políticos han dificultado
que hasta ahora hubiera una visión conjunta". La versión regionalista de
cada uno de los Pirineos llevaba a cometer errores de bulto por el
chovinismo de cada región: "Había algunas paradojas. Especies
catalogadas como muy raras en Navarra eran vulgares en Aragón. Nosotros
hemos puesto el acento de que el estudio de la naturaleza tiene que
estar por encima de las barreras administrativas". Pero lo que la
política dificultaba, lo ha unido la ciencia. En la investigación han
participado conjuntamente 35 investigadores, dos terceras partes son
españoles —Universidad de Barcelona, Universidad Pública de Navarra, Aranzadi y CSIC— y una tercera parte, franceses, con la colaboración del Instituto de Estudios Andorranos.
El interés de este atlas va más allá de su función de compendio o de
lo anecdótico de haber superado las rivalidades y regionalismos. Una de
las claves científicas del presente, el cambio climático, tiene mucho
que ver para Gómez con este tipo de trabajos: "Está muy de moda hablar
de esto, de cómo afecta a la diversidad biológica. Pero si no sabemos la
diversidad que hay, difícilmente sabremos cuánta se pierde, ni tampoco
qué medidas tenemos que tomar para paliarlo. Y esa era la situación de
los Pirineos". La catalogación exhaustiva de esta área permitirá
calibrar cómo está afectando a las diversas especies los efectos del
cambio climático.
Pero las grandes protagonistas son las plantas por sí mismas.
Especialmente las flores que sobreviven en durísimas condiciones
climáticas a altitudes superiores a 3.000 metros. Entre ellas destaca
una superviviente de la última glaciación hace 10.000 años: "En contra
de lo que el turista se piensa, la flora de los grandes sistemas
montañosos es bastante moderna [en términos geológicos], porque la
glaciación acabó con la mayoría de las especies. Pero plantas como la
oreja [Ramonda myconi]
de oso, que nosotros llamamos reliquias, sobrevivieron gracias a que se
encontraban protegidas en unas zonas que denominamos refugios
térmicos", aclara Gómez. Y las hay también que son casi literalmente
flor de un día. La Saxifraga longifolia
aguarda entre seis y 10 años a vestir sus mejores galas, aguantando una
dura vida en las grietas de los peñascos. Y de pronto florece. Una
única y espectacular vez. Luego cae, muerta, y esparce sus semillas.
Vía: El País, 28/11/2014
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