Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales
(MNCN) han logrado reconstruir la intensidad y frecuencia de las
tormentas que se produjeron en el noreste de la Península Ibérica desde
1347 hasta 2012. En concreto han analizado el registro sedimentario del
lago Montcortès, situado en el Pirineo catalán.
Los resultados obtenidos, que son extrapolables al
Mediterráneo occidental, demuestran una relación directa entre la
variabilidad de la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) y la intensidad y
frecuencia de las tormentas de la zona. Es la primera vez que se
consigue un registro paleoclimático de eventos extremos con datos
cuantitativos tan exhaustivos y con una resolución anual. Gracias a la
naturaleza del lago de Montcortès, el registro sedimentario es de
extraordinaria calidad y refleja las fluctuaciones climáticas cada año.
En verano, debido al calor, aumenta el número de algas en el lago. Este
aumento propicia la precipitación de calcita que queda marcada en el
registro sedimentario como si se tratara de los anillos del tronco de un
árbol.
"Las tormentas generan depósitos en los lagos, cuya composición y textura dependen de las características de la precipitación, del lago y de la cuenca de drenaje" explica el investigador del MNCN, Pablo Corella. "A partir del análisis sedimentológico, geoquímico y geofísico de los sedimentos recientes del lago y de la correlación con los datos de precipitación de las últimas décadas se ha establecido el umbral mínimo de precipitación para eventos extremos (aquellos que tienen un periodo de retorno de 5 años) en 90mm/m2", completa el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología, del CSIC, Blas Valero.
"Las tormentas generan depósitos en los lagos, cuya composición y textura dependen de las características de la precipitación, del lago y de la cuenca de drenaje" explica el investigador del MNCN, Pablo Corella. "A partir del análisis sedimentológico, geoquímico y geofísico de los sedimentos recientes del lago y de la correlación con los datos de precipitación de las últimas décadas se ha establecido el umbral mínimo de precipitación para eventos extremos (aquellos que tienen un periodo de retorno de 5 años) en 90mm/m2", completa el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología, del CSIC, Blas Valero.
Imagen
del registro sedimentario donde se observan las líneas claras que
marcan cada cambio de año. Las zonas marcadas indican depósitos
producidos por eventos de lluvia extremos. A la derecha una vista
panorámica del lago.
Para analizar los datos de la muestra, los
investigadores han extrapolado los datos de las precipitaciones
recogidos en estaciones meteorológicas cercanas, a los datos que han
obtenido del registro sedimentario. Cuando se produce un evento extremo
de lluvia, la cantidad de sedimento que se deposita en el lago
arrastrado desde la cuenca de recepción aumenta y queda reflejado como
una capa.
Gerardo Benito, investigador del MNCN que participa en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) comenta los resultados: "Frente a lo que cabría esperar, hemos descubierto que el siglo XX es el periodo con menor número de tormentas extremas frente al final del siglo XIX, la época en la que más tormentas se produjeron".
LA INFLUENCIA DE LA NAO EN CLIMATOLOGÍA
Los investigadores también han podido comprobar la relación directa que existe entre la Oscilación del Atlántico Norte (NAO, por sus siglas en inglés) y las tormentas. La NAO es un patrón climático que mide las diferencias de presión atmosférica entre los paralelos 65 (Islandia) y 37 (Islas Azores). "Cuando el índice NAO es positivo hay menos tormentas, porque los vientos que llegan del oeste cargados de humedad desvían su trayectoria hacia el norte de Europa. Sin embargo, cuando el índice es negativo los vientos no se desvían y hay más eventos extremos en el Mediterráneo", concluye Corella. "Intuimos que existe relación entre los eventos de lluvia extremos y la radiación solar, pero aún no disponemos de datos concluyentes".
En la investigación también han participado el Instituto Pirenaico de Ecología, del CSIC, y el Instituto alemán GeoForschungsZentrum (GFZ) de Potsdam.
Gerardo Benito, investigador del MNCN que participa en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) comenta los resultados: "Frente a lo que cabría esperar, hemos descubierto que el siglo XX es el periodo con menor número de tormentas extremas frente al final del siglo XIX, la época en la que más tormentas se produjeron".
LA INFLUENCIA DE LA NAO EN CLIMATOLOGÍA
Los investigadores también han podido comprobar la relación directa que existe entre la Oscilación del Atlántico Norte (NAO, por sus siglas en inglés) y las tormentas. La NAO es un patrón climático que mide las diferencias de presión atmosférica entre los paralelos 65 (Islandia) y 37 (Islas Azores). "Cuando el índice NAO es positivo hay menos tormentas, porque los vientos que llegan del oeste cargados de humedad desvían su trayectoria hacia el norte de Europa. Sin embargo, cuando el índice es negativo los vientos no se desvían y hay más eventos extremos en el Mediterráneo", concluye Corella. "Intuimos que existe relación entre los eventos de lluvia extremos y la radiación solar, pero aún no disponemos de datos concluyentes".
En la investigación también han participado el Instituto Pirenaico de Ecología, del CSIC, y el Instituto alemán GeoForschungsZentrum (GFZ) de Potsdam.
J.P. Corella, G. Benito, X. Rodríguez-Lloveras, A. Brauer, B.L. Valero-Garcés. (2014) Annually-resolved lake record of extreme hydrometeorological events since A.D. 1347 in NE Iberian Peninsula. Quaternary Science Reviews 93: 77-90 DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.quascirev.2014.03.020.
Vía: Madri+d, 02/06/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=60533&origen=notiweb_suplemento&dia_suplemento=lunes&seccion=noticiaslunes
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