A nuestros queridos lectores y lectoras, les comunicamos que, acorde a la tradición, un año más las Jornadas Micológicas de Gran
Canaria se celebrarán en Teror, en el incomparable
paisaje de la Finca de Osorio el próximo fin de semana. El tercero ya de Diciembre.
En esta ocasión hemos querido dedicar un sentido homenaje a nuestro compañero Eduardo Benguría.
Están todos/as invitados/as.
Les dejamos con el programa y con la información del curso que realizamos por estas fechas. Les recordamos que el correo de contacto es sociedadmicologicagrancanaria@gmail.com
La excelente y simbólica ilustración que nos acompaña en esta ocasión corresponde al buen hacer de Victor Prieto Marañón.
"Este cuaderno que presentamos en el blog de
la Sociedad Micológica de Gran Canaria es un homenaje que le debíamos a nuestro
amigo Bolo desde hace más de un año. La idea inicial fue dedicarle este
cuaderno y cerrar así el compromiso adquirido de publicar su cuento “La
cucaracha testaruda”.
En estos últimos meses, hemos trabajado duro para
adaptar la maqueta a los resultados de las gestiones que se iban llevando a
cabo. Debido a que no es posible imprimirlo en una imprenta por ahora,
todas las colaboraciones que se han incluido en este cuaderno son voluntarias.
En este sentido hemos contado con la participación de La Sociedad Micológica de
Gran Canaria, la Sociedad Micológica de El Hierro, la Sociedad Micológica de
Tenerife, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife y otras
personas que han prestado su tiempo, su cariño y esfuerzo en este proyecto y a
quienes queremos agradecer su apoyo incondicional.
Hasta que se imprima (lo cual podría o no
suceder), la maqueta definitiva estará pendiente de posibles patrocinadores y
otros colaboradores con los que don Manuel Morales Martín ha tenido algún
vínculo, como el Instituto de Estudios Canarios o la Sociedad de Amigos del
Museo de Naturaleza y Arqueología.
Esperamos que disfrutes de este cuaderno tanto como
nosotros disfrutamos creándolo. Agradecemos tu apoyo y te animamos a seguir
colaborando con la Sociedad Micológica de Gran Canaria.
Juntos, podemos seguir
promoviendo el conocimiento y la conservación de nuestro patrimonio natural y
cultural.
Tras dejar atrás tiempos más...oscuros, regresamos de nuevo para compartir, analizar, aprender e investigar sobre este apasionante universo micológico que nos rodea.
Todos los lunes de 19:00 a 21:00 horas.
En Las Palmas, Avenida de Escaleritas 52, local 39
A nuestros queridos lectores y lectoras, les comunicamos que, acorde a la tradición, las Jornadas Micológicas de Gran
Canaria tendrán lugar como es habitual en Teror, en el incomparable
paisaje de la Finca de Osorio el último fin de semana del mes de
noviembre. Están todos/as invitados/as.
Aprovecharemos para celebrar el día el día canario de la seta que hqueremos dedicárselo a una de las grandes micólogas de nuestro entorno: Rose Marie Dähncke
Les dejamos con el programa. Atentos por si alguna persona desea inscribirse en el curso.
Cordiales saludos
SMGC
martes, noviembre 26, 2019
Se informa un año más, que las célebres Jornadas Micológicas de Gran Canaria tendrán lugar como es habitual en Teror, en el incomparable paisaje de la Finca de Osorio el último fin de semana del mes de noviembre. Están todos/as invitados/as.
Quienes deseen realizar el curso básico de iniciación rogamos se pongan en contacto a través del correo:
La Sociedad Micológica de Gran
Canaria celebra entre hoy y mañana en Teror la 26 edición de sus
jornadas micológicas. Hace 30 años que la sociedad comenzó su labor de
estudio
Imagen de archivo de unas jornadas micológicas celebradas en la Finca de Osorio, en Teror.
Patricia Vidanes / Teror
La Sociedad Micológica de Gran Canaria celebra este fin de semana en la Finca de Osorio, en Teror, la 26 edición de las Jornadas
Micológicas de Gran Canaria, que en realidad suman «30 años de setas»,
como apunta la sociedad en el cartel anunciador elaborado expresamente
para el encuentro, y el que destaca la Clinoconidium lezcani sobre fruto Barbusano, nueva especie para la ciencia dedicada a Pedro Lezcano.
Además
de las charlas para ponerse al día expertos en micología y visitantes,
la Sociedad Micológica de Gran Canaria tiene prevista una exposición de hongos
de Gran Canaria; una exposición de fibras teñidas son hongos tintóreos;
y un cursillo básico de iniciación a la identificación de setas.
Vicente
Escobio, presidente de la Sociedad Micológica de Gran Canaria, explica
que «este año pocas son las novedades» con que se llega a la 26
edición de las Jornadas Micológicas. Pero quizás una de las novedades
radique en que después de años de encuentros fuera de Teror, la Sociedad
vuelve a la Finca de Osorio, el lugar donde tradicionalmente se ha
celebrado este encuentro anual. En todo caso, «presentamos el número de
hongos que hay en Osorio, un número interesante pues se llega ya a las
187 especies, eso en 30 hectáreas de trabajo, siendo uno de los sitios
de Canarias que más especies tiene y una de las zonas más interesantes».
Para
Vicente Escobio es motivo de alegría volver a la Finca de Osorio
después de unos años en los que no fue posible por obras y otros
motivos. «Ahora volvemos a Osorio, donde siempre estuvimos».
Además,
recuerda el presidente de la Sociedad Micológica de Gran Canaria que
«celebramos una cifra redonda, porque en realidad empezamos en 1988,
hace 30 años; 30 años de setas en Gran Canaria, aunque es verdad que ha
habido años de sequía y de menos setas».
Este año, dice Vicente
Escobio está siendo bueno. «Empezó a llover en noviembre y la frecuencia
de setas es buena, ya estamos encontrando cosas raras, especies
diferentes de champiñones que ni siquiera conocemos, seguramente por el
tipo de humedad, temperatura y el tiempo», afirma este experto micólogo.
Factores climatológicos. Y
es que, resalta Escobio, la aparición de un tipo de hongo o de otro en
Gran Canaria depende de muchos factores. «Aunque llueva, no significa
nada; cuando vas a una zona, a lo mejor ha caído mucha lluvia, pero hay
altas temperaturas», lo que influye negativamente, y «esas variaciones
pueden marcar las diferentes especies».
Además, «cada vez hay más
gente que sale al monte a buscar setas, gente preparada», advierte
Escobio, sobre todo porque hay que ser prudente si la finalidad es
cocinar alguna de las especies comestibles.
Cerca del yacimiento arqueológico de Cenobio de Valerón, en
una región escabrosa al norte de la isla de Gran Canaria, científicos
españoles han encontrado una formación de rocas singular. En el llamado
barranco de Calabozo, existe un conjunto de sedimentos de calcita
depositados en un pequeño sistema de piscinas y cascadas. Ahora está
seco, pero antaño fue similar a las formaciones de Pamukkale, en Turquía, o lagunas de Ruidera,
en la península Ibérica. Sin embargo, la creación de esas estructuras
tardó miles o cientos de miles de años, mientras que los sedimentos del
barranco de Calabozo surgieron en tan solo dos o tres décadas.
A finales del siglo pasado, en las islas Canarias se
regaban las plantaciones de plátanos con aguas procedentes de pozos y
galerías subterráneas. Cuando no se transportaba por tuberías, el agua
se extraía en las zonas altas de los cerros para derramar por las
laderas hasta las regiones de plantación más bajas. En estas islas
volcánicas, el agua del subsuelo es rica en bicarbonato, calcio,
magnesio, sodio, sílice y gas dióxido de carbono. Por eso, allá por
donde fluye en superficie, precipitan sedimentos de calcita y otros
minerales carbonáticos. Fue este proceso geológico, acelerado por los
regadíos humanos, el causante de la formación ultrarrápida del sistema de Calabozo, que ocupa unos veinte metros de alto por diez de ancho.
El equipo de investigación, integrado por cuatro geólogos
de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el Instituto de
Geociencias (UCM-CSIC) y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria,
lleva siete años estudiando la formación, descrita ahora en la revista científica Sedimentology, que dedica la portada de su último número
al trabajo. En realidad no fue un científico quién descubrió el sistema
de Calabozo, según cuenta Ana María Alonso, presidenta de la Sociedad
Geológica de España y una de las autoras del estudio. La sociedad que
Alonso preside organiza una jornada de divulgación anual conocida como
el Geolodía.
Durante una excursión guiada en 2010, un asistente al evento de Gran
Canaria alertó a los organizadores de la presencia de “unas piedras muy
raras”, recuerda la geóloga.
“Yo soy muy entusiasta. Cuando lo vi por primera vez, en
2011, pensé: ‘Es como un pequeño Pamukkale’. Pero esto es más bonito,
porque en Pamukkale no hay plantas calcificadas”, dice Alonso, que
también es investigadora de la UCM y del Instituto de Geociencias. El
sistema de Calabozo es distintivo por las rocas que se han formado en
torno a los tallos enmarañados de la vegetación que poblaba la ladera.
Este tipo de sedimento se conoce como toba. Las plantas mueren y se
descomponen, pero las cubiertas rígidas de calcita perduran, formando
barreras verticales escalonadas que antiguamente retenían remansos de
agua en las depresiones de uno a dos metros de diámetro que todavía se
aprecian por la ladera.
Los científicos estiman que el sistema de Calabozo estuvo
activo entre los años cincuenta y ochenta del siglo pasado. Para llegar a
esta conclusión, se han tenido que basar en sistemas de datación poco
ortodoxos, ya que la geología suele tratar con rocas y formaciones
milenarias. Entre la toba, el equipo dio con una piedra pequeña, con
forma de patata, que albergaba una bola de poliestireno en su interior.
Este residuo antiguo, que sirvió como otro núcleo más para el proceso de
calcificación, ha delatado tanto el origen humano
como la antigüedad de toda la formación. “Hemos mirado cuándo se empezó
a fabricar el poliestireno en España. Fue 1951, así que el sistema de
Calabozo tuvo que venir después”, explica Alonso. Su análisis del
material de construcción empleado en las antiguas tuberías de riego
corrobora la datación.
Alonso señala que el valor científico del descubrimiento es
doble. Por un lado, demuestra que los depósitos “se pueden formar muy
rápido por la modificación humana del paisaje”, un proceso valioso que
contribuye a la geodiversidad. “A nivel divulgativo, ayuda a conocer las
formaciones de Canarias. Estas islas son volcánicas y no suele haber
caliza”, explica. Por otra parte, el análisis detallado ha permitido ver
cómo la presencia o ausencia de agua condiciona la textura y la
composición química de los minerales sedimentados. “Conociendo esto en
un sistema reciente, podemos interpretar sistemas similares del pasado.
Los cambios en la textura y la química [de los sedimentos] nos pueden
servir para interpretar, por ejemplo, el clima del pasado”, explica la
geóloga.
Como los minerales solo se forman cuando fluye el agua, la
discontinuidad histórica del riego ha creado diferentes órdenes de
laminación carbonática en el barranco. Los geólogos aprecian en la toba
cristales de diferentes tamaños que se corresponden a interrupciones del
riego en el pasado, a veces por un período de unas horas o unos días y
otras por grandes cambios estacionales o incluso a lo largo de varios
años. “Nos ha costado hacernos a la idea, porque estamos acostumbrados a
trabajar en depósitos de cien o miles de años, pero ahora que sabemos
que funciona así, podemos buscar estos procesos en otros sistemas
naturales”, dice Alonso. Desde que ha concluido la investigación en el
barranco de Calabozo, su equipo ya ha encontrado otros sedimentos
parecidos en la isla de Tenerife y sospechan que habrá más.